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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Narciso ante el espejo

Cristiano Ronaldo sí batió un récord histórico en este Mundial de Brasil: es el jugador con más peinados por partido

Cristiano Ronaldo se lamenta por una ocasión fallada ante Ghana.
Cristiano Ronaldo se lamenta por una ocasión fallada ante Ghana.ap

Cristiano Ronaldo sí batió un récord histórico en este Mundial: es el jugador con más peinados por partido. Un corte de pelo para cada encuentro.

Como el gran delantero que es, el portugués ha ido adaptando su estrategia capilar para cada momento. Ante la poderosa Alemania, se mostró prudente y conservador: llevaba el corte básico de inspiración Sergio Ramos que ha marcado tendencia en esta Copa. Desde Uruguay hasta Ghana, de Dani Alves a Arturo Vidal, las estrellas se han dejado seducir por el concepto cabeza de pincel: rapado alrededor del cráneo con apertura superior, en variante cresta a lo Balotelli o con pelea de gatos tipo Neymar. La opción Cristiano Ronaldo incorporaba hectolitros de gel hasta conseguir un efecto rizo, arriesgado y a la vez fresco.

Lamentablemente, no funcionó. Los portugueses perdieron por 4 a 0.

Ante Estados Unidos la consigna era sorprender o morir. CR7 comprendió que debía ofrecer algo inesperado, que hiciese olvidar el pasado, que transmitiese un mensaje de renovación. Incrustó en un lado de su cabeza una audaz marca de relámpago con reminiscencias a la Z del Zorro, aerodinámica y con un punto épico. El objetivo era confundir al rival con su rabioso mensaje estético.

Cada gesto suyo ante la cámara parece entrenado durante horas de agotador trabajo ante el espejo

La Z —o V según se vea— causó furor en las redes sociales. Las masas se pronunciaron a favor o en contra. El público ensayó todo tipo de interpretaciones. La madre de un niño enfermo tuvo que desmentir públicamente que el peinado se debiese a razones humanitarias. Algunos medios de comunicación especularon con que la marca prefiguraba la jugada del segundo gol portugués en el partido. Pero los resultados no alcanzaron. El partido se saldó con un empate, quizá debido al efecto compensatorio de la pelambrera rastafari de Kyle Beckerman.

Finalmente, ante Ghana, Ronaldo ensayó una nueva ofensiva: la vuelta a las raíces, pero radicalizadas, profundizando el rapado hasta eliminar la marca del zorro y añadiendo cremas y gominas para construir una estructura de flequillo poderoso, con tintes Santiago Calatrava.

Y bueno, ya sabemos lo que pasó.

Cristiano Ronaldo no sólo ha diseñado profundamente sus cortes de pelo. Cada gesto suyo ante la cámara parece entrenado durante horas de agotador trabajo ante el espejo. Si algo le sale bien, luce como un comercial de dentífrico. Si sufre una injusticia del árbitro, como uno de hemorroides. Puede celebrar un gol haciendo de orangután, para exhibir su musculatura. Se atreve a declarar sin ruborizarse que el mundo lo envidia por ser “rico, guapo y buen jugador”.

Cuando Mourinho dice barbaridades en público, sabemos que juega un papel fríamente medido para quitar presión a los jugadores. En cambio, Ronaldo carece de esa capacidad de cálculo. Él lo piensa de verdad. Está obsesionado consigo mismo y su aspecto, mucho más que un actor de Hollywood. Por Dios, es el único futbolista que se hace fotos para la portada de Vogue con una modelo profesional... ¡Y el que sale desnudo es él!

Su narcisismo es en parte culpable de que haya llegado en malas condiciones al Mundial. Mientras Messi jugó la Liga con calma, reservándose para el último gran reto de su carrera, el portugués ha jugado la Liga y la Champions hasta el final, forzándose en cada segundo, sin ahorrar energías, con ganas de ser un héroe en cada partido. En Brasil, el agotamiento le ha pasado factura. Y él no hace mucho por ayudar. Su exagerada musculatura pectoral puede estar volviéndolo más lento, pero mantiene su adicción a las pesas. Él quiere un cuerpo que se vea así.

La mayor víctima de su obsesión consigo mismo es su equipo. Ronaldo piensa que si está mal, el mundo está mal

La mayor víctima de su obsesión consigo mismo es su equipo. Ronaldo piensa que si está mal, el mundo está mal. En consecuencia, se ha dedicado a minar la moral de los suyos de pura rabia. Tras el partido con Estados Unidos, declaró en público que Portugal no era favorito, palabras que deprimieron al resto de la plantilla. Tampoco gustó a los portugueses que se atribuyese en exclusiva el mérito por la clasificación de su país a Brasil, despreciando el trabajo de los demás. Y durante la derrota ante Alemania, sus gestos de desprecio no estaba dirigidos al rival, sino a sus propios compañeros.

Puedo imaginarme cómo estarían los ánimos en el vestuario, con esta estrella que insulta a todos los demás mientras se preocupa maniáticamente por la salud de su cabello. Significativamente, su único gol no fue producto de un pase sino de un rebote. Y tras convertirlo, nadie corrió a saludarlo.

El fútbol es un trabajo de equipo. Puedes ganar sin tener al mejor delantero del mundo. Pero no puedes si tu equipo no se entiende. El entrenador de Alemania basó su estrategia ante Portugal precisamente en Ronaldo y Nani, que suben para atacar... Pero luego no bajan. Por los espacios a sus espaldas se colaron cuatro goles. Aunque Cristiano mejoró en los siguientes partidos, este ha sido su peor Mundial. Mientras Neymar y Messi brillan y marcan, él ha estado pobre en un equipo pobre. Y para la próxima Copa, ya tendrá más de 30 años.

La mitología griega cuenta que Narciso, un joven que había despreciado el amor de los demás, se enamoró de sí mismo al ver su reflejo en un río. Quedó tan embobado que quiso acercarse para besar la imagen. Y al hacerlo, cayó al agua y se ahogó. A Cristiano Ronaldo lo amenaza el espejo. Y cuando se ahoga, arrastra con él a todo un equipo.

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