_
_
_
_
_

Roto y sangrando, Contador abandona

Una caída descendiendo un puerto en pelotón acaba con las esperanzas de regeneración del chico Pinto cinco días después de la retirada de Froome

Carlos Arribas
Contador, sangrando de la rodilla tras su caída.
Contador, sangrando de la rodilla tras su caída.Christophe Ena (AP)

En solo cinco días, todos de lluvia, de niebla, de carreteras imposibles, de pavés y de ascensiones incesantes por carreteras mínimas, el Tour ha perdido a sus dos grandes favoritos, una circunstancia que los más viejos de la carrera no recuerdan que se hubiera producido nunca. Cinco días después de que en una rotonda resbaladiza, antes de entrar en el pavés de Roubaix, el ganador del 13 y favorito del 14 sufriera su tercera caída en dos días y arrojara la toalla con fractura de muñeca, bajando un puerto de los Vosgos se cayó el designado como su gran rival, Alberto Contador, quien también abandonó.

El italiano Vincenzo Nibali, partido como el tercero en discordia o árbitro del duelo, ganó la etapa el día en el que justamente Contador había pedido a sus amigos que no dejaran de ver la tele, pues iba a atacar a lo grande, recuperó el maillot amarillo prestado la víspera a Tony Gallopin y se convirtió en favorito único para la victoria. El Tour justo ha llegado a su mitad, pero quedan aún Alpes, Pirineos y la gran contrarreloj.

Al comienzo de las Chevrères, justo en la curva donde la carretera se inclina imposible, los del pueblo de al lado han colocado una pancarta. “Aquí comienza el vía crucis”. Aviso de dolor insufrible para los supervivientes animosos; aviso innecesario para Contador, quien solo la pudo ver desde el coche de su equipo, sentado a la derecha del conductor, con la rodilla derecha destrozada, quien ya ha sufrido su propia y solitaria, e inútil, ascensión al monte del Calvario unos kilómetros antes. Caído en el descenso del Petit Ballon, una de tantas colinas de cima redondeada, como un globo, que dan su carácter único a los Vosgos, Contador recibió, de pie en la cuneta, las primeras curas en una rodilla derecha que no paraba de sangrar; después, con una tranquilidad extraordinaria, sin que le temblaran las manos, se sentó en un pequeño talud y se cambió la zapatilla izquierda, destrozada en la caída. Tenía el culotte destrozado, como los toreros la taleguilla tras una cogida, pero no reaccionó con furia sanguínea, sino con fría calma, aunque con la mano pedía al médico que se diera más prisa en vendarle.

Caído en el descenso del Petit Ballon, se destrozó la rodilla derecha

A su alrededor, su mecánico, los mecánicos, sus directores, Philippe Mauduit y Bjarne Riis, danzan un baile de nervios. Todo el episodio transcurre en cinco minutos. Por delante, aunque aminorando la marcha, el pelotón ha seguido. Sobre una bici nueva, Contador volvió a la carrera y ascendió otro primera, el col de Platzerwasel. Debe de sentir un dolor atroz, un dolor que en el descenso se hizo inaguantable, un sufrimiento innecesario. 18 kilómetros después de la caída, Contador se retiró. Después, cuando en el camión de la llegada le hicieron las primeras radiografías, se descubrió que todo eso lo había pedaleado con una fractura de la meseta tibial, con un hueso roto. En su equipo, el Tinkoff, aseguraron que debería pasar por el quirófano, por lo que lo más probable es que no esté restablecido para correr la Vuelta, que comienza el 23 de agosto.

“Estábamos bajando a toda velocidad, muy rápido, cuando vi que detrás de Bennati, su guía, me adelantaba Alberto, y unos segundos después le vi en el suelo, se cayó justo delante de mí”, dijo Nibali. “Y yo mismo sentí miedo por mí mismo, porque yo también me vi en el suelo”. Y también Alejandro Valverde, que tras la etapa ascendió a tercero en la general, vio caerse al líder del Tinkoff delante de sus mismas narices. “Seguramente pilló un socavón y no llevaba agarrado firme el manillar y se fue al suelo”, dijo el murciano, quien en su carrera ha abandonado dos Tours por golpes diversos, uno con la clavícula rota. “Fue una caída muy fea. Íbamos muy rápido”. Contador no efectuó declaraciones, pero Riis explicó que justo cuando iba a echarse la mano al bolsillo, Contador pilló un bache y se fue al suelo. “Es una pena”, dijo el danés, “porque Alberto estaba en la mejor forma de su vida. Estaba convencido de que ganaría el Tour”.

Tenía el ‘culotte’ destrozado, pero no reaccionó con furia sino con fría calma

Es la primera vez en su carrera que Contador, de 31 años y dos Tours, dos Vueltas y un Giro en su palmarés, abandona en una gran vuelta. Su caída, sus heridas, su abandono, reflejan también con gran claridad, una cierta injusticia: la grandeza que el ciclismo proporciona a sus campeones y a sus practicantes no es proporcional a la crueldad con que los maltrata llegado el momento. El Tour del 14 debería ser el de la regeneración, el de la reconquista del orgullo de Contador, quien fue desposeído de su victoria en el de 2010 y del Giro de 2011 por un positivo, y quien, pese a ganar la Vuelta de 2012 tras cumplir una suspensión, no había vuelto a ser el mismo de sus momentos más grandes, los que vivió en el Tour de 2009, cuando ganó la carrera derrotando sobre todo a su gran enemigo del interior de su equipo, Lance Armstrong. Pero un 2014 magnífico (victorias en el País Vasco y Tirreno; exhibición en la Dauphiné) y muy trabajado (concentraciones monacales en el Teide) le habían devuelto la seguridad y a la afición la fe.

A Nibali, quien en los primeros días, en el pavés, en el que fue hasta mejor que Cancellara, en Inglaterra, donde ganó una etapa en el primer repecho del Tour, en Gérardmer, había logrado ya una renta de más de dos minutos sobre Contador, le cae la desgracia de ser el posible ganador de un Tour descabezado, de una carrera que se recordará por el abandono de los máximos favoritos. “Pero yo ya había mostrado que estaba muy fuerte”, dijo el italiano, conocido por los grandes riesgos que asume en los descensos, que domina con maestría. “Y estaba preparado para un duelo magnífico con Contador. El ciclismo no es solo subidas y contrarrelojes, también las caídas forman parte del juego. Yo ya he sufrido las mías también, y sé que siempre hay que tener cuidado. Lo siento por Alberto. Es una lástima. Espero que no tenga una herida muy grave”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_