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El “hambre” de Murray

El británico, que se mide hoy a Nadal en semifinales, es el único campeón de grandes en activo que no ha ganado un título en arcilla

Murray celebra un punto ante Monfils
Murray celebra un punto ante MonfilsDarko Vojinovic (AP)

El “hambre” no entiende de gustos, el apetito no sabe de preferencias. Andy Murray, el único ganador de torneos grandes en activo que jamás ha celebrado un título en arcilla, se mide hoy a Rafael Nadal en las semifinales de Roland Garros. El escocés llega a la cita con 4h 34m de juego más que el español en las piernas. Tras apurar dos veces los cinco sets. Demostrando que aunque él prefiera el cemento (ganó el US Open 2012) o la hierba (Wimbledon 2013), le sobra deseo para intentar asaltar el reino del ocho veces campeón y luego medirse en la final con el ganador del Novak Djokovic-Ernests Gulbis (desde las 13.00, Discovery Max y Eurosport). Murray es un tenista temible. Nacido para competir, en la caseta solo encuentran una explicación para que él sea el único jugador del top-8 que jamás ha disputado una final sobre arcilla: en polvo de ladrillo, a veces le abandona la derecha.

“Es un tema de aceleración de brazo y muñeca”, cuenta Àlex Corretja, exnúmero dos y exentrenador del escocés, con el que trabajó específicamente ese tiro haciendo uno y mil millones de ejercicios en los entrenamientos, donde iban corrigiendo paso a paso la posición de la pierna izquierda y de la derecha o el ataque de la pelota. “Lo puede hacer, pero está acostumbrado a jugar en pista dura y cubierta, donde la bola corre mucho solo con el movimiento, y eso en tierra no es suficiente”.

En una demostración de “deseo”, llega con 4h 34m más de juego que el español

“Su derecha es muy plana”, fotografía Juan Carlos Ferrero, exnúmero uno mundial y campeón en París en 2003. “Juega con tan poco efecto que tiende a ser bastante menos efectiva que una derecha como la de Rafa, que es un poco exagerada y por eso es tan buena en tierra: bota muy alta frente al contrario. En el caso de Andy, el bote es muy franco, con lo cual es mucho más fácil de contrarrestar”, señala el valenciano. “Su juego no está muy hecho para tierra”, le continúa Sergi Bruguera, doble campeón de Roland Garros (1993 y 1994). “Le falta consistencia. Tiene el nivel de los buenos pero no su regularidad, y en arcilla hay que ser regular. Rafa, por ejemplo, tiene mucho el topspin [efecto de rotación en la pelota que hace que bote muy alto] en el drive, que es con el golpe con el que se manda en esta superficie. Murray no lo tiene tan seguro”, cierra.

Un dato lo dice todo. En lo que va de torneo, desde el fondo de la pista Murray ha sumado solo ocho ganadores más con la derecha que Nadal, pese a que él ha disputado cuatro sets más para llegar a semifinales.

Murray celebra la victoria sobre Murray
Murray celebra la victoria sobre MurrayJEAN-PAUL PELISSIER (REUTERS)

“Pero el hambre está ahí”, avisó el campeón de dos grandes, de 27 años, que ya cedió ante el español en la penúltima ronda de 2011. “Eso no me preocupa. Creo al ciento por ciento que puedo ganarles a Rafa y a Novak, pero en esta superficie es más difícil para mí que en otras porque no es la mejor para mi juego”, explicó. “Tengo el hambre, el deseo, las ganas de dar mi todo”, insistió Murray. “No hay ninguna duda en mi cabeza de que puedo ganar estos torneos”.

Murray saca duro y desplaza a Nadal con su saque abierto sobre el revés. Murray tiene un sentido estratégico fantástico y una capacidad defensiva sorprendente. Los precedentes, además, le animan. Hace 15 días, en los cuartos del Masters 1.000 de Roma, el número ocho mandaba 4-2 sobre el número uno en el parcial decisivo y tras propinarle un 6-1 en el primero. Su revés cruzado abría en canal las defensas de su contrario. Sus restos explotaban los lentos segundos saques del rival. Su derecha cruzada alta contra el revés del mallorquín marcaba el partido. Solo la falta de pulmones impidió que el escocés se llevara un encuentro que fue una batalla.

“La bola de Rafael está haciendo más daño aquí que en Roma”, matiza Toni Nadal, tío y técnico del campeón de 13 grandes, que se ha reencontrado con sus efectos en la arena parisina, donde espera que el sol y el calor disparen todavía más la pelota al deformar la goma. Nadal defiende su templo. Debe ganar el título para mantener el número uno. Compite tras protagonizar su peor gira de arcilla desde que es alguien en el tenis (2005), y descubriendo paso a paso certezas y preocupaciones.

Nadal acude con un 14-5 en el cara a cara con Murray

Se vio ayer en la pista 12 de París. Francis Tiafoe, el júnior con el que se entrena el campeón de 13 grandes, recibió la orden de atacarle una y otra vez contra el revés. “Ante David Ferrer [en cuartos] empezó a fallar, cosa incomprensible por lo bien que lo venía haciendo”, explicó Toni Nadal sobre el “bloqueo mental” con el golpe que describió su pupilo. “Con un agujero tan grande, sientes inseguridad. Por eso hemos practicado un poco más el golpe, a ver si tenemos la sensación de tranquilidad y control”.

En París ya no quedan encuentros para buscar sensaciones. Nadal acude con un 14-5 en el cara a cara con Murray. El escocés, desgastado por las dificultades del camino pero listo para el abordaje. Como dijo Corretja: “Rafa es el favorito. Debería dominar el partido con su drive, mover a Andy de lado a lado y hacerle sufrir... pero no sé si Andy le dejará. Él se meterá dentro de la pista, porque está más cerca de lo que parece...” Y a pelear con hambre por dar un triple paso como un triple mortal en su carrera: derribar a Nadal, jugar su primera final sobre arcilla y disputar por primera vez el partido decisivo en el único grande donde aún no lo ha hecho.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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