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El lince sorprende a los guepardos

Navarro deja atrás al pelotón y a los velocistas con un ataque seco en el parque de Cabárceno

Navarro celebra su victoria al cruzar la meta.
Navarro celebra su victoria al cruzar la meta. JAIME REINA (AFP)

¡Pobres bichos! Acostumbrados a los humanos, se estremecían con el ruido de los motores, de los helicópteros, de la megafonía. Y los guepardos huían, mientras los elefantes miraban extrañados con esa mirada fija y plácida que les define tanto más que su tonelaje. Era el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, lleno de turistas ansiosos por dar de comer a un avestruz, acariciar un ñu o ver el latido huidizo de un guepardo o los problemas de un oso para bajar de un montículo con el temor de que su resbalón causase la hilaridad de los espectadores.

Y ahí que llegaron los ciclistas con el silencio de sus gargantas y el estruendo de su entorno que hacía huir a los bichos de lo desconocido. Y allí que llegó Dani Navarro, porfiando entre las fieras tranquilas, en la última subida de dos kilómetros que proponía la aventura casi como una obligación. Luego descendía por la zona de los osos pardos y volvía a subir hacia la meta por la zona donde los ñus y el avestruz se dirigían a los espectadores como conserjes de su hotel privado.

Clasificaciones

ETAPA

1. Daniel Navarro (Cofidis) en 4h 21m 04s

2. Daniel Moreno (Katusha) a 2s

3. Wilco Kelderman (HOL/Belkin) a 2s

4. Alejandro Valverde (Movistar) a 5s

5. Nacer Bouhanni (FRA/Française des Jeux) a 5s

GENERAL

1. Alberto Contador (Tinkoff), en 48h 59m 23s

2. Alejandro Valverde (Movistar) a 20s

3. Rigoberto Urán (COL/Omega) a 1m 08s

4. Chris Froome (GBR/Sky) a 1m 20s

5. Purito Rodríguez (Katusha) a 1m 35s

Dani andaba incómodo desde que en Aralar Contador abortara un intento de fuga similar, más asustado por lo que pudiera pasar detrás, que por el hecho de que su fiel escudero de antaño pudiera hacer por delante. Dani, digamos que se mosqueó, luego interiorizó que hay intereses que contrapuestos que a veces viajan en paralelo a la amistad. Y que Contador quería descolgar a Froome y eso iba en contra de la felicidad de su amigo del alma (tanto años juntos, tantos kilómetros, ahora separados). Cuando en Cabárceno saltó Navarro, entre la mirada atónita del pelotón y de los bichos —ambos ansiaban la placidez—, Contador, sin nada que temer, ni nada que defender, ni nada que conseguir, siguió su rumbo fijo, vigilando a Valverde por aquello de las bonificaciones en meta, de algún salto guerrillero que le amargase la tarde (como a los guepardos el ruido).

Y Dani Navarro se fue y se fue, porque desde abajo ya veía las banderas y los camiones rojos de la meta. Era el momento de la gloria tras el fastidio, y de la tristeza tras el trabajo del Orica, para Matthews, y de la FDJ para Bouhanni, y del BMC para llevar en sillón a Samuel Sánchez y propiciar la posible victoria de Gilbert, si acaso. Todos apretando los dientes, primero para abortar la escapada de 11 ciclistas que buscaba la complacencia del pelotón. Hay ahora tres etapas consecutivas en las que posiblemente se aclare la Vuelta, o sea que hoy podía ser un día complaciente. Pero la ambición se reparte entre muchos equipos: unos porque no llevaban ciclistas en la fuga, otros porque soñaban con un esprín, algunos porque preferían jugársela en los últimos kilómetros. Demasiados sorteos para llevar un solo billete. Y todo se hundió, incluso el intrépido Lutsenko que insistió e insistió por si acaso la fe movía las montañas.

Contador siguió su rumbo fijo, vigilando a Valverde y las bonificaciones en meta

Y las montañas se quedaron quietas. Como los posos y los guepardos asustados, las rapaces gritonas o la candorosa avestruz cuyo pico suena como la madera al golpearse. Y Dani Navarro feliz, reconciliado con su amigo, y tranquilizado consigo mismo. Y ratificado con la decisión adoptada un año antes de dejar de trabajar para otros y convertirse en jefe de filas, ahora del Cofidis. Un reto tan grande como sorprender hoy al pelotón que buscaba a los esprínteres de fuerza para ratificar su control.

Entre los reyes de la selva, digo del pelotón, reinó la calma. Vienen tres etapas (La Camperona, Lagos de Covadonga y La Farrapona) para las que conviene tener la mente y las piernas intactas. Así que, aventuras las mínimas. Y a los velocistas se les acaban las opciones de tener razón de ser en la carrera. Vienen malos tiempos para ellos y este viernes era uno de esos días laborales. Luego vendrá el momento de coger el autobús, instalarse en la comodidad del grupo y resistir las pendientes en busca de tiempos mejores. Por eso trabajaban sus equipos. Por agotar las posibilidades. Por despertar a las fieras antes de que dormiten. Pero resulta que el más rápido fue el más listo. Y Dani Navarro hizo de lince en el Parque de Cabárceno. Los bichos apenas le vieron pasar. Mucho, mucho ruido. Y los guepardos escondidos. Y asustados.

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