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Caen Robredo y Feliciano

Las derrotas ante Federer y Wawrinka, sumadas a la de Nadal, dejan el torneo sin españoles

J. J. MATEO
Feliciano, durante el partido contra Wawrinka.
Feliciano, durante el partido contra Wawrinka.S. PLUNKETT (REUTERS)

La aventura de Feliciano López concluyó en octavos de Wimbledon, donde Stan The Man Wawrinka, el número tres mundial, le detuvo en un encuentro para cabezas fuertes: pese a ir con la lengua fuera en la primera manga y afrontar punto de set en contra en la segunda, el suizo, al que siempre se le atragantó la hierba, fue capaz de imponerse 7-6, 7-6 y 6-3 al español, que venía de llegar a la final del Queen’s, de ganar Eastbourne y de sentirse en plenitud, porque su saque causa estragos sobre césped y su revés cortado es un argumento pleno en hierba, y no solo un recurso, como en otras superficies. La derrota del toledano, unida a la de Tommy Robredo ante Roger Federer (1-6, 4-6 y 4-6), tuvo un doble efecto. Habrá un suizo en semifinales, porque se cruzan los dos compatriotas, y Rafael Nadal, que juega hoy los octavos con el australiano Kyrgios, es ya el único español en Wimbledon.

El partido entre López y Wawrinka no acabó con el último punto. Ya terminado, aún conversaban a pleno pulmón en la red los dos rivales, resolviendo sus cuitas. “Fue un partido tenso”, reconoció el suizo, al que el español afeó que interviniera en una conversación que él estaba manteniendo con el juez de silla. “Pero no pasó nada importante”, insistió el campeón del Abierto de Australia. “No hay ningún problema. A veces, las cosas pasan”.

A Robredo el partido se le escurrió de entre los dedos en un visto y no visto. Tras derrotar a Roger Federer en octavos del Abierto de Estados Unidos 2013, el español acudió a la cita penando un 1-10 en el cara a cara con el suizo. A la vuelta de tan solo 94 minutos, casi como un partido de fútbol, el campeón de 17 grandes levantó los brazos tras dominar de cabo a rabo un encuentro en el que se jugó demasiado rápido y demasiado a ras de hierba para Robredo. El español cedió su primer saque, y desde entonces ya no vio más que el dorsal de su contrario, siempre a contracorriente, pese a gozar de una bola de break en el último minuto.

“Estoy muy feliz”, admitió Federer. “Empecé fuerte y mantuve la ventaja todo el partido. Estoy sacando bien, moviéndome bien, restando bien. No me importa lo que digan los periodistas o los expertos”, avisó. “Todo lo que tiene que pasar para que avance en el torneo está pasando. Mi juego está aquí. Lo importante es no tener altibajos en el juego. Ahora es cuando el torneo empieza de verdad. Jugar con Stan es increíble”, cerró.

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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