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DIARIO DEL PALOMERO EN EL MUNDIAL
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Día 14. Resacón

Este diario que escribo no ha tenido día 13. No, no ha sido la superstición el motivo, sino que después de lo ocurrido el infausto miércoles pasado necesitaba reposar un poco

Juan Carlos Navarro, al término del Francia-España.
Juan Carlos Navarro, al término del Francia-España.EFE

Me siento como un hotel. El motivo es que de igual forma que no suelen existir las plantas 13, este diario tampoco ha tenido día 13. No, no ha sido la superstición el motivo, sino que después de lo ocurrido el infausto miércoles pasado, necesitaba reposar un poco las ideas y no dejarme arrastrar por las emociones del momento. Tenía otra opción, que era haber escrito mi texto diario sin entrar en materia selección española, pero claro, hubiese sido un poco marciano cuando todo el mundo está hablando de ello, yo comentar el ruido que hace el jardinero de mi vecino.

También, como muchos, mi cuerpo y mente sufren los efectos de una enorme resaca con cierto punto de irrealidad. Ni en el fondo ni en las formas, lo que ocurrió era previsible, por lo que a veces te parece estar viviendo más una pesadilla que una realidad. Lo principal de las reflexiones que ahora mismo rondan mi cabeza está expuesto en el articulo publicado hoy en el Pais. Como observo que alguno se lo ha tomado como una crítica ventajista, me gustaría matizar que mi objetivo no era desacreditar el modelo, sino exponer que como todos, tenía puntos débiles y riesgos. Pero los datos nos dan a entender que a pesar de sus defectos y puntos oscuros, la catarata de éxitos le respalda, y aunque no se pueda comprobar, tengo serias dudas que con otro nos hubiesen ido las cosas mejor. Eso no ha impedido que por sus grietas se haya colado una carga de dinamita que ha explotado en el momento más inoportuno.

¡Pero cómo no íbamos a estar eufóricos! Tenemos un equipazo, se les veía a los jugadores superenchufados y se jugaba en casa

Tampoco quiero dar más vueltas sobre el asunto salvo para disertar brevemente sobre alguna cuestiones periféricas. Primero mostrar mi sorpresa sobre el buen número de personas que ya se lo olían. Eso es olfato y lo demás son tonterías. Luego discrepar sobre la autocrítica pedida a los medios de comunicación, a la que ahora en algún análisis se acusa de triunfalistas. No porque no lo seamos, que lo somos (el optimismo vende) sobre todo cuando se cuenta con un equipo como el nuestro. Sino porque ese mismo triunfalismo alrededor del equipo lleva instaurado desde el Mundial de Japón de 2006. Desde entonces, España, en medio de la euforia general, se llevó dos campeonatos de Europa y dos platas olímpicas. Por eso no comparto el pensar que justo ahora, en un torneo donde se fracasa, ese ambiente periodístico ha influido. Pero bueno, es demasiado habitual observar cómo una cosa resulta válida y en un instante deja de serlo.

Otra cosa alrededor de la euforia ambiental. ¡Pero cómo no íbamos a estar eufóricos! Tenemos un equipazo, se les veía a los jugadores superenchufados, se jugaba en casa y los rivales, salvo Estados Unidos, parecían estar no uno, sino dos peldaños por debajo. Se ganaba jugando bien, con un estilo atractivo que encandilaba tanto como las victorias. Además, el histórico nos decía que era un colectivo 99% fiable, pues el 100% es imposible. ¿Hay que esperar a que termine el campeonato con las emociones controladas? Pues vaya rollo. Ese autocontrol, ese ir partido a partido, ese no pensar en la final ante de llegar, todas esas cosas son tarea, obligación y responsabilidad del equipo, no de los medios y la afición. Esa teoría de no ilusionarse para no llevarse una decepción luego hace años que dejé de practicarla.

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Mientras escribo escucho la rueda de prensa de Jose Luis Sáez, presidente de la Federación. Idea principal, la toma de decisiones tiene sus tiempos y el de ahora es terminar el campeonato de la mejor manera posible organizativamente y dar paso a un tiempo de análisis, etc, etc. Ha recordado que el modelo hasta ahora había funcionado, lo que es cierto, y de Orenga y otras cuestiones, hoy no toca. No esperaba ni más ni menos. Hasta dentro de un tiempo, sólo el propio Orenga podría mover ficha, lo que según dijo ayer no lo va a hacer, por lo que como ocurrió en otras ocasiones, un día en noviembre, diciembre o enero, se anunciará un relevo en el banquillo que parece inevitable.

¿Los jugadores? ¿El futuro? Pues el que ellos quieran y que por ahora no pueden decidir. Queda un año para el Europeo, tiempo en el que cada uno hará su composición de lugar y su proyecto a dos años vista. Pero a mí sinceramente el que vayan o no vayan determinados jugadores no es lo que más me preocupa, sino comprobar que a día de hoy, no se intuye relevo. Recordemos que Orenga eligió doce entre ¿trece? ¿catorce? jugadores de entidad suficiente como para estar en la selección. ¿Se atisba un pivot en la lontananza?. ¿Un base? ¿Un tirador? ¿cuántos jóvenes tienen presencia importante en la Liga Endesa? Esto si que me pone los pelos de punta.

En fín, creo que voy a hacer como Pepe Sáez. Voy a tomarme un periodo de digestión, porque si no podemos estar dando vuelta a esto durante meses.

Por cierto, el Mundial sigue y Estados Unidos ya esta en la final después de su ¿partido? frente a Lituania, repetición del que hizo frente a Eslovenia, repetición del... y así casi hasta el primer día. Hoy saltan a la cancha Serbia y Francia, que espero deparen un partido algo más igualado y emocionante. Serbia ha crecido exponencialmente durante los cruces, por lo que si tuviese que apostar un euro, lo haría por ellos. Pero Francia, uy todavía duele, ha dado la sorpresa del campeonato, lo que le hace acreedor del mayor de los respetos. ¿Y qué va a hacer los miles de aficionados españoles que tienen entrada para un partido donde se suponía otro cartel? Si tuviese que apostarme un euro, lo haría porque animarán a Serbia.

Pues nada, último fin de semana baloncestístico que mucho me temo que lo vamos a pasar enterito de resacón deportivo. Porque aunque España ya no esté, la sombra del "debería estar" no se irá tan fácilmente.

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