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España baila sola

Ibaka y Rudy toman el relevo de los Gasol y marcan una diferencia abismal frente a Egipto

Robert Álvarez
Ibaka, en el partido contra Egipto.
Ibaka, en el partido contra Egipto.Jorge Guerrero (AFP)

La grada empuja en Granada, Estados Unidos da síntomas contradictorios en Bilbao y la selección española, sin metrónomo, sin un rival que diagnostique su verdadero pulso vital ante la que se le avecina, intenta esmerarse. Son equipos inocuos ante los que resulta difícil sacar algo en claro. España ganó por 37 puntos en un encuentro en que bailó demasiado sola.

Después de Irán, la selección de Orenga se encontró frente a Egipto. Tras el campeón asiático, el subcampeón africano. A una paliza, le sucedió otra. Tras la demostración de poderío de los hermanos Gasol, la de Ibaka y Rudy Fernández. Se va asentando en el torneo España. Frente a un grupo sin un solo rostro reconocible, su mayor mérito, y tampoco como para echar cohetes, fue evitar el riesgo de descontar en lugar de sumar, de enredarse en lugar de mejorar su pizarra y proseguir con su plan de acondicionamiento físico. Son aspectos de obligada atención para que afronte el recodo de un camino que la sitúa a partir de ahora ante rivales de mucha más exigencia: Brasil, Francia y Serbia sucesivamente.

El primer partido ante Irán dejó pendientes algunos deberes: la puntería de Lull, Claver y Ricky, el estado físico de Ibaka y Felipe Reyes, los relevos y situaciones estratégicas derivados de su notable y numerosa batería de bases, el reparto de esfuerzos y la asunción de un papel más preponderante de los jóvenes frente a los rivales de perfil más bajo en un momento tan incipiente de la competición.

Orenga dio entrada a Rudy en el quinteto inicial en el lugar que ocupó un día antes Llull. España corrigió su defectuosa defensa de salida ante Irán y dejó seco a Egipto, que solo pudo anotar dos puntos en los seis primeros minutos, diez en el primer cuarto. España también diversificó más su anotación. Ricky estuvo decidido y agresivo, Rudy incisivo y el quinteto inicial se repartió el botín ofensivo de manera muy equitativa.

Orenga dispuso un cinco en el segundo cuarto, con tres pequeños Sergio Rodríguez, Llull y Calderón, además de Ibaka y Felipe Reyes. No se ajustaron bien las piezas del equipo español y Calderón sumó tres faltas en su marcaje a Gendy, el único que animó ligeramente el ataque egipcio, junto a El Gammal.

Egipto se tomó un ligerísimo respiro en un segundo cuarto en el que logró frenar a España (16-14). Pero el equipo africano quedó muy lastrado por sus constantes fallos en los triples, con un balance desolador en el descanso: uno acierto en sus 14 lanzamientos en el descanso. Sin esa posibilidad, y con pívots a los que los hermanos Gasol les sacan medio palmo de altura y un abismo de talento, las posibilidades de los subcampeones de África se reducían a capear el temporal.

Antes del descanso y con el impulso adicional de Ibaka, España alcanzó la cota de los 20 puntos de ventaja. Calderón fue el único que no anotó, lo que en sí mismo tampoco es preocupante, pero sí el ligero desconcierto que en ocasiones parece desprenderse de las combinaciones de tantos bases jugando juntos, unas veces reconvertidos en escoltas, otras en aleros, otras llevando el timón a dúo…

Todos tuvieron su cuota de protagonismo, incluido Abrines, que pareció un veterano más. El equipo español resolvió con un esfuerzo solidario y sin necesidad de cargar las tintas sobre los hombres llamados a llevar el peso del equipo en partidos de más exigencia y momentos más cruciales. Esa fue su mayor virtud.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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