Para Kei Nishikori, la misión era verdaderamente de altura. El japonés no se enfrentaba sólo a su primera final de un torneo del Grand Slam, con los consecuentes nervios, sino a la necesidad de que su cuerpo se recuperara de dos partidos previos discutidos a cinco sets. Demasiado para su ligera armadura.
El número ocho mundial levanta apenas 1,78m del suelo. En todo el Top 10, solo hay un competidor de menor estatura, David Ferrer, que mide 1,75m. Eso dato no sólo afecta a la envergadura del jugador japonés, y, en consecuencia, a las palancas que puede usar para impulsar su servicio, sino que le pone de frente contra una estadística: desde 2005, los campeones de torneos grandes promedian 1,90m de estatura. Le aventajan en 12 centímetros. Todo un mundo. Cilic, por ejemplo, que se alza hasta los 198 centímetros, es un gigante. Le superan también Djokovic (1,88m), Nadal (1,85m) y Federer (1,85m), el trío que domina el tenis actual.
El japonés no desespera. Sabe que la velocidad puede limar diferencias, como ha demostrado continuamente Ferrer a lo largo de una carrera que le ha llevado hasta el número tres mundial o las finales de Roland Garros y la Copa de Maestros.
“Pienso que he demostrado mi potencial y que puedo vencer a cualquiera”, argumentó Nishikori, que sueña con clasificarse para la Copa de Maestros. “Así que si sigo entrenando duro y practicando mucho, creo que puedo tener más oportunidades de crecer”, cerró. “Estoy seguro de que la experiencia me va a ayudar”.
