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Detrás de un alemán siempre hay otro

Greipel gana un sprint en el que no pudo competir el imbatible Kittel por avería mecánica

Carlos Arribas
Andre Greipel esprinta para conseguir la victoria.
Andre Greipel esprinta para conseguir la victoria. Peter Dejong (AP)

El Giro es una novela en la que aunque cada capítulo abra variables interesantes se puede predecir con bastante antelación hacia dónde conduce la acción. En el Tour, en cambio, cada capítulo es un sobresalto que puede cambiar todo el ritmo narrativo. Y tras este preámbulo, Giuseppe Martinelli, el director del líder Nibali (y también, en 1998, el director del último italiano que  ha ganado el Tour, Marco Pantani, y en 2010 el director del Contador que subió al podio de París para luego perder el Tour por el clembuterol), dice que por eso más vale que no se le pregunte por lo que puede pasar dentro de una semana porque ni siquiera podía anticipar lo que iba a pasar dentro de unas horas en una etapa llana, ventosa, lluviosa, afrontada por un pelotón atacado de fatiga nerviosa y dolores en todas partes del cuerpo 24 horas después del pavés doloroso para tantos y tan glorioso para su Nibali.

CLASIFICACIÓN

ETAPA

1. André Greipel (ALE/Lotto) 4:11:39.

2. Alexander Kristoff (NOR/Lotto) m.t.

3. Samuel Dumoulin (FRA/AG2R) m.t.

4. Mark Renshaw (AUS/Omega) m.t.

5. Peter Sagan (SVK/Cannondale) m.t.

GENERAL

1. Vincenzo Nibali (ITA/Astana) 24:38:25.

2. Jakob Fuglsang (DIN/Astana) a 2.

3. Peter Sagan (SVK/Cannondale) a 44.

10. Alejandro Valverde (ESP/MOVISTAR) a 2:11.

18. Alberto Contador (ESP/Tinkoff) a 2:37.

Tanta sabiduría que se le supone a Martinelli le podría haber valido al menos para aventurarse a pronosticar una victoria alemana al sprint, un territorio en el que es difícil equivocarse en el 101º Tour. Las tres primeras llegadas masivas las ganó Marcel Kittel, imbatible, y el toro de Turingia era el favorito lógico para ganar la cuarta, la prevista en Reims no lejos de la avenida del Champagne. “Al menos, su equipo, el Giant, controlará la etapa y nuestro Astana, el mejor equipo de este Tour, un grupo fuerte y cohesionado alrededor de su líder, podrá dejar por un día la responsabilidad que debe asumir después de la retirada de Froome”, dijo Martinelli. “Porque ahora el favorito es el nuestro, es Nibali”. No se equivocó totalmente en eso (el Giant controló la fuga, en la que, como casi siempre, estaba el español Maté, que al final se ganó el premio de la combatividad, pero al final fue el Omega el que, aprovechando el caos provocado por las múltiples caídas y por los cambios de la dirección del viento se pasó los kilómetros finales jugando con el pelotón, amenazando abanicos, generando una tensión insoportable en todos los líderes), pero si hubiera apostado por una victoria de Kittel se habría equivocado: ganó un alemán, también otro que como a Kittel le gusta lucir los músculos de su tren superior, y por eso, por lo bruto que parece, le llaman Hulk, un antecesor de Kittel veterano llamado Andre Greipel. Este verano, en todos los continentes, detrás de un alemán ganador siempre hay otro esperando. A Kittel se le rompió la bici a varios kilómetros de la llegada, y tal como habían puesto el día los Omega de Tony Martin, insaciable, y Kwiatkowski, cabezón, con el pelotón convertido en pequeños grupos sueltos, desperdigados, sin ánimo, no tuvo posibilidad de volver a la cabeza.

Ahora el favorito es el nuestro, es Nibali”, señala el director del Astana, Martinelli

Y, sin embargo, como al final la sabiduría ciclista le desborda y está de subidón, Martinelli se aventuró a anticipar algo de lo que sucederá en los próximos capítulos. “Conociendo a Alberto [él, y también su Nibali, se refieren siempre a Contador por su nombre de pila, nunca por su apellido], conociendo su rabia interna, su rebeldía y su carácter luchador, estoy seguro de que nos atacará el sábado y el lunes, pero que no olvide que Nibali también es un atacante, ¿eh?”, recuerda el director bresciano.

El sábado el pelotón entra en la línea azul de los Vosgos y, después de unos últimos kilómetros escabrosos, alcanza la ciudad de Gérardmer al final de La Mauselaine, un repecho corto (1.800 metros), pero empinado como un muro (10,3% de media, con un paso al 13%); el lunes es La Planche de les Belles Filles, allí donde Froome reveló su fortaleza en 2012, el primer final montañoso. “Y seguro que Nibali estará bien”, dice Martinelli. “Lo único que le puede pasar es lo que les pasa a tantos escaladores después de una primera semana llana en la que han rendido al máximo, que el primer puerto que suban se les atragante. Eso ha ocurrido muchas veces a grandes favoritos del Tour, pero espero que el mío no sea uno de esos”. Martinelli solo habla de “Alberto” y Nibali casi también. Es el enemigo temido, el cambio de pareja en un duelo en el que parte tras el llano con 2m 37s de ventaja, “que no son nada, ¿eh? Queda tanto Tour…”.

A Philippe Mauduit, rubio y rey de la amabilidad, y también director de Contador, se le cuenta en plan espía el pensamiento profundo de Martinelli, y él no responde nada. Sonríe con sonrisa de complicidad y guiña el ojo, confiado en su Alberto, confiado en un fin de semana vosguiano que puede seguir sobresaltando al Tour. Pero ahora a su favor, por supuesto.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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