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El Valencia huele el miedo del Sevilla

El conjunto de Nuno empata en Nervión (1-1) con un gol de Orbán pese a jugar casi media hora con uno menos

Orban celebra su gol con Vezo.
Orban celebra su gol con Vezo. Marcelo del Pozo (REUTERS)

Los saltos de alegría de Nuno, el nuevo entrenador del Valencia, festejaban el empate en el Sánchez Pizjuán como una victoria. Había motivos para ello. Su equipo, el más joven de la categoría, se había enfrentado a un cúmulo de contrariedades: un marcador en contra, un adversario experimentado y un hombre menos por expulsión de Rodrigo de Paul, el volante argentino, que vio la roja un minuto después de entrar en el campo por un manotazo a Aleix Vidal. El Valencia, además, había desaparecido en el arranque del segundo tiempo, absorbido por la clase de Bacca para llevarse a tres contrarios de un tirón y dejar una asistencia a la derecha a Aleix Vidal, que necesitó dos remates para batir a Diego Alves.

SEVILLA, 1-VALENCIA, 1

Sevilla: Beto (Barbosa, m. 18); Coke, Pareja, Carriço, Navarro; Iborra (Luismi, m. 81), Krychowiak; Aleix Vidal (Banega, m. 69), Denis Suárez, Vitolo, y Bacca. No utilizados: Juan Muñoz, Deulofeu, Diogo y Reyes.

Valencia: Diego Alves; Barragán, Rubén bezo, Otamendi, Gayà; Parejo, Javi Fuego; Rodrigo, André Gomes (Orbán, m. 83), Piatti (Feghouli, m. 56), Alcácer (De Paul, m. 66). No utilizados: João Cancelo, Carles Gil, Joel y Zuculini.

Goles; 1-0. M. 44. Aleix Vidal. 1-1. M. 88. Orbán.

Árbitro: Cerro Grande. Amonestó a Diego Alves, Parejo, Aleix Vidal, Carriço, Luismi, Coke. Expulsó a De Paul (m. 67).

Unos 40.000 espectadores en el Pizjuán.

Pero entonces sucedió lo inesperado, el origen de la emoción en el fútbol. El técnico local, Unai Emery, lejos de querer sentenciar el partido, pretendió mantenerlo como estaba, en ese raquítico 1-0. Los tiempos han cambiado. Antes, Emery prefería un 4-4 a un 0-0. Con los años se ha vuelto conservador. Eso se reflejó en los cambios. Tenía preparada la incorporación de Deulofeu, pero cambió de opinión en el último instante: prefirió a Luismi, un perfil mucho más defensivo. Antes había dado paso a Banega, un proscrito por el valencianismo recientemente aterrizado en Nervión. Tampoco le ayudó.

Nuno, mientras, operó una serie de relevos decisivos. Primero dio pábulo a Orbán, un central zurdo en funciones esta vez de lateral izquierdo, un defensa, sí, convertido al final en el autor del empate: marcó con el pecho tras un rechace de la zaga después de una combinación entre Parejo y Rodrigo. Este ya venía creciendo al ser reubicado como delantero centro tras la marcha de un inédito Alcácer.

El Sánchez Pizjuán, con muchos asientos vacíos, se irritó con los cambios de su técnico y con los dos puntos fugados. Quedó devaluada la rabona de Bacca y la exhibición de su poderío en el juego de espaldas frente a la zaga visitante. El Valencia entendió que era un puntazo para fomentar el futuro de un equipo tan imberbe ante un rival de tanto colmillo.

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