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Funeral en la granja

Brasil aguarda el último partido deprimida y pendiente de la visita de Neymar, lesionado

Teresópolis -
Scolari saluda a Neymar en la visita del delantero a la concentración brasileña
Scolari saluda a Neymar en la visita del delantero a la concentración brasileñavanderlei Almeida (AFP)

Quedan todavía 30 kilómetros para llegar a Teresópolis y a Roberto, que trabaja de taxista en Río de Janeiro, se le humedecen ya los ojos. “Con el 0-2 cambié de canal”, viene contando. “Puse un canal de cine… Mi mujer insistía en que Brasil iba a reaccionar, pero yo le dije que iba a ser un auténtico desastre. Fue horrible: cada vez que hacía zapping me encontraba con otro gol…”. La espléndida granja Comary, reformada en los dos últimos años por un coste de 5 millones de euros, parece un auténtico velatorio en medio de una niebla espesa. Los jugadores se resguardan en sus habitaciones hasta el entrenamiento de por la tarde. Coches oscuros con los cristales tintados entran y salen del edificio principal. Sólo la anunciada llegada de Neymar para “apoyar a sus compañeros” (hábil maniobra para tratar de distraer la atención del desastre) generó una mínima fracción del entusiasmo multitudinario que se vio en este fresco pueblo serrano el pasado domingo, antes de viajar la selección al calvario de Belo Horizonte. Los periodistas brasileños que esperan el aterrizaje del ídolo acusan de repente el cansancio del Mundial. “Está acabando, está acabando”, bromean en una sala de prensa notoriamente silenciosa.

Se espera que en uno de esos coches arribe a Comary el todavía presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, José María Marin, desde cuyo entorno ha trascendido ya que Scolari no seguirá al frente de la selección después de esta Copa. Marin se encuentra frente a un “infierno” mucho mayor del que ya pronosticó si Brasil no conquistaba el hexacampeonato. Las reclamaciones ya antiguas de los diversos estamentos del fútbol brasileño encuentran un caldo de cultivo idóneo. El ex campeón y hoy diputado Romario rompió ayer la tregua que había observado durante el desarrollo de la Copa y afirmó que tanto Marin como su delfín, el presidente entrante Marco Nolo del Pero Neymar, “deberían ir a la cárcel”. “Nuestro fútbol se viene deteriorando hace años, siendo succionado por […] una banda de ladrones y corruptos”, exclamó Romario. Neymar, como era de esperar, hizo una lectura más amable tras aterrizar en Teresópolis: “Nos vamos fracasados, pero es parte del fútbol y levantaremos pronto la cabeza”.

La catástrofe del martes ha desnudado la crisis de un fútbol profundamente endeudado, con estadios relucientes que en algunos casos no tienen aún un uso futuro, en el que ningún equipo ha alcanzado la semifinal de Libertadores y donde la asistencia media de público por partido está por debajo de la Liga australiana o estadounidense. “La revolución del fútbol alemán comenzó hace 14 años”, titulaba el diario Estado de Sao Paulo para explicar que quizá el 7-1 no un resultado tan abultado si se tiene en cuenta que Alemania inició hace una década una transformación basada en la formación y la sustitución del gasto millonario en jugadores extranjeros por inversión en clubes locales que le ha llevado a la final de la Copa y ha hecho hoy de la Liga germana el torneo más rentable de Europa.

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El auténtico legado de este Mundial para Brasil parece ser, pues, la modernización de su futebol. Scolari vive sus horas más bajas, y tras la victoria argentina de anteayer ni siquiera puede utilizar al gran rival para motivar a sus jugadores de cara al partido de mañana en Brasilia. Por Teresópolis corre el rumor de que jugadores y técnicos van a entregar las primas por alcanzar el tercer (o cuarto puesto) a instituciones de caridad para lavar su estropeadísima imagen. “Algún día les contaré a mis nietos que estuve aquí después del 7-1”, sigue diciendo Roberto. “Les contaré que llovía como si el mundo se fuese a acabar”. Para comer algo y esperar a que escampe propone ir a un sitio “bueno y barato que está cerca del lago. Se llama Brasileirinho, si es que no le han cambiado el nombre desde el martes…”.

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