_
_
_
_
_

La pobre epopeya del malquerido

Alexis, siempre en entredicho por más que sus números le avalen, ilusionó a un Camp Nou que acabó quedándose con las ganas

Alexis festeja su estéril gol al Atlético.
Alexis festeja su estéril gol al Atlético.Andreu Dalmau (EFE)

No se sabe de dónde, pero de golpe apareció Alexis y se postuló a héroe. En el Camp Nou no pasaba absolutamente nada más allá de la emoción propia de un partido que decidía una Liga, hasta que Messi bajó un balón con el pecho dentro del área y el chileno, el niño al que confundían con una ardilla, el que jugaba descalzo, apareció de la nada y soltó un zapatazo que podía haber terminado al otro lado de la calle. Pero acabó colándose por la escuadra izquierda de Courtois. Y Alexis Sánchez, por un rato, dejó de ser el patito feo del Barcelona.

Pero la historia estaba escrita. Alexis siempre ha sido un malquerido en el Camp Nou y de él se llegó a desconfiar hasta en las oficinas, empezando por el expresidente Sandro Rosell. “Hay que vender a Alexis y Cesc”, solicitó enérgicamente en una reunión informal durante la pretemporada. “¿Prefieres al titular de la sub-21 que al de la absoluta?”, le hicieron recapacitar desde el área deportiva, en referencia a su pretensión de incorporar a Isco por Fàbregas. “¿Y quién tiene lo que da Alexis, con velocidad, regate y gol?”, le preguntaron. “No conocemos otro mejor”.

Para el recuerdo quedarán la vaselina al Madrid y el estéril zapatazo ante Courtois

El tocopillano ha jugado su mejor año, firmando 19 goles en la Liga —solo le ha superado Messi, con 28—, algunos tan inolvidables como el que le marcó al Madrid en el primer clásico de la temporada, en el Camp Nou, de vaselina sutil y elegante; o como el de ayer, un zapatazo de sangre y polvo. Pese a su decisiva participación durante el curso, que ha permitido sacar adelante muchos partidos, al chileno siempre le ha sido más fácil ganarse el respeto de los compañeros y la confianza de los entrenadores —Pep, Tito y por descontado Martino le han señalado por ejemplar en el vestuario— que la fe de la afición. Hasta ayer, hasta que tiró de la ilusión del Camp Nou para acercar al Barça a una Liga también malquerida. Resulta que la hinchada dudaba de él, de tal manera que muchos le ponían un lazo ante cualquier oferta. Jugador de culto, enamora y desespera por igual, pero nunca se esconde.

Convertido en el ojito derecho del técnico por derecho, el chileno hizo ante el Atlético lo de siempre; llenar de honradez sus atolondrados movimientos, poner el alma para salirse con la suya y, a partir de su inequívoco compromiso, tirar del equipo. También inició la presión y picó al desmarque, trabajando mucho y a menudo sin sentido, corriendo como pollo sin cabeza en el descerebrado ataque del Barcelona. Será porque ayer era día para más compromiso que fútbol, Martino apostó antes por Alexis que por Neymar, por mucho que el brasileño tuviera el alta.

Dijo Martino que esta no era una Liga de extraterrestres, sino de gente que ha sabido sufrir, como si para ganar las anteriores nadie apretara los dientes y los jugadores no se hubieran arremangado. No debería ser casual, atendiendo al criterio del Tata, que esta haya sido la Liga del más humilde, la de un tipo que jugaba descalzo de niño, la de un crío más pobre que pobre que hizo todo por comprarle una casa a su madre y acabó marcando 19 goles que pudieron darle al Barça un título. Pero era la pobre epopeya del malquerido y su gol no sirvió. Ni a él ni al Barça.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_