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Una semana de tres, dos, uno o ningún día

La Vuelta enfila la recta final bajo el dominio tranquilo de Contador.

Contador y Froome, en la etapa de ayer.
Contador y Froome, en la etapa de ayer. Javier Lizón (EFE)

La última semana de la Vuelta tiene tres días, o quizás dos, o uno o ninguno. En el libro de ruta quedan tres días para luchar por el éxito: la etapa del jueves, con final en el alto de Castrove, la del sábado en Los Ancares y la contrarreloj de ocho kilómetros en Santiago el domingo. La primera cita se antoja escasamente poderosa como para romper la dinámica de la carrera. La cita grande es la del sábado. Lo Ancares es un puerto duro, con un trazado nuevo para la Vuelta, algo así como la última trinchera para quienes resistan llegado el caso. La contrarreloj de Santiago está pensada para el espectáculo, con final al atardecer, casi anochecido el día,. Y ya se sabe que el final del camino es siempre un tiempo de paz.

Pongamos pues que hay un día, apenas un día para tentar a Contador por ver si falla, por ver si cede, por ver si se despista, por ver si es capaz de tener un mal día. No lo parece. El madrileño hasta ahora se las ha arreglado solo para salir de cada emboscada e incluso salir triunfante en La Farrapona, como si estuviera cansado de ver el dorsal de alguien siempre delante de él. Lo que parecía ocurrió, pero nada está escrito cuando de ciclismo se trata.

El puerto de Los Ancares estaba puesto para eso, para dictar sentencia, cuando ya no hay margen de rectificación. Y una sentencia en fitrme. Tras pasar otros tres puertos, se encontrarán con un coloso de 12 kilómetros con una pendiente media de 8,7%, que en ocasiones alcanza el 18%. Todo lo que alguien necesita para luchar, todo lo que alguien necesita para huir después de 19 días, entonces de carrera.

Contador se ha puesto la corona sin llegar a la ley del máximo esfuerzo. Le ha bastado con no fallar, con dar la sensación de que tiene el palacio, el escudo y la espada, que es un caballero de los de lanza en astillero, pero nada loco, todo lo contrario. Froome ha sido una incógnita incluso consigo mismo, acostumbrado a nacer y a resucitar, se ha quedado en un estado de difícil diagnóstico. Valverde y Purito Rodríguez han hecho cuanto han podido, pero no ha sido suficiente. Les queda la última semana, pero para su gracia o su desgracia es una semana de un día, de dos o de tres. O de ninguno, si el rey no abdica.

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