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Ansiedad en La Albericia

Jugadores y empleados del Racing de Santander esperan con impaciencia la resolución de la LFP que podría devolver al club a Segunda B por sobrepasar el nivel de endeudamiento

Santander -
Los jugadores del Racing, durante un entrenamiento.
Los jugadores del Racing, durante un entrenamiento.NACHO CUBERO (DIARIO AS)

Los campos de entrenamiento del Racing de Santander se extienden en el periférico barrio de La Albericia, donde antes hubo un hipódromo y un aeropuerto. Ayer por la mañana un hombre extraía las últimas malas hierbas de un césped primoroso. Los jugadores terminaban de estirar y Koné, uno de los llamados a hacer goles esta temporada, se acercaba a la grada y posaba con un niño a hombros mientras su padre fotografiaba el momento. Momento especialmente tenso para el club que el próximo jueves podría ser castigado con el descenso de categoría a Segunda B, lo que en la práctica supone la amenaza de desaparición.

"Incertidumbre hay", dice el entrenador Paco Fernández. "Confiamos en el trabajo del consejo y en que salga una resolución positiva. La directiva ha estado trabajando hasta el final. Ya solo podemos esperar".

Intentamos que no nos afecte, nosotros no podemos hacer nada”, dice el técnico

"Si uno hace todo lo que puede, se puede quedar tranquilo", afirma Tomás, un aficionado que dice ir "al menos dos veces a la semana" a ver a entrenar al equipo. A la espera de la decisión de la LFP, que debe anunciar si acepta o no el aplazamiento de la deuda propuesto por el club a la Agencia Tributaria —lo que le permitiría cumplir el ratio de endeudamiento exigido por la competición—, la concurrencia a La Albericia charlotea entre la expectación y el optimismo. Coinciden en que la nueva directiva, encabezada por el exjugador y hombre de la casa Tuto Sañudo, ha hecho todo lo posible para salvar la categoría.

El club racinguista, que la pasada campaña logró ascender a Segunda y destituyó gracias a la presión popular de jugadores y aficionados al anterior presidente, Ángel Harry Lavín, está inmerso en una pretemporada atípica. Los cántabros vienen de perder con el Eibar, que se estrenará en Primera este curso tras sortear una situación similar. Se enfrentarán en amistosos el miércoles al Sporting y el sábado al Sestao. Entre ambos partidos conocerá su porvenir.

"Habíamos hecho lo más difícil, que es lo deportivo", explica el entrenador. "Intentamos que esta historia no nos afecte, pero siempre se habla. En casa se habla. ¿Sabes lo que pasa? Que nosotros no podemos hacer nada. Solo seguir trabajando y a lo nuestro".

Los jugadores del Racing, durante un entrenamiento de pretemporada.
Los jugadores del Racing, durante un entrenamiento de pretemporada.NACHO CUBERO (DIARIO AS)

El defensa Samuel, que tras su paso por la Ponferradina ha retornado al conjunto que le vio debutar, se dirige en tono familiar a los pocos medios que han acudido al entreno. "Muchos equipos están en situación similar, mira al Murcia. Tengo amigos ahí, Saúl, Iván… Esto te coge en medio y tú no puedes hacer nada", cuenta. "Por ahora y hasta el jueves no queremos pensar en ello. Confiamos en la gestión del presidente. Nosotros lo que podemos hacer es entrenar a tope y hacer todo lo posible para que todo salga bien".

El club confía en que Hacienda certifique el aplazamiento de parte de la deuda solicitado y cumplir así los requisitos financieros exigidos por la LFP y por la Ley del Deporte. Además, varios jugadores han retirado las denuncias por impago de sus salarios, gesto con el que el Racing ha eliminado casi un millón de euros del debe de sus arcas. El Murcia, otra de las entidades que debían limpiar sus cuentas para mantener la categoría, también agotó las vías legales para salvarse. La organización presidida por Javier Tebas dictaminó que el club no cumplía los ratios deuda-ingresos y anunció el pasado viernes que los murcianos jugarían en Segunda B. El mismo Tebas ya hizo una advertencia la semana pasada: "Murcia y Racing no lo tienen fácil. No somos una asociación de amigos".

"Pero lo del Murcia es otra cosa, otro caso diferente", comentan los parroquianos, convenciéndose unos a otros y cogiéndose del brazo. Tocan madera para espantar un fantasma que, aunque lejano, flota en el cielo limpio de La Albericia.

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