_
_
_
_
_

El paso adelante de Emery

El entrenador del Sevilla logra su primer título como colofón a una temporada que empezó torcida y en la que hubiera sido destituido de no ganar en Cornellà en noviembre

Rafael Pineda
Los jugadores del Sevilla, por el Guadalquivir.
Los jugadores del Sevilla, por el Guadalquivir.julio muñoz (efe)

Fue una noche larga en Turín. Los jugadores y el cuerpo técnico del Sevilla celebraron el épico triunfo en la final de la Liga Europa en un restaurante de la capital del Piamonte. Luego descansaron algunas horas y volaron hasta Sevilla, donde pasearon la Copa por el río Guadalquivir, la presentaron a las autoridades de la ciudad y celebraron el fin de fiesta en el Ramón Sánchez Pizjuán. A lo largo de toda la jornada se repitieron los besos en la cabeza de M'Bia, sonaron los temas escogidos por Coke, el alma de la fiesta, y se simularon una y otra vez las paradas de Beto en los penaltis ante Cardozo y Rodrigo.

En una mesa del restaurante era especialmente feliz Unai Emery. Acompañado de su hijo, que juega en las categorías inferiores del Valencia, así como de dos amigos íntimos de San Sebastián, el entrenador celebraba su primer título como técnico. "Lo voy a disfrutar con la misma alegría que cuando subí de Segunda Dividión B a Segunda, como cuando subí de Segunda a Primera y mantuve a un equipo como el Almería", recordaba Emery, con una sonrisa inédita a lo largo de esta temporada. "Siempre confiamos en él, incluso en los momentos más duros", recalcaba el presidente, José Castro, olvidando, como es debido el proceso complicado que Emery ha ido desarrollando en el banquillo del Sevilla.

El Sevilla llegó a ser colista con dos puntos a la conclusión de la quinta jornada

No debe ser fácil convertir en campeón a un equipo que sufrió el pasado verano 19 bajas y realizó 16 incorporaciones (contando con la adquisición en propiedad de Beto). Un grupo del que se marcharon jugadores de la talla de Navas, Negredo, Palop, Medel y Kondogbia dejando en el club alrededor de 60 millones de euros. Quizás por esa gran revolución el Sevilla empezó la Liga de forma titubeante. Después de obtener solo dos puntos en las primeras cinco jornadas llegó a ser colista. Las dudas se cernían sobre un equipo que no acababa de carburar, aflorando las críticas hacia un técnico que no hacía fuerte a un equipo que recibía siete goles del Madrid y una semana después caía 0-1 ante el Celta. En la posición 14, a cuatro puntos de descenso, el Sevilla jugaba en Cornellà, ante el Espanyol, un partido decisivo para el futuro del entrenador. El todavía presidente, José María del Nido, tiene decidido prescindir de sus servicios si no logra el triunfo en Barcelona. En el viaje, el dirigente incluso le dice a Emery que el equipo tiene que jugar más arropado para conseguir triunfos de manera regular.

El Sevilla gana 1-3, con tantos de Fazio, Vitolo y Bacca, e inicia una racha de ocho partidos seguidos sin perder en Liga que le coloca en los puestos altos de la tabla. "No he sido cabezón, sino coherente con mi forma de ver y sentir el fútbol", afirmaba Emery cuando se le preguntaba por los peores momentos de una temporada que se ha saldado de manera fantástica para el equipo andaluz. "Nuestra Copa vuelve a casa", rezaba la camiseta que los jugadores pasearon por las calles de Sevilla vitoreados por la afición. Tricampeones de la Copa de la UEFA, como el Liverpool, el Inter y el Juventus. Un selecto club en el que también entra un vasco obstinado y trabajador como Emery.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_