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“Es una broma la sanción al Villarreal”

Thuram critica que la multa al club sea solo de 12.000 euros por el lanzamiento de un plátano a Alves El CSD pide más firmeza

Diop, tras ser insultado desde la grada en el partido ante el Atlético.
Diop, tras ser insultado desde la grada en el partido ante el Atlético.ap

"Es una broma poner una multa de 12.000 euros. Significa no querer acabar con el racismo. En América sí se lo toman en serio: a Donald Sterling [el dueño de los Clippers] lo han echado de la NBA [tras unos comentarios racistas]". Lillian Thuram, exjugador francés del Juventus y el Barça, de 42 años, soltó una carcajada de indignación al enterarse de la sanción del Comité de Competición al Villarreal después de que, en el partido de Liga del pasado 27 de abril en El Madrigal, un aficionado le lanzara un plátano junto al córner a Dani Alves, que se lo comió y convirtió el gesto en un símbolo mundial contra el racismo.

"Cuando yo era pequeño, en Francia, hubo un portero camerunés, Antoine Bell, al que le echaron una banana. Me impactó. Lo mismo le hicieron en Inglaterra a John Barnes. En 2014 seguimos igual. No hemos avanzado", continúa Thuram, autor de Mis estrellas negras, un libro contra el racismo. "No hay un país más racista que otro. Los árbitros deben parar el partido. Y la federación, cerrar el campo. El comité de competición español no entiende el racismo: es una violencia contra el jugador y contra le gente que mira el partido". "Es lo mismo que el sexismo", prosigue Thuram. "Es una agresión y hay que atender a la persona agredida. Aunque también haya mucha hipocresía porque el racismo está dentro de la sociedad [800 personas se manifestaron en Vila-real pocos días después denunciando un "linchamiento mediático" contra el chico que había lanzado el plátano]. El fútbol es el deporte número uno y necesita sanciones ejemplares", concluye Thuram.

España no ha cerrado estadios por racismo pese a que la legislación lo recoge

Nyom, lateral derecho franco-camerunés del Granada, de 25 años, se pregunta qué le contará a su hijo, ahora de un año, cuando crezca, vaya a un estadio y escuche los sonidos simiescos. "No sabré cómo explicárselo. Porque él también es negro", indica Nyom, que aquella vez, ante el Elche en el Martínez Valero el pasado 26 de octubre, no pudo contenerse. "Faltaban cinco minutos, íbamos ganando y reaccioné así: enviando el balón a la grada al escuchar eso. El árbitro me enseñó la amarilla y lo entiendo: está en el reglamento. Sé que es una minoría que quiere desestabilizar a los jugadores negros, pero hay que pararlo para preservar la imagen del fútbol español", añade Nyom.

España, campeona del mundo de Europa, está ensuciada por conductas racistas en las gradas. Procedentes incluso de los propios hinchas, como le ocurrió a Paulão, central brasileño del Betis, insultado tras ver la tarjeta roja en un Sevilla-Betis del 24 de noviembre. "Me tocó en lo más hondo, sobre todo a mi familia", cuenta Paulão. "Mi hijo de cuatro años no se enteró mucho, pero algún día tendré que explicárselo".

Hasta ahora, el fútbol español ha sido muy tibio contra el racismo, alejado de las drásticas normas de la UEFA, que aplica el cierre parcial del estadio para la primera infracción; el cierre total para la segunda; y la quita de puntos para la tercera. España no cierra estadios por falta de voluntad porque la ley sí lo recoge, según explica Ana Muñoz, directora general del Deporte. La Ley 19/2007 contra la violencia, el racismo y la xenofobia en el deporte contempla penas al organizador de la competición (el club), y no solo económicas sino también "la clausura temporal del recinto deportivo hasta dos años por infracciones graves y dos meses por infracciones leves". Esos castigos llegarían incluso a "inhabilitar la organización de espectáculos deportivos". Esa ley también incluye sanciones a las personas físicas que cometan actos xenófobos: multas y prohibición de entrada a recintos deportivos desde un mes a cinco años.

Los órganos con potestad para aplicar los castigos son las federaciones y la Comisión Antiviolencia. Esta está formada por un miembro de la Liga, otro de la federación de fútbol, uno de la Fiscalía General del Estado, otro de la Policía Nacional, otro de la Guardia Civil y uno del Consejo Superior de Deportes (CSD). Cuando afecta a otro deporte, se invita a su federación.

La laxitud española en las penas contrasta con la severidad europea

La Comisión puede actuar cuando no está de acuerdo con las decisiones de las federaciones. El CSD recurrirá la sanción al Villarreal por considerarla insuficiente. Hace tres semanas, ya recurrió una resolución absolutoria de la federación de atletismo respecto a los atletas del Centro de Alto Rendimiento fotografiados en un gesto nazi. Antiviolencia se reúne hoy, pero dejará para la próxima semana el último episodio racista de la Liga: hinchas del Atlético despreciaron con gritos simiescos a Diop, medio camerunés del Levante en el Ciutat de València la última jornada.

Los aficionados distinguen entre la laxitud de las penas españolas y la severidad europea. En el Atlético-Milan de cuartos de final de la Champions, uno de los líderes del Frente Atlético instó a sus compañeros a no proferir gritos racistas contra los jugadores negros (Balotelli) por temor a la UEFA. Esta sancionó al Bayern con el cierre parcial del Allianz Arena por una pancarta con la imagen de Özil acompañada de un "Gunners, maricones", en los octavos de final de Champions contra el Arsenal. La dureza en las sanciones de la UEFA se imita en Italia (acaba de clausurar una parte del estadio del Inter por gritos contra Balotelli y los napolitanos en su derbi contra el Milan) y Reino Unido.

En el caso de Diop, Ana Muñoz también pide sanciones proporcionadas a la gravedad de los hechos, independientemente de que la afición sancionada pueda ser la visitante. El árbitro de ese partido, González González, ni siquiera lo reflejó en el acta. Era su deber como lo es también el del policía nacional encargado de elaborar un acta con los posibles actos racistas, violentos o xenófobos. "La legislación es una legislación moderna y comprometida en la lucha contra el racismo. Queremos que se aplique", afirma Miguel Cardenal, presidente del CSD.

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