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Dos balas para una remontada

El Granada remonta la ventaja del Deportivo, que le dominó de inicio y sucumbió en una acción de estrategia mal defendida

El defensa del Granada Babin celebra su gol.
El defensa del Granada Babin celebra su gol.Miguel Ángel Molina (EFE)

Puso oficio el Granada, añadió unos minutos de vigor, aderezó con estrategia (Caparrós siempre repite que en aquello entrenable tiene que ser imbatible) y se quedó con los puntos ante un Deportivo tan bien intencionado como tibio. Busca un camino el equipo de Víctor Fernández, pero necesitará recorrerlo con varios argumentos de los que todavía carece, aquellos que propician que un partido de empate no acabe en derrota.

Hubo dos partidos en uno. Durante la primera parte toda la intensidad del Granada estaba en la banda. Por allí se revolvía Joaquín Caparrós con su habitual incontinencia, de allí salió hacia el vestuario su auxiliar, Luci, expulsado por el árbitro. Al otro lado de la línea de cal engordaba la espesura, la de un equipo aletargado, irreconocible por el pedigrí de su entrenador, fallón hasta conceder un gol al rival tras una cadena de monumentales errores. El Granada se desactivó, quizás el Deportivo tuvo mucho que ver en ello. Se afianzó a partir de la pelota, de su manejo y de la capacidad para hacerlo de sus dos mediocentros. Juan Domínguez y José Rodríguez no suelen perder el balón y por ahí ya hay bastante ganado. Con ellos el esférico tuvo un dueño, con él no hubo apuros para la meta que defendía Lux. Tuvo claridad de inicio el Deportivo y esa fue la mejor noticia para un equipo que no sólo regresaba a la Primera División sino que lo hacía cogido entre alfileres, a la expectativa de que lleguen refuerzos que asumirán un rol importante, y agotado tras una pretemporada de discutible diseño.

GRANADA, 2 – DEPORTIVO, 1

Granada: Dimitrievski; Nyom, Babin, Mainz, Sissoko; Yuste (Iturra, m. 45), Fran Rico; Rochina (Foulquier, m. 81), El Arabi, Juan Carlos (Ortuño, m. 45); y Machís. No utilizados: Oier, Javi Márquez, Murillo y Success.

Deportivo: Lux; Laure, Lopo, Insua, Canella; Juan Domínguez, José Rodríguez (Álex Bergantiños, m. 84); Cavaleiro, Fariña, Luisinho (Medunjanin, m. 58); y Toché (Cuenca, m. 66). No utilizados: Fabricio, Iago, Wilk y Remeseiro.

Árbitro: Vikandi Garrido. Amonestó a El Arabi, Luisinho, Lopo, José Rodríguez

Goles: 0-1. m. 20, Cavaleiro; 1-1, m. 54. Rochina; 2-1, m. 76, Babin

Los Cármenes. Unos 16.000 espectadores

Pero el Deportivo mostró carácter. Hay que tenerlo para pedir el balón y moverlo. Se acomodó e incomodó, pasó largos minutos en campo contrario porque además tuvo un interesante punto de agresividad en la resta. A través de ella encontró la ventaja en el marcador, en una presión bien interpretada que aturulló a Héctor Yuste ante Fariña en el pico del área local. Al error inicial del mediocentro le dio continuidad la zaga, descolocada para interceptar un primer rechace y, en definitiva, el joven meta Dimitrievski, que se tragó un disparo defendible de Cavaleiro.

El gol reafirmó al Deportivo y por fuerza azuzó a Granada. Le invitó a buscar a Rochina y El Arabi, los poseedores del talento, pero nunca con la lucidez precisa para siquiera hacer un intento entre los tres palos. En ese apartado se fue de vacío el equipo de Caparrós al descanso, incapaz siquiera de encontrar fruto en las acciones de estrategia, en las que se le suponía muy superior al rival. No debió repartir felicitaciones el técnico sevillano en la caseta. Tomó el bisturí y consumió de golpe dos sustituciones, buscó dinamismo en Iturra y llegada con Ortuño. El equipo dio varios pasos hacia delante y el Deportivo se quedó sin el balón porque entre otros detalles ya no disponía de tanto tiempo y espacio para manejarlo desde la cueva. Todo cambió tanto que hasta parecía irreal. Ni diez minutos tardó el Granada en empatar con un chut lejano de Rochina que encerraba en su precisión y contundencia la nueva faz de su equipo.

El Deportivo estaba en problemas porque tampoco volvió a ser capaz de probar si el meta rival seguía tembloroso. Había tenido suerte en una acción de Luisinho que pudo suponer una segunda amonestación y que el árbitro dejó pasar. Sin poder aplicar su plan inicial era el momento de medir su dureza de espíritu. Caparrós seguía hirviendo, ahora también lo hacían sus chicos. Pero comienza la temporada y es complicado soportar ritmos altos y sostenidos. También al Deportivo le sentaron bien los cambios porque Medunjanin le dio criterio justo donde más lo necesitaba, en la capacidad para volver a disfrutar del balón. Flaqueó el Granada, pero justo ahí encontró el gol en la trabajadísima estrategia de Caparrós, un balón frontal al área que peinó la calva de Babin entre la línea zaguera, demasiado acostada y Lux, demasiado atornillado. Era un partido de dos caras, un partido de empate, pero ahí lo ganó el Granada, que le mostró al Deportivo que en Primera matan sin necesidad de tener muchas balas.

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