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Difícil gestión

España debutó en su Mundial con unos de esos encuentros que no son fáciles de gestionar en terminos de intensidad, concentración y actitud

Juan Carlos Navarro conduce el balón, en el partido ante Irán.
Juan Carlos Navarro conduce el balón, en el partido ante Irán.MARIANO POZO (DIARIO AS)

España debutó en su Mundial con unos de esos encuentros que no son fáciles de gestionar en términos de intensidad, concentración y actitud. La debilidad del rival y la seguridad de que el resultado final no entraba en el debate, obligaba a un esfuerzo mental extra para no perderle el hilo a un partido.

España lo consiguió a veces y en otras no pudo abstraerse al carácter semiamistoso de su primera aparición. Comenzó enchufado, cumpliendo con la primera premisa de su ideario de juego que no es otra que alimentar a sus pívots. Los problemas físicos de Reyes e Ibaka dieron muchos minutos a los hermanos Gasol y, sobre todo, Pau se puso las botas. Pero los partidos, sean como sean, duran 40 minutos, que son muchos para mantener la concentración e intensidad sobre todo defensiva. Los lógicos altibajos del equipo español permitieron ver que los iraníes no eran tan malos como se podía prever.

Marc parece más fino físicamente que nunca y sigo pensando que el único base clásico que tenemos es Calderón

Hay que agradecer al equipo iraní que su planteamiento no fuese conservador. Ante su inferioridad manifiesta, podría haber optado por masticar el partido, jugar al límite de posesión e intentar irse al hotel con un marcador honroso. Al final lo lograron, pero no por ese camino, sino por otro mucho más agradecido con el espectador. Dentro de sus posibilidades, movieron la pelota con criterio, no especularon más de lo necesario, cuentan con algún que otro jugador solvente y siempre fueron valientes, lo que en algunos momentos dio al partido una vivacidad mayor de la previsible.

Siendo imposible sacar conclusiones fundamentadas, al partido no se le podía pedir más que el dejar alguna que otra sensación. A Navarro se le vio como en su final de temporada con el Barcelona, chisposo y activo. Pau, sin necesidad de abusar, se fue más allá de la treintena, que aunque la resistencia fuese mínima, hay que meterlos.

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De la constante rotación de pequeños, no se le vio cómodo a Ricky con su tiro, lo que siempre es un peligro si termina enrocándose como en alguna fase de su carrera. Rudy tuvo el punto de mira acertado, Víctor Claver no terminó de aprovechar la oportunidad de contar con más minutos de los habituales, Marc parece más fino físicamente que nunca y sigo pensando que el único base clásico que tenemos es Calderón. Lo dicho, sensaciones y poco más.

Muchas pruebas, poca tensión en el campo y en las gradas y un partido que fue perdiendo interés según pasaban los minutos hasta un último cuarto totalmente prescindible. Pero siendo positivos, no hubo lesionados, los jugadores rompieron a sudar, nuestro juego interior, al 50% de su composición, sigue siendo inalcanzable para la mayoría, supongo que Orenga sacaría sus conclusiones y hala, todos a cenar tranquilos. Hoy toca Egipto, probablemente más de lo mismo. Pero es lo que tiene un Mundial de 24 equipos. Que viendo más de un partido, terminas planteándote su utilidad.

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