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Las cicatrices de Dempsey

El líder de Estados Unidos, criado en una caravana y rapero reconocido, transformó la prematura muerte de su hermana,a los 16 años por un aneurisma cerebral, en su fuente de inspiración

Alejandro Ciriza
Dempsey (i) celebra su gol frente a Portugal.
Dempsey (i) celebra su gol frente a Portugal.Stuart Franklin (Getty)

Cada vez que marca un gol, alza la cabeza y señala con sus dedos índices al cielo. La liturgia, que ha repetido ya dos veces en este Mundial, esconde detrás un nombre: Jennifer. La trayectoria vital de Cint Dempsey (Nacogdoches; 31 años) está plagada de espinas. Ninguna, sin embargo, tan dolorosa como la prematura muerte de su hermana con tan solo 16 años, a causa de un aneurisma cerebral. Ella es la destinataria de cada una de las dianas que firma el líder de Estados Unidos, la selección que puso contra las cuerdas a Portugal en la selva de Manaos. “Sentía mucha ira, pero con el tiempo me he recuperado. Una vez hablé con ella y me dijo que si ella fallecía me ayudaría a marcar goles desde allá donde estuviese. Por eso, cada vez que meto uno le envío un pequeño mensaje”, expresa el jugador, faro del equipo de Jürgen Klinsmann.

Criado en una pequeña localidad al este de Texas, Dempsey pasó la mayor parte de su infancia entre las paredes de la caravana en la que vivía su familia, de origen muy humilde, y las calles del barrio. Allí, sobre superficies arenosas, forjó una carácter rudo para hacerse un hueco en las pachangas de los chicos hispanos. Pese a que su padre fue un brillante jugador de fútbol americano en el instituto, él se decantó por el soccer y las cabriolas de Mágico González y Maradona, sus grandes ídolos. “Vi un vídeo del Mundial de 1986 y me enamoré de Diego. Su juego, su estilo, su actitud sobre el campo”, señala Clint, el cuarto de cinco hermanos, llamado así en un guiño de su padre a las películas de Eastwood.

Firmó 60 goles con el Fulham y es el segundo máximo realizador de EE UU, con 39 tantos en 107 partidos

Su carrera nació de un golpe de casualidad, cuando acompañó a su hermano Ryan a hacer unas pruebas con un club de la zona y captó la atención de los ojeadores mientras hacía unos toques en la banda. No tardó en despegar, pero las dificultades económicas de su familia le impedían los larguísimos y costosos desplazamientos para jugar y sus padres decidieron canalizar sus esfuerzos en Jennifer, muy habilidosa con la raqueta. El altruismo de las familias de sus compañeros de equipo solucionó el problema y pudo costearse los viajes, de seis horas, pero después vino el tremendo mazazo, la muerte de su hermana. Entonces tenía solo 12 años y supuso un punto de inflexión que, paradójicamente, se convirtió en su fuerza tractora.

Dempsey marca en el partido frente a Portugal, en Manaos.
Dempsey marca en el partido frente a Portugal, en Manaos.SIPHIWE SIBEKO (REUTERS)

Dempsey transformó la ira por una ambición desmedida por ser futbolista. Becado por la universidad de Furman, su talento no pasó desapercibido para los New England Revolution, de la Liga estadounidense, ni más tarde para la secretaría técnica del Fulham, que encontró en su llegada y su despliegue un arma poderosísima para desenvolverse en la Premier. Ojito derecho de la afición de Craven Cottage, permaneció en el barrio londinense seis temporadas, en las que rubricó 60 goles, antes de aceptar una jugosa propuesta del Tottenham primero y de regresar a casa el curso pasado, cuando fue alistado por el Seattle Sounders de la MLS.

Jugó en una ocasión con la mandíbula partida y ante Portugal lo hizo con el tabique nasal fracturado

Con su selección la huella es profunda. Es el segundo realizador histórico de EE UU con 39 tantos en 107 encuentros y ha participado ya en tres Copas del Mundo (2006, 2010 y 2014), además de proclamarse subcampeón y tercer mejor jugador de la Confederaciones en 2009. En la actual Mundial marcó el quinto gol más rápido en la historia del torneo al batir a Ghana a los 29 segundos. Y el lunes, frente a Portugal, volvió a exhibir su pegada al alojar el balón en la red en un complicado remate con sus abdominales. “Tiene todas las herramientas y mucha hambre. Es un ejemplo, un gran capitán”, le ensalza Klinsmann, quien confeccionó para Brasil un grupo de atletas competitivos entre los que incluyó a Dempsey y obvió a Donovan, con un perfil más artístico sobre el césped, pero menos solidario sobre el césped.

Tipo duro, excelente llegador desde segunda línea y provisto de un chasis poderoso (mide 1,85 y pesa 78 kilos), el norteamericano jugó en una ocasión con la mandíbula partida y ante Portugal lo hizo con el tabique nasal fracturado, renunciando a una protección porque le restaba visión periférica. Una moradura bajo el ojo y diversas cicatrices revelan hoy día heridas de guerra. Ninguna como la pérdida de su hermana, a la que recuerda en algunas letras tristes que componen su rap, su válvula de escape. Bajo el pseudónimo de Deuce (diablo), acaba de editar un disco de 13 canciones y en 2006 protagonizó el videoclip Don't Tread (no me pises) junto al cantante Big Hawk, asesinado a tiros unos meses después. En el fotograma final, Dempsey deposita un ramo de flores en la tumba de Jennifer. Al fin y al cabo, la auténtica inspiración de sus goles.

VÍDEO: Dempsey, protagonista del videoclip Don't Tread.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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