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La espalda frena a Nadal

El balear llega a octavos bajando la velocidad del saque para no recaer

J. J. M.
Nadal, durante su partido con Mayer.
Nadal, durante su partido con Mayer. Matthias Hangst (Getty Images)

Rafael Nadal llegó a octavos de finalde finalde Roland Garros (6-2, 7-5 y 6-2 al argentino Leonardo Mayer) tomando las máximas precauciones. En su primer torneo al mejor de cinco sets desde que se lesionó en la espalda en la final que perdió en enero en el Abierto de Australia, el número uno ha vuelto a sentir dolores en la misma zona, compite con dos cintas que le recorren las lumbares y ha diseñado un programa de incremento progresivo de la velocidad del servicio para no volver a recaer. Experto en superar dificultades y en domar las penas del cuerpo con el deseo de la mente, su lucha por una novena Copa parisina queda ahora marcada a fuego por la evolución de sus dolores.

“Sentí un poco la espalda ya el primer día”, admitió el campeón de 13 grandes, que en octavos se medirá al serbio Lajovic,un tenista de 23 años que jamás había pisado una ronda tan avanzada en los grandes, y que esel número 83 del planeta. “Espero que no sea un problema. Voy a hacer al máximo para estar competitivo y pelear con lo que pueda pelear. En un torneo como este siempre pueden aparecer cosas. Esperemos que este no sea el caso. Estoy feliz de estar donde estoy”.

Las tres primeras rondas han visto al campeón sacando a una media de 169 kilómetros por hora el primer servicio y de 135 el segundo. Esos dígitos, que no le han impedido llegar a los octavos sin perder un set, son comparables a los de las mejores sacadoras del circuito femenino. Petra Kvitova, por ejemplo, perdió ayer con Svetlana Kuznetsova firmando un 160 y 140 respectivamente. Mayer, que es el número 65, dejó a veces en calcetines al mallorquín, a fuerza de comerle las zapatillas con sus restos, lo que le permitió celebrar dos roturas.

“Va mejorando, si el partido no le exige, va controlando [el esfuerzo]”, explicó el doctor Cotorro después de visitar al tenista en el vestuario. Desde que se lesionó en Australia, el médico ha estudiado varias resonancias magnéticas de la espalda del mallorquín, que a lo largo del año se ha hecho pruebas en Melbourne, Barcelona y Río, donde también jugó con la espalda vendada y se infiltró, lo que no le impidió ganar el título.

“Sacamos sin forzar demasiado, no va muy fuerte, y así es más fácil que te ataquen”, reconoció Toni Nadal, tío y entrenador del número uno. “Ya forzaremos más adelante si va bien. La idea es ir despacio, aumentando la velocidad sin forzar a lo largo del torneo”, añadió. “Es un tema de precaución. No vamos a sacar a tope, pero sí vamos a sacar un poquitín más fuerte, lentamente. Si logramos llegar a las rondas finales, estaremos ya preparados para hacerlo bien. En los entrenamientos vamos despacio. En los cuartos, si llegamos, tenemos teóricamente una prueba de fuego, y no tendremos más remedio que forzar ya en todos los movimientos:drive,revés, saque... todo”.

Esa prueba de fuego de la que habló Toni Nadal, si se impone la lógica del ránking, se llama David Ferrer, que es el número cinco, uno de los mejores restadores del planeta y un tenista sobradamente cualificado para explotar cualquier duda al servicio. El alicantino, que defiende la final de 2013, ganó 6-2, 7-6 y 6-4 a Seppi y sacó el billete para medirse en octavos con el sudafricano Anderson. Antes de ese cruce, Nadal se enfrenta a un doble examen: el de Lajovic y el de una espalda que le martiriza desde la final de Australia.

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Sobre la firma

J. J. M.
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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