_
_
_
_
_

La revolución de Italia

Prandelli se las ingenia para que su selección practique un fútbol sofisticado con una zaga pesada y tosca

Diego Torres
Los jugadores de Italia celebran la victoria ante Inglaterra
Los jugadores de Italia celebran la victoria ante Inglaterra Fabio Ferrari (AP)

Dicen sus numerosos críticos que Cesare Prandelli ha traicionado la tradición del fútbol italiano. Afirman que su insistencia en la posesión del balón es un artificio de la vanidad, un intento frívolo por suprimir una tradición de renuncia a la pelota y contragolpe que se denomina genéricamente catenaccio y que ha permitido a Italia conquistar cuatro Copas del Mundo y ponerse a la altura de Alemania y Brasil sin tener ni de lejos los mismos recursos. Pero Prandelli no hace caso al rumor de la corriente. Como Löw en Alemania, pero con mucho menos apoyo, ha emprendido un camino de regeneración. Cree que el viejo calcio merece ser enriquecido con una organización más sofisticada.

Debemos mejorar la capacidad de verticalizar, para que Candreva y Marchisio se encuentren con más frecuencia en la posición justa"

Lo que sus críticos pasan por alto son los profundos rasgos italianos de la misión de Prandelli. Si el fútbol italiano se ha caracterizado por la explotación máxima de recursos en época de miseria, el técnico de Brescia, de 57 años, es un maestro de su especie. El sábado, en el partido más grandioso que se ha disputado en este Mundial, en Manaos contra Inglaterra, el seleccionador de Italia consiguió que su equipo emocionara al público elaborando jugadas con buen gusto sin tener apenas jugadores para eso. Las lesiones de Maggio y De Sciglio dejaron al equipo sin sus mejores laterales, Boniucci llegó fuera de forma, Montolivo se lesionó antes de viajar a Brasil, y Buffon se dobló el tobillo en Rio y no pudo jugar. La coincidencia de infortunios conspiró contra el equipo y el estilo que pretende introducir su seleccionador. Pero Prandelli, con un grupo de defensas pesados que a cualquiera le habrían echado atrás, se salió con la suya.

Prandelli saluda a los aficionados italianos tras el partido ante Inglaterra
Prandelli saluda a los aficionados italianos tras el partido ante InglaterraWarren Little (Getty)

Acomodó a Chiellini en el lateral izquierdo, a Darmian en el derecho, y al argentino naturalizado Paletta junto a Barzagli en el centro de la defensa. Era difícil atisbar en esa zaga jugadores ligeros, capaces de salir jugando con precisión. Pero Prandelli los hizo iniciar cada maniobra triangulando con Sirigu, el portero suplente. Incluso cuando los presionaron en su campo con Sturridge, Sterling y Rooney, la mejor delantera inglesa en décadas. Nadie rompió filas. Nadie rifó una pelota. Todos estaban evidentemente convencidos por un visionario. “En la defensa tenemos jugadores con una buena habilidad técnica”, argumentó, al acabar el partido. “Obviamente no tienen técnica de centrocampistas pero saben qué hacer. Cuando se habla de organización se habla de esto. No se puede improvisar la iniciación de las jugadas si no se ha probado. Ningún equipo se lo puede permitir, a menos que tengas jugadores extraordinariamente dotados técnicamente. Pero incluso así, todos los equipos deben hacer pruebas, y nosotros hemos probado para darle seguridad a los jugadores que tienen esta capacidad”.

Italia ganó su último Mundial con Cannavaro y Nesta, dos centrales cuya categoría no encuentra parecido en la plantilla actual. En el equipo de 2006 Gattuso ejerció de medio defensivo, escoltado por Perrotta y Camoranesi, que eran dos galgos, y a pesar de contar con Pirlo el equipo no administró la pelota con tanta precisión en el inicio de las jugadas. La tradición de desituar a dos y hasta tres volantes defensivos, y desconfiar de los centrocampistas más finos, formaba parte de una práctica que en Italia se relacionó con una suerte de identidad patriótica. El sábado Prandelli insistió en apartarse de esa línea y puso a De Rossi, un jugador bastante claro, como único pivote. Lo acompañó con Pirlo y Verratti, dos hombres con espíritu de medias puntas; por la izquierda les sumó a Marchisio, un llegador con buen sentido de los tiempos, y por la derecha alineó a Candreva, un extremo puro. “Esta noche”, dijo el técnico, satisfecho tras la victoria, “hemos comprobado que pocos equipos pueden poner la calidad que nosotros hemos puesto en el centro del campo. Tenemos que insistir y mejorar los movimientos entre líneas”.

No se puede improvisar la iniciación de las jugadas si no se ha probado"

La mejor Inglaterra que se ha visto en años se partió por el medio y no encontró el modo de desembarazarse del entramado italiano y acabó rendida (2-1). “Pensamos en meter a Pirlo, De Rossi y Verratti en el mediocampo para tener superioridad numérica”, expuso Prandelli. “Pero debemos mejorar la capacidad de verticalizar, para que Candreva y Marchisio se encuentren con más frecuencia en la posición justa. Planeamos el partido pensando que allí podría estar la solución”.

Parandelli recordó que la vieja cultura de resistencia al desaliento del fútbol italiano estaba presente de alguna manera en su modelo futurista. “Este equipo es maravilloso porque ha sufrido durante años”, recordó. “Ese sufrimiento es un don. La capacidad de sufrimiento es el don de un jugador y de un equipo. La profesionalidad, en cambio, es una virtud que hay que cultivar. Y en este sentido los jugadores han estado extraordinarios”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_