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El Madrid da vida al Barça

Los de Ancelotti también patinan contra un Valladolid al borde del abismo y dejan el título de Liga a expensas de un milagro Cristiano se retiró con molestias antes de los 10 minutos

José Sámano
Cristiano, en el suelo al inicio del partido.
Cristiano, en el suelo al inicio del partido.Gonzalo Arroyo Moreno (Getty)

La Liga está a los pies del optimista Atlético de este curso y del deprimido Barça, que ya andaba moviendo fichas para la próxima temporada. El Madrid dio un segundo petardazo consecutivo, esta vez ante el Valladolid, que le recibió como penúltimo, y ahora cruza los dedos por un milagro. Si el Atlético gana el domingo al Málaga y el Barça no vence en Elche, alirón rojiblanco diga lo que diga el Real Madrid. Al Atlético le bastaría incluso con dos empates. Eso sí, si los azulgrana no fallan en Altabix, el bingo dependerá de su pulso con los de Simeone en la última fecha en el Camp Nou.

VALLADOLID, 1; REAL MADRID, 1

Valladolid: Jaime; Rukavina, Marc Valiente, Mitrovic, Peña; Álvaro Rubio, Víctor Pérez (Baraja, m. 82); Jeffren (Osorio, m. 74), Óscar (Larsson, m. 64), Bergdich; y Javi Guerra. No utilizados: Mariño; Jesús Rueda, Sastre y Omar.

Real Madrid: Casillas; Nacho, Pepe, Sergio Ramos, Coentrão; Modric, Xabi Alonso, Isco (Illarramendi, m. 73); Di María, Benzema (Marcelo, m. 77) y Cristiano (Morata, m. 8). No utilizados: Diego López; Llorente, Casemiro y Khedira.

Goles: 0-1. M. 35. Sergio Ramos. 1-1. M. 85. Osorio.

Árbitro: Gil Manzano. Amonestó a Bergdich, Morata, Isco, Illarramendi. Pepe, Baraja y Mitrovic.

22.013 espectadores en Zorrilla.

La épica de Múnich ha enfilado al Madrid hacia la Décima, pero le ha dejado en la cuneta en la Liga. Dos empates consecutivos tras alcanzar la final le han puesto a oscuras, como si se aferrara con todo a esa Décima que le desvela, a esa Copa que con razón siente más suya que de nadie.

En Zorrilla se vio a un Madrid confuso, sin un plan concebido. Sin mucho juego logró domesticar a su rival en el primer tiempo; luego, ya con el Valladolid a pecho descubierto no tuvo respuestas para cerrar el encuentro. Ancelotti se cubrió cuanto pudo, los delanteros se despidieron a distancia de los defensas y los medios quedaron a la intemperie: un equipo larguísimo, infinito. Con el abismo del descenso, el grupo de JIM, que al inicio se vio noqueado, apretó la mandíbula y tuvo más constancia que juego. Le bastó el ahínco para tener un premio en un cabezazo de Osorio —muy mal defendido por Illarramendi— a la salida de un córner cuando quedaban poco más de cinco minutos.

Entonces ya no estaba Benzema, relevado por un defensa como Marcelo; tampoco Isco, cambiado por un medio de contención como Illarra, ni Cristiano, que está mosca con sus músculos. Como Bale, quieto en Madrid.

A falta de Bale y Cristiano, Sergio Ramos, que ha sido mediocentro, lateral y central se vistió de ariete. Está para todo, porque en este andaluz hay fútbol y más fútbol, y lo mismo se entroniza en una noche universal en Múnich que se pone al frente en un duelo a traspié en Zorrilla. Jugador decidido y siempre con la vista al frente, lo mismo resiste las garras de Mourinho que planta cara al presidente o soporta con entereza lanzar un penalti a la atmósfera en una semifinal de Champions.

Ramos se tiene tanta fe que ahora mismo es el madridista de moda y hasta se atreve a competir con gente como CR y Bale en el lanzamiento de faltas. En la vuelta de Casillas a la Liga, en Valladolid otra vez Sergio fue el jefe y no titubeó en ejecutar a los pucelanos con un lanzamiento directo al que Jaime no respondió del todo. El balón le llegó más bien centrado y el meta blanquivioleta solo llegó a arañar el balón. Por aquel tiempo, ya desde el minuto ocho Ronaldo era testigo desde el banquillo por fatiga en su pierna izquierda. Conviene que los futbolistas interpreten a sus músculos, es un entendimiento obligado. Con el gol en la mochila, allá fue Ramos a celebrarlo con su compañero lastimado. A él le brindó su quinto gol en los últimos cuatro partidos.

Nacho, Pepe, Casillas y Modric, cabizbajos tras recibir el gol del empate
Nacho, Pepe, Casillas y Modric, cabizbajos tras recibir el gol del empatePEPE ANDRES (DIARIO AS)

En Valladolid, Ramos fue el primero en descorchar un partido que empezó con el Madrid fuera de escena y un equipo local que tenía aire por las orillas, donde amenazaban Jeffren y Bergdich. Javi Guerra tuvo el gol donde más le gusta, en la cabeza, pero giró demasiado el cuello y Casillas contempló aliviado cómo la pelota se iba fuera por un palmo. El Madrid quedó aún más aturdido tras pedir CR el relevo. Ronaldo tendrá que administrarse ante una Liga que se le va, una final de Copa de Europa en apenas dos semanas y un Mundial en el horizonte.

Sin control del juego, fue Alonso el primero en cambiar la hoja de ruta. El tolosarra puso voltaje al juego y con unos cuantos pases telescópicos en largo, el Valladolid reculó a la trinchera. Ausente Bale, Ancelotti había recurrido a Di María como extremo por la derecha; sin Cristiano, de entrada Morata cayó hacia la izquierda. Sometido el rival, Ramos cargó los cañones y no solo por el gol con la pelota detenida. De cabeza también tuvo sus ocasiones. El partido discurría al ritmo de Alonso y con la firmeza de Ramos.

El Valladolid no tuvo réplica hasta que en el segundo acto sintió que no tenía más remedio que dar un paso al frente. Con solo tres jornadas por delante era penúltimo y, a estas alturas del curso, le han sobrecargado de deberes: tres partidos en una semana. El ánimo, la chicha, le alcanzó. No producía oportunidades, solo una estupenda chilena de Javi Guerra, pero el equipo iba e iba de cara. El Madrid ya no era el del primer tiempo, estaba quebrado, sin carrete, con un juego discontinuo y las líneas abiertas como un océano. Ancelotti metió cera con Illarramendi y Marcelo. Sin solución, el Madrid se fue despistando hasta que Osorio le puso en jaque y le dejó a expensas de Atlético y Barça. Es el Madrid el que dado vida al Barça. Guiños del fútbol y sus imprevistos destinos.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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