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El Madrid gana por aplastamiento

Cristiano marca los dos goles ante el Sevilla y Kroos se luce en el medio centro

Diego Torres
Cristiano Ronaldo y James celebran el segundo gol del portugués.
Cristiano Ronaldo y James celebran el segundo gol del portugués. EFE

El Madrid oprimió al Sevilla con todo su peso en Cardiff. Fue un yunque en la final que premia a los ganadores de las competiciones de la UEFA de la última temporada. No hubo caso para el Sevilla, incapaz de elevarse por encima del nivel que le corresponde por nómina. El Madrid cuenta desde 2010 con la reunión más completa de futbolistas del mundo y este verano ha removido el mercado para reforzarse mucho más todavía. El poderío de estos jugadores resulta formidable por sí solo. Jueguen bien o mal. Y jugaron bien. Sin dejar resquicios para la alternancia mientras hubo partido. Incluso Casillas, que venía de completar tres actuaciones malas, se recompuso estupendamente. Paró un tiro de media distancia a Krychowiak y un remate a bocajarro a Carriço y la hinchada lo aclamó con fuerza. En el otro extremo del campo, Cristiano se reencontró con la versión resolutiva que perdió en primavera. La expedición a Gales culminó con dos goles suyos.

MADRID, 2-SEVILLA, 0

Real Madrid: Casillas; Carvajal, Pepe, Ramos, Coentrao (Marcelo, m. 84); Modric (Illarramendi, m. 86), Kroos, James (Isco, m.72); Bale, Benzema, Cristiano. No utilizados: Navas; Di María, Arbeloa y Varane.

Sevilla: Beto; Coke (Figueiras, m. 84) , Pareja, Fazio, F. Navarro; Krychowiak, Carriço; Aleix Vidal (Iago Aspas, m. 65), Denis Suárez (Reyes, m. 78), Vitolo; Bacca. No utilizados: Barbosa, Jairo, Luismi e Iborra.

Goles: 1-0. M. 30. Cristiano. 2-0. M. 49. Cristiano.

Árbitro: Mark Clattenburg (Reino Unido). Amonestó a Vitolo, Carvajal, Kroos y Fernando Navarro.

Cardiff City Stadium. Unos 30.000 espectadores.

El partido midió a dos equipos pero, fundamentalmente, midió las posibilidades del Madrid. La diferencia entre el conjunto madrileño y el Sevilla es tan abismal que cabe pensar que un buen funcionamiento le bastará para darle la victoria en cualquier circunstancia. La final, por tanto, estuvo más en la definición del Madrid como equipo que en el contraste con su adversario. En este plano, dos fueron los asuntos más apremiantes: la respuesta de Casillas y, sobre todo, la amalgama del mediocampo. Modric, Kroos y James no habían jugado nunca juntos y la expectación por ver lo que salía de la mezcla era total. Del resultado depende el futuro a largo plazo del proyecto más ambicioso de Florentino Pérez desde que fichó a Zidane.

Esto es solo el comienzo. Las contingencias pueden alterarse por completo. Pero en Cardiff, el inicio del experimento invitó al optimismo, al menos contra adversarios como el Sevilla, que serán la mayoría. Situado como medio centro por delante de la defensa, en la posición que normalmente ocupa Alonso, Kroos se desenvolvió como si llevara meses ejercitándose en este ámbito. Su entendimiento con Modric fue instantáneo. Entre los dos agilizaron el juego de tal manera que al Sevilla le costó un trabajo terrible encontrarse cómodo en el campo. Kroos se mostró oportuno y cumplidor sin la pelota, y cuando la tuvo en su poder exhibió todo lo que se puede soñar de un mediocentro. Es inteligente, ambidiestro, rápido para evaluar la situación, y más rápido para dar salida al juego en corto, en largo, por adentro y por afuera. A uno, dos, o tres toques; con todos los perfiles del pie. Sus entregas son seguras y siempre parece bien colocado. Actúa con sencillez y a su alrededor el equipo parece flotar con viento a favor. Cuando los atacantes rivales lo intentaron tapar, inmediatamente conectó con Modric, que le relevó con la misma solvencia.

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El único jugador que anduvo desencajado fue James. Retrasado a la posición de interior izquierda, el colombiano se vio inmediatamente fuera de su elemento. James es un magnífico atacante, pero no es volante. Contra el Sevilla hizo una demostración de generosidad porque no paró de moverse. Pero sus mejores acciones coincidieron con su avance por la banda izquierda, como extremo. Cuando bajó al mediocampo no decidió con igual lucidez. Le costó medir las distancias en las coberturas y puesto a jugar el balón dio más toques de los necesarios. Lo suyo no es el toque de intendencia. Lo suyo es el toque final. Pero Ancelotti quiere que aprenda un nuevo oficio.

El pequeño desajuste de James resultó irrelevante en el argumento general del partido. El Madrid descargó su cimitarra siguiendo el plan que le caracterizó la temporada pasada. Se paró en el círculo central, bien compactas las tres líneas, y esperó que el Sevilla iniciara las transiciones. La idea es que Bale, Cristiano y Benzema tengan un mínimo de 40 metros para correr hasta la línea de gol. En la ocupación de ese espacio se decidió el partido. El Sevilla salió más pendiente de protegerse que de desarrollar su potencial. Se cubrió bien mientras su defensa permaneció colocada en la caja. Pero, cuando jugó sus cartas ofensivas, cuando se desplegó para intentar hacer daño, se expuso irremediablemente. Es imposible ser infalible en los repliegues ante pasadores tan precisos. Fue así que el Madrid marcó el primero después de un ataque sevillista. A la media hora Navarro perdió una pelota intentando desbordar cerca del ára contraria y ya no consiguió regresar a tapar la banda. Cristiano y James combinaron en su campo, Bale desbordó por la izquierda y su centro al segundo palo encontró al portugués. Cristiano atacó el espacio que debía cubrir Navarro, metió la bota y coronó la jugada que inició.

El segundo gol se gestó al regreso del descanso. De la misma manera que el primero. Los jugadores del Sevilla regresaban a su campo después de un avance. Se estaban formando cuando el balón golpeó la red de Beto, incapaz de contener el relámpago. Kroos jugó de primeras para Benzema, que habilitó a Cristiano. El goleador armó la zurda desde el borde del área y descargó el empeine como un martillo para asegurar el título con un remate que dobló las manos de Bruno.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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