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El cansado corazón de Di Stéfano

En el último año la leyenda del fútbol vivió protegido por sus hijos, que se hicieron cargo de él tras obtener su custodia ante juez

Mábel Galaz
Alfredo Di Stéfano, en una de sus últimas imágenes.
Alfredo Di Stéfano, en una de sus últimas imágenes.CORDON

El sábado Alfredo Di Stéfano se sentía algo mejor y aceptó la propuesta de sus hijos de salir a comer para celebrar sus 88 años, que había cumplido el día anterior. La familia eligió un restaurante cerca del estadio Santiago Bernabéu, en el que tantas tardes de gloria vivió la leyenda madridista. Fue en la sobremesa cuando comenzó a sentirse mal. El Samur acudió en su auxilio. El cansado corazón de Di Stéfano se volvía a resentir. Tras 18 minutos en parada cardíaca, los médicos lograron estabilizarle y fue ingresado en el Hospital Gregorio Marañón. 48 horas después su vida se apagaba rodeada de su familia y de varios directivos del Real Madrid, con su presidente, Florentino Pérez, al frente.

Di Stéfano apenas siguió los partidos del Mundial de Brasil. Su último mes de vida fue un continuo ir y venir al hospital. Hasta siete veces tuvo que ser ingresado. El corazón le fallaba y otros órganos vitales también se resentían. Todo parecía indicar que el final de acercaba. Pero hasta que pudo, Di Stéfano se agarró a la vida. La Liga la siguió casi toda por la televisión al igual que la final de la Liga de Campeones. Hacía tiempo que casi ya no iba al fútbol, solo en contadas ocasiones, ni tan siquiera al palco del estadio Santiago Bernabéu donde en cada partido tenía reservado su asiento como presidente de honor del club. No eran solo sus problemas de movilidad, que le obligaban a desplazarse en una silla de ruedas, quienes se lo impedían, su cabeza también le jugaba malas pasadas.

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Sus hijos y el Real Madrid intentaron cuidar y preservar la imagen de esta leyenda del fútbol en el último año. Tras meses de ver a Di Stéfano en los medios de comunicación por su supuesto compromiso con Gina González, su familia se decidió a proteger a su intimidad. El 1 de octubre de 2013 sus hijos lograron su custodia y la de sus bienes, como paso previo a su incapacidad. Sus últimas declaraciones datan de mediados de julio pasado. "Mis hijos me cuidan muy bien. Si no me cuidan ellos, ¿quién lo va a hacer?". Así se pronunciaba Di Stéfano en una entrevista al programa de Telecinco AR. "Estoy bien, recuperándome", añadía.

El 24 de abril, los cinco hijos de Alfredo Di Stéfano acudieron a un tribunal de Madrid para pedir la incapacidad de su padre. Poco antes habían descubierto que en los juzgados de la madrileña calle de Pradillo habían comenzado a tramitarse los papeles para celebrar la boda de su progenitor con Gina González, su secretaria, representante y acompañante en los últimos años. El 26 de abril, el juez admitió la demanda. Ocho días después, la pareja anunciaba que se casaba. La boda nunca llegó y la mujer despareció.

Di Stéfano no era un rico. Poseía un par de pisos y algunos ahorros. Su patrimonio era el deportivo. Cuando Florentino Pérez decidió que fuera presidente de honor, lo hizo para ayudarle. El club dispuso que tuviera un sueldo —algo que no tiene ningún directivo— de 180.000 euros al año y llegó a un acuerdo para gestionar un museo con su patrimonio deportivo —camisetas, botas, trofeos...— por el que el club le paga otros 120.000 euros. Además, tenía dos contratos con el diario Marca, uno para escribir artículos y otro por el que cede su nombre para un trofeo que el periódico otorga anualmente. Con ese dinero, el mítico jugador disfrutaba de una acomodada vejez. Tras su muerte, el patrimonio deportivo de Di Stéfano será muy valioso. En esa sociedad, el jugador ha depositado todo su legado. También está registrado su nombre y comercialización.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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