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Antes de Maradona y Messi

Argentina despide a un astro oscurecido en la memoria por las hazañas de sus sucesores

Di Stéfano, Messi y Maradona en un acto de Marca.
Di Stéfano, Messi y Maradona en un acto de Marca. JAVIER SORIANO (AFP)

No se puede decir que Alfredo Di Stéfano no era profeta en su tierra. Lo fue. Pero un profeta y no dios mismo, como lo ha sido para los argentinos Maradona y como puede llegar a serlo Messi si gana el Mundial de 2014. Jugó solo cuatro de sus 25 años de carrera como atacante en Argentina, entre 1945 y 1949, y disputó apenas diez partidos con la selección albiceleste, que le bastaron para meter seis goles en la Copa América que conquistó en 1947. Pero en los periódicos y en las redes sociales en Argentina este lunes lo recordaban en una foto histórica junto con Maradona y Messi. Está claro que fue el primer astro internacional de esta tierra que cada tres décadas pare uno nuevo.

“Murió el gran Alfredo Di Stéfano”, tituló el periódico Clarín. “Murió la Saeta Rubia que se convirtió en una leyenda del fútbol”, destacó La Nación. Este diario porteño también le recordaba a los lectores que fue uno de los “mejores jugadores del siglo XX”, según la FIFA, junto con Maradona, Pelé, Johann Cruyff y Franz Beckenbauer, y que ganó cinco Copas de Europa con el Real Madrid. No todos los argentinos, en especial las generaciones de la era maradoniana y posteriores, conocieron a Di Stéfano ni saben de aquellas hazañas. Influye el hecho de que nunca jugó en un Mundial. Además, en los 50 y 60 ni la Liga española ni la Copa de Europa se seguía en vivo por televisión en Argentina, como ahora. “Conmoción en el mundo del fútbol”, advirtió este lunes el portal de noticias Infobae. “Fue una gloria eterna del Real Madrid”, señaló Olé.

“Había problemas políticos”, decía de su ausencia con Argentina en los Mundiales

Di Stéfano nació en 1926 en Barracas, un barrio del sur de Buenos Aires, vecino de La Boca, que por entonces ya había dejado de ser residencia de familias ricas y se había convertido en tierra de obreros italianos y sus descendientes. Don Alfredo era nieto de un napolitano. Se crió en ese barrio de cafeterías de mala reputación y fábricas, hoy refugio de algunos artistas, y siempre mantuvo el acento arrabalero, pese a que vivió la mayor parte de su vida en España. Quizá en la escuela aprendió una frase de Martín Fierro, la obra poética emblemática del género gauchesco, que le quedó grabada para su carrera futbolística: “Era toro en mi rodeo y torazo en el rodeo ajeno”.

Debutó en River a los 19 años, a la sombra de la delantera llamada La Máquina, que integraban Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Lousteau y que ganó las Ligas de 1941, 1942 y 1945. Precisamente, en este último año apareció Di Stéfano, que jugó 17 partidos y no marcó ningún gol. Entonces los millonarios lo prestaron a Huracán, club de un barrio vecino de Barracas, y allí anotó diez en 25 partidos. En 1947 regresó a River y brilló: metió 27 tantos en 29 partidos y dio la vuelta olímpica. Ese mismo año debutó con la selección en el entonces llamado Campeonato Sudamericano, que se disputó en Ecuador, y también lo conquistó. Fue uno de los dos máximos artilleros del campeón. En 1949 jugó otros cuatro partidos más con Argentina y nunca más volvió a vestir la albiceleste. En 1957 debutó con la selección española.

Di Stéfano decía que nunca olvidaba dos partidos de su carrera: cuando se estrenó en River, donde jugó hasta 1949, y cuando lo hizo con la selección argentina. En 1999 le preguntaron si no le hubiera gustado seguir jugando por su país y la Saeta Rubia contestó: “Yo gané el Sudamericano del 47, pero después no había partidos internacionales como ahora. Había problemas políticos por lo que Argentina no intervenía en el Mundial”. El Gobierno de Juan Domingo Perón no quiso que su selección jugara en Brasil 1950 ni en Suiza 1954. También le jugaba en contra el hecho de vivir lejos, primero en Colombia (1949-1952) y después en España (1953-1966): “Eran otras épocas. Ahora en 12 horas estás en Buenos Aires, antes tardabas 36 o 44”.

Pero en 1969 Di Stéfano tomó el avión y se radicó en Buenos Aires para entrenar a Boca Juniors y consagrarlo campeón. Al año siguiente volvió a España. Regresó a Argentina en 1981 para dirigir a River y ganar con él una Liga en unas finales históricas ante Ferro. En 1982 se fue a España y solo volvió a dirigir en Argentina en 1985, pero aquella vez no le fue bien con Boca. Con el correr de los años la figura de Maradona lo fue oscureciendo en el santuario de los hinchas albicelestes, el mismo que ahora se encomienda a Messi.

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