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El descenso de Riquelme

A los 36 años, el excentrocampista del Villarreal deja Boca después de años de discusiones por poder y dinero y jugará en Argentinos en Segunda

Riquelme, en una final de la Copa Libertadores
Riquelme, en una final de la Copa LibertadoresA. Pagni (AFP)

Si algo le faltó a la selección argentina subcampeona del mundo en Brasil 2014, además de mejor puntería de sus atacantes en la final, quizá fue un enganche. Desde que Juan Román Riquelme dejó la albiceleste en 2009, ya nadie lo pudo reemplazar. Pero Román, tal vez el máximo ídolo de la historia de Boca Juniors, más que el propio Diego Maradona, ya no está a sus 36 años para seguir jugando en el seleccionado. Y tampoco continuará luciendo la azul y oro de Boca. Después de años de peleas por mantener el poder en la plantilla, de disputar pocos partidos y ganar mucho dinero y de pretender una nómina que se ajustase según la cotización ilegal del dólar, Riquelme dejó el club de sus amores y volvió a aquel en el que había comenzado como canteraro, Argentinos Juniors, el mismo donde se inició Maradona y que ahora milita en el Nacional B (Segunda División).

Riquelme es el mayor de 11 hermanos de una familia de origen pobre de San Fernando en la periferia norte de Buenos Aires. Uno de ellos y algunos periodistas amigos solían hablar por él para influir en los culebrones que se montaban cada vez que el medallista de oro de Pekín 2008 renegociaba su contrato con Boca. Riquelme comenzó su carrera en Argentinos, pero antes de debutar en Primera fue comprado por el equipo xeneixe que entonces dirigía Carlos Bilardo y presidía el empresario Mauricio Macri, actual alcalde de Buenos Aires y aspirante a la presidencia de Argentina en 2015. A Boca le dio cinco ligas, tres copas Libertadores de América y una Intercontinental. Las tres primeros ligas, dos Libertadores y el trofeo mundial llegarían bajo la conducción técnica de Carlos Bianchi entre 1998 y 2001. Bianchi consentía en sus caprichos a un jugador que con el tiempo se lo acusó de entrenar y correr poco, de mandar en el vestuario, pero a quien siempre se lo toleró por su juego exquisito, con asistencias perfectas y capacidad para conducir el ataque con algo de lentitud pero suprema inteligencia.

Riquelme siguió la misma ruta que Maradona, Argentinos-Boca-Barcelona, y tampoco se adaptó al club catalán. Recaló en el Villarreal y lo llevó a semifinales de la Champions League en 2006, pero después el entrenador chileno Manuel Pellegrini lo excluyó de la plantilla. Entonces comenzó su primera negociación para regresar a Boca. Macri lo repatrió a préstamo por seis meses y el club más popular de Argentina se hizo cargo de su nómina de dos millones de dólares anuales. Riquelme ganó en 2007 su tercera y última Libertadores. Después regresó a Villarreal, pero permaneció otro medio año sin jugar en el equipo de Pellegrini.

Riquelme conserva la magia, pero juega poco y sus contratos con Boca siempre han motivado largas discusiones

Macri negoció entonces el segundo regreso de Riquelme a Boca y materializó el fichaje más caro de la historia de un club argentino, por 15 millones. Aquel 2008 ganó otra liga, pero acabó con la poca relación que mantenía con su compañero de tantas glorias en el xeneixe, Martín Palermo. En 2010, cuando El Loco convirtió el gol que lo convirtió en el máximo goleador de la historia de Boca, Riquelme, que lo había asistido en la jugada, no lo felicitó. En 2011, Palermo excluyó a Román de su partido de despedida.

La pérdida de nivel del centrocampista llevó a que en 2009 el entonces seleccionador argentino, Maradona, lo apartara de la plantilla que pasaba a tener entonces un único ídolo máximo, Lionel Messi, otro campeón olímpico en Pekín. Alegre en el juego, triste en su expresión, la hinchada de Boca lo aclamó entonces en su disputa frente al mismísimo Pelusa, solo campeón con su club en la liga de 1981. En las horas bajas de 2010, Riquelme negoció durante dos meses un contrato de cuatro años, el que venció por estos días. Él decía que quería retirarse en Boca. Finalmente arregló el trato con el entonces presidente de Boca, Jorge Amor Ameal. En la temperada 2010/2011, por lesiones varias, solo jugó 13 de los 38 partidos, pero obtuvo la última liga del xeneixe.

En 2011-2012 disputó 23 juegos de liga y condujo a Boca hasta la final de la Libertadores. Perdió aquel partido decisivo y entonces Riquelme anunció que dejaba el club porque se sentía "vacío". Solo regresó en 2013 después de una negociación en la que, según la prensa, peleó con el actual presidente xeneixe, el macrista Daniel Angelici para que le actualizara la nómina según la cotización ilegal del dólar. Sucede que desde 2011 en Argentina rigen restricciones para comprar divisas y éstas han derivado en un mercado negro llamado blue (azul) en el que la moneda norteamericana cotiza un 50% más cara que en el oficial. Riquelme dijo que volvía porque también retornaba Bianchi, con el que había ganado tanto entre 1998 y 2001. Román llegó a calificarlo “como un padre” y como el “mejor entrenador de la historia de Argentina”. En 2012/2013 jugó solo cinco partidos y en la última temporada, 23, con lo que comenzaron las críticas por lo que ganaba por minuto jugado. Juntos no volvieron a brillar.

En las últimas semanas retornaron las negociaciones para renovar el contrato, las discusiones por el dólar blue, pero no hubo acuerdo y el veterano centrocampista, que aún conserva el hechizo a sus pies, se presentó este domingo como jugador de Argentinos. Lo hizo al lado del entrenador del bicho, Claudio Borghi, a quien definió como el mejor entrenador del país. Y su verdadero padre, Cacho Riquelme, completó la presentación reprochando a Bianchi la falta de apoyo a su hijo.

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