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TOUR DE FRANCIA | DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los rebecos y la libertad

Una familia de rebecos salía despavorida asustada por el rumor de las hélices del helicóptero cuando Rafal Majka marchaba hacia su primera victoria

Majka lanza un ramo de flores en el podio de Risoul ante Manuel Valls.
Majka lanza un ramo de flores en el podio de Risoul ante Manuel Valls.DIARIO AS

Una familia de rebecos salía despavorida asustada por el rumor de las hélices del helicóptero cuando Rafal Majka, el polaco del Tinkoff, circulaba ya en solitario a unos ocho kilómetros de la llegada de Risoul. La imagen la captó el helicóptero de la cámara, seguramente el mismo cuyas hélices eran la causa de la estampida. Lo hacían con habilidad y rapidez sobre la cresta de la arista de una de las montañas cercanas a la carretera en la que se jugaba el Tour en ese mismo momento.

Entonces Majka llevaba 17s de ventaja sobre Purito y De Marchi, sus antiguos compañeros de escapada en un grupo que había coronado en cabeza el Izoard, Souvenir Henri-Desgrange de esta edición del Tour de Francia en honor al fundador de la carrera —coronado en primera posición por Purito, por cierto—. Al grupo de Nibali le aventajaba en 44s, grupo del que tiraba el AG2R en su guerra particular con Valverde y Pinot por asegurar las plazas del podio.

Entonces pensé que Majka no debería estar aquí. Y no me refiero a estar ahí en fuga y sí trabajando para Contador, que también podría haber sido, sino que ni siquiera debería estar en el Tour, pues fue alineado a última hora para cubrir la baja de Kreuziger. Y por esas asociaciones de ideas que ocurren a veces, me acordé de algo que me ocurrió hace unos años en Nueva Zelanda.

Majka ha conseguido cambiar el chip con éxito para correr el Tour y para buscar su oportunidad

Caminando por una zona de montaña de la Isla Sur, divisé una familia de rebecos. Me sorprendió su parecido con los sarrios, los rebecos de los Pirineos, y le pregunté al guía que me acompañaba de qué animales se trataba. Son rebecos alpinos —me dijo—, procedentes de Europa. Fueron un regalo del emperador austríaco Franz Joseph, y se introdujeron aquí y mal no debieron sentirse, porque se expandieron por toda la isla.

Y me acordé más aún de estas palabras cuando en la entrevista posterior a su victoria, Majka sonreía al ser felicitado por el entrevistador y en sus primeras palabras hacía referencia al futuro, diciendo algo así como: “Muy contento con esta victoria, pero los Pirineos serán aún más duros que los Alpes y creo que allí puedo conseguir algo más”. Como los rebecos neozelandeses, no contentos con sobrevivir se expandieron por toda la isla; y este polaco, no contento con la mejor victoria de su carrera deportiva —aún corta, pues tiene sólo 24 años—, todavía no la había asimilado y ya estaba pensando en algo aún más grande.

Grande la ambición del polaco que, como los teléfonos móviles atados a una compañía, aumenta su valor en el mercado de ocasión cuando se libera. Con el mérito añadido de que a pesar de que su estado de forma lleva una progresión tan lineal como la gráfica de los más de 12 kilómetros de ascensión a Risoul —que parece trazada con escuadra y cartabón por su regularidad—, ha conseguido cambiar el chip con éxito en dos ocasiones, ambas complicadas. Una, para correr el Tour cuando no estaba planeado. Y dos, para buscar su propia oportunidad cuando venía con la idea de ser una pieza clave en la hipotética victoria de Contador.

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Por cierto, también probó fortuna otro de los liberados, Mikel Nieve, que tuvo por fin la oportunidad de moverse en un Sky huérfano de liderato tras descalabrarse tanto el plan A como el plan B, Froome y Porte. No tuvo el navarro un día tan bueno como en Gardeccia en el Giro, o en Cotobello en la Vuelta, pero su presencia en ese grupo puede servir de presagio de que en los Pirineos pueda liar una a lo Majka. En su contra está el corto kilometraje del día de Saint-Lary y del de Hautacam. En su favor, su libertad y la necesidad de resultados de su equipo, ganador de las dos últimas ediciones del Tour.

Y nos despedimos ya de los rebecos alpinos y si vemos alguno más, a partir del próximo martes, serán sarrios.

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