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El Valencia deja perplejo al Palau

Lishchuk, Ribas y Doellman tiran de un equipo diezmado y sorprenden a un aturdido Barcelona

Robert Álvarez
Marcelinho, con el balón, ante Lishchuk
Marcelinho, con el balón, ante Lishchukalejandro garcía (EFE)

El Valencia se salió con la suya cuando peor lo tenía. Contra pronóstico, contra un rival que en este momento da la sensación de contar con un potencial muy superior y contra el ambiente de un Palau al que dejó perplejo. No fue para menos. El Valencia acabó jugando como un comando de francotiradores, diezmados por las bajas, las lesiones y la exclusión de Triguero. Perasovic acabó prácticamente sin nada que remover en su banquillo. El entrenador croata solo podía dedicarse ya a intentar ordenar como buenamente podía a sus jugadores y a tratar de insuflarles una pizca de templanza, ya que oxígeno era imposible, durante los frenéticos últimos compases del partido. En ellos, Lishchuk y Doellman tuvieron que rematar lo que solo minutos antes parecía increíble, una remontada obtenida en unas condiciones pésimas, tras haber estado ya contra las cuerdas durante varias fases del segundo cuarto.

Pero se salió con la suya el Valencia, en un sobreesfuerzo estremecedor. Tras perder los dos primeros encuentros en la Fonteta, tras dar sobradas muestras de que compareció en la final diezmado e incapacitado para exhibir los recursos técnicos y tácticos que lució durante buena parte de su espléndida temporada, solo le faltó añadir a Sato a la lista de bajas en la que ya se encontraban Dubljevic y Aguilar. Así las cosas, no era de extrañar que ya en el segundo cuarto acumulara una desventaja de 14 puntos (40-26). No metía un triple el Valencia y se mantenían las mismas pautas que en los dos primeros encuentros: un abrumador dominio del Barcelona en el rebote, que por momentos parecía festejar ya la clasificación para su 16ª final consecutiva en competiciones de la ACB con un pequeño castillo de fuegos artificiales. Una asistencia por la espalda de Navarro a Lampe, un alley oop de Dorsey de espaldas al aro... El Valencia había empezado con mucha fuerza y, con cuatro contragolpes en sus cinco primeros ataques, intentó desmentir el clamoroso pronóstico en que llegaba envuelto el tercer partido. Con la reacción del Barcelona, con más de casi todo, rebote, jugadores, fuerza, recursos tácticos, todo parecía sentenciado.

BARCELONA, 70 - VALENCIA, 74

Barcelona: Marcelinho (5), Oleson (8), Papanikolaou (12), Nachbar (5), Tomic (6) —cinco inicial—; Dorsey (20), Sada (0), Abrines (0), Navarro (4), Lorbek (4), Lampe (4) y Pullen (2).

Valencia: Van Roosom (7), Ribas (11), Lafayette (7), Doellman (19), Lishchuk (16) —cinco inicial—; Triguero (0), Lucic (11) y Rafa Martínez (3).

Árbitros: Hierrezuelo, Jiménez y Araña. Eliminaron por faltas personales a Triguero (m.32).

Palau Blaugrana. 6.048 espectadores.

No fue así. Doellman empezó a tomarle la distancia a Lampe y a Lorbek, muy grises, Tomic se diluyó a medida que Lishchuk mantenía un mano a mano espléndido con Dorsey. Ribas aceleró a su equipo con un recital de canastas de todas las facturas, incluido un triple, el primero que obtuvo el Valencia tras diez errores (49-45). De repente se le complicó el partido al Barcelona. Xavi Pascual recurrió a Pullen. El base cometió tantos errores como aciertos. Y en el último cuarto, dos triples consecutivos de Lucic y Lishchuk igularon el marcador a 59.

Quedaban nueve minutos. Triguero cometió su quinta falta y casi al mismo tiempo Ribas tuvo que irse al banquillo con un esguice en el tobillo. No importó. Al Barcelona le entró la tiritona. De golpe se cercioró de que tampoco le entraban los triples (1 de 18), de que el Valencia estaba igualando en el rebote (39-36), de que la estadística de Navarro era horrible con seis triples fallados y solo una canasta en juego, de que Abrines, Sada, Pullen, Lorbek, Lampe, un montón de jugadores, estaban pasando por la cancha sin nada que decir. Todo lo contrario que Lishchuck y Doellman, que los cinco héroes que acabaron el partido para el Valencia y que, contra todo pronóstico pero muy merecidamente, forzaron el cuarto partido.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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