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A Batman le roban el móvil en un bar

Un pintor de brocha gorda de un barrio pobre de São Paulo decidió dar seguridad vestido de superhéroe

Antonio Jiménez Barca
Un aficionado en São Paulo.
Un aficionado en São Paulo.GETTY

No todo es fútbol. Es verdad que las calles de São Paulo se llenaron el lunes de hombres y mujeres vestidos de rojo (chilenos) o de naranja (holandeses), que la alcaldía estuvo a punto de decretar fiesta porque jugaba Brasil, y que se esperaba un atasco de los que hacen época media hora antes de que comenzara el partido contra Camerún. Pero eso, no todo es fútbol. Sin ir más lejos, en esta ciudad enloquecedora y viva de 11 millones de habitantes en la que a 100 metros de una sucursal de Tiffany & Co digna de Audrey Hepburn duerme un tipo en la calle arrebujado de mantas, ocurren muchas cosas continuamente. Algunas malas, es verdad. Pero otras muy buenas y otras, inclasificables.

Basta poner la televisión para quedarse hechizado con historias que parecen crecer en las mismas calles. Una de ellas es la de un pintor de brocha gorda de un barrio pobre de São Paulo que decidió hace tiempo confeccionarse un traje casero de Batman, pintó su coche de negro (aunque en el maletero guarda botes de pintura azul del trabajo) y decidió dedicarse a dar seguridad a los vecinos de la zona vestido de superhéroe de tebeo. En el reportaje salía con los brazos cruzados, en un esquinazo, oteando una calle en cuesta, como el que espera que por allí aparezca un pelotón de malhechores. Lo malo es que cuando se paró a descansar un rato y a tomar un cafetito en una tasca, en un descuido un joven le birló el móvil que había dejado en la barra. Las cámaras del bar lo registraron todo. Batman salió detrás del ladrón, logró atraparlo, amarrarlo con una cuerda y esperar con el ladrón en el suelo a que llegara la policía. No se privó, según la prensa brasileña, de pisar la cabeza del joven con la bota, algo que no habría hecho el Batman de verdad (¿de verdad? ¿El de película es el de verdad?).

Y en otra parte de la ciudad, un batallón de adolescentes de barrio (la periferia de esta macro-ciudad palpita) se han inventado un baile a medio camino entre el break-dance y el movimiento espasmódico de un robot borracho que constantemente se lleva las manos a la cara. Se llama passinho do romano porque se creó en una zona de la ciudad cercana al parque Romano. El primero que lo bailó fue un tipo ya veinteañero que murió en un reciente accidente de moto. Sus seguidores tienen cientos de miles de visitas en Internet y hasta dan clases a distancia. En el reportaje de la televisión salía la madre de uno de estos bailarines de 14 años asegurando que, aunque su hijo sea un fenómeno moviéndose, lo primero es la escuela.

En esto coincide con Batman. También él decía en la televisión que tiene dos hijos y que lo primordial es que vayan a la escuela.

Entonces el periodista le contestó: “Al final va a ser verdad que es usted un héroe”.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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