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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

México rompió el espejo

La selección mexicana fue durante unos minutos Holanda, y Holanda, la doliente México Tras el gol de Dos Santos, todos volvieron ser ellos mismos

Jan Martínez Ahrens

La luz, el sonido y las ondas de agua tienen una particularidad llamada reflexión, esto es, son capaces de regresar al punto de partida. Este fenómeno permite la existencia de esos objetos milagrosos que son los espejos. Este domingo, a la luz, el sonido y las ondas del agua se sumó durante unos minutos maravillosos la selección de México. El equipo que dirige el Piojo Herrera, ese ser originado en las fraguas de Vulcano, logró atravesar el espejo y convertirse en Holanda. Avanzó, regateó, disparó como se esperaba de los holandeses. Y estos sufrieron como se esperaba de los mexicanos. La inversión era total. Un espejo nítido donde la derecha era la izquierda, y México, Holanda.

Eso duró hasta el minuto 7 de la segunda parte, cuando Giovani Dos Santos marcó gol. El tiro entró como un cuchillazo en la portería naranja. Y algo en ese potente disparo rasgó el sutil mundo de las ondas. La reflexión se quebró, México abandonó el espacio especular, y volvió a convertirse en México, esa selección doliente. Su descenso a los infiernos fue lento, pero constante. Perdió espacios, dejó el cuchillo en algún bolsillo olvidado, abandonó el movimiento, lo que en física equivale a enfriarse. Holanda recuperó su ser. Con creciente pujanza luchó contra su mito de selección trágica y se reencontró. Cuanto más cerca del abismo, mayor fue su gloria. Esa fue su victoria: dejarse de espejos y tonterías, y ser ella misma. Dos goles lo dejaron claro.

Habrá quien piense que lo ocurrido hasta el minuto 7 de la segunda parte fue un espejismo. Pero las leyes de la óptica muestran otra cosa. La trayectoria de México cumplió con la física al milímetro. Su fútbol regresó al punto de partida como las ondas de luz lo hacen ante un espejo. Durante esos vibrantes minutos México fue efectivamente otra. Y el cielo fue suyo. Jugó como todos soñaban que jugase. Lástima que no durase más. Pero así son los espejos. Reflejan algo que está en otro lugar. En el caso mexicano, a un paso de convertirse en una selección que hará historia.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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