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Kaspárov incluye al Kremlin entre sus rivales por la presidencia de la FIDE

El actual presidente de la federación de ajedrez es apoyado por Putin, según el ajedrecista

Leontxo García

Una pequeña ciudad (60.000 habitantes) del norte de Noruega es el peculiar escenario de una lucha electoral encarnizada, y con muchos indicios de juego sucio, entre dos rusos. Kirsán Iliumyínov, presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), que engloba a 181 países, quiere añadir cuatro años a sus 19 de mandato, y es apoyado por Vladímir Putin. Su rival es Gari Kaspárov, uno de los mejores jugadores de la historia, acérrimo opositor del presidente ruso.

Kaspárov enlazó este lunes con lógica una serie de argumentos, como si fueran jugadas de ajedrez, para explicar por qué Putin interviene a favor de Iliumyínov y en contra del excampeón del mundo: “Tengo muchos testimonios de embajadas que han recibido la orden de movilizarse en los cinco continentes. En algunos países incluso se han implicado activamente en la compra de votos. El régimen de Putin se ha esforzado en los últimos años por controlar varias federaciones deportivas internacionales, porque eso da ventajas políticas”, aseguró en una conferencia de prensa.

Y puso un ejemplo que sirve para entender el extraño comportamiento de Iliumyínov durante las guerras de Irak, Libia y Siria. El presidente de la FIDE visitó a los dictadores Sadam Hussein, Muamar el Gadafi y Bashar al Assad, respectivamente, y se hizo fotos jugando al ajedrez con ellos. Iliumyínov siempre dijo que lo hacía para mostrar cómo el ajedrez puede ser un instrumento para la paz, incluso en las situaciones más trágicas. Kaspárov, que se mudó de Moscú a Nueva York en 2013 tras haber sido detenido y golpeado varias veces por la policía rusa, tiene otra explicación: “No me cabe duda de que Iliumyínov hacía esas visitas como emisario solapado del Kremlin”.

Kaspárov insistió y amplió sus sospechas de fraude en los votos delegados (proxies): “Iliumyínov tiene 25; yo, 3”. De esos 25, más o menos la mitad son difícilmente comprensibles porque el representante de esa federación estará en Tromso el día de la votación. Esto ya es muy raro; se supone que los votos delegados sirven para los casos en que un país no puede enviar a su delegado, y autoriza a otro país a votar en su nombre”.

Pero hay mucho más: “En 2012 y 2013 propuse que la FIDE subcontratara a una empresa neutral –por ejemplo, una auditora internacional- para administrar los votos delegados; se negó. He pedido al Comité Electoral que me enseñe los documentos de esos votos y el modo de envío, para comprobar si se han cumplido los plazos; se ha negado. Me consta que hay federaciones que están en contra de que su delegado haya cedido el voto a otro país. El Comité Electoral ha rechazado, siempre por cuatro votos contra uno, todas mis reclamaciones; pero ha aceptado todas las de Iliumyínov. Decir que este asunto es polémico me parece demasiado suave. Creo que es un escándalo, y que unos 18 votos pueden cambiar de bando muy sospechosamente por esta vía”.

El autor de esta crónica intentó, sin éxito, localizar a la presidenta del Comité Electoral de la FIDE, Margaret Murphy, de las Islas Vírgenes de EEUU, entre las más de 3.000 personas de la Olimpiada de Ajedrez que se celebra en Tromso para conocer su versión de los hechos. Hace dos semanas, Murphy rechazó dar esas explicaciones al periodista Mike Klein, colaborador del portal de Internet Chess.com.

Kaspárov calificó el caso de Gabón como “particularmente escandaloso”, y añadió: “Tengo dos cartas del Gobierno y otra del Comité Olímpico de ese país que no reconocen a la Federación Gabonesa de Ajedrez que reconoce la FIDE y que no existía hasta hace poco. Hay otra, la legítima, que yo he visitado y que sigue activa”.

Toda la conferencia de prensa fue una sucesión de acusaciones y sospechas de juego sucio por parte de la FIDE y de la candidatura de Iliumyínov. Antes de que surgiera el escándalo de los votos delegados, todo indicaba que Kaspárov ganaba con claridad en África y por poco en Europa, y perdía por mucho en América; la zona Asia-Oceanía parece la más equilibrada.

Kaspárov tiene dos objetivos principales: introducir masivamente el ajedrez como asignatura en horario escolar en colegios de todo el mundo, y lograr grandes patrocinios internacionales (Iliumyínov no ha conseguido ninguno en 19 años). Sin embargo, el actual presidente goza de una gran fidelidad en muchos países “porque cumple sus promesas” y “porque es mejor malo conocido que bueno por conocer”, según diversos testimonios recogidos en Tromso. Otro problema del excampeón del mundo es su falta de calidez o su arrogancia en las distancias cortas con las personas que él considera poco importantes, lo que le hace perder un importante número de votos. Además, y muy especialmente en los países latinoamericanos, numerosos testimonios recibidos por este cronista apuntan a un miedo tremendo a las represalias del presidente de FIDE América, Jorge Vega, si el voto no es para Iliumyínov.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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