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Argumento sugerente, final previsible

EE UU remata en Madrid su paseo tras un Mundial de aventuras exóticas y jerarquías clásica Serbia y Francia defendieron el pabellón europeo tras el patinazo de España

F. SÁEZ
Gasol, elegido entre los cinco mejores del campeonato
Gasol, elegido entre los cinco mejores del campeonatoalejandro Ruesga

A la fiesta del Palacio sólo faltó el anfitrión. Cuatro días antes de lo previsto, el cabeza de serie número dos se estrelló ante Francia y rompió el sueño de coronarse en su Mundial. Falló España y revalidó el título Estados Unidos sin sobresaltos en el camino. Quince días de paseo implacable que concluyeron con su quinto oro en una Copa del Mundo, igualando a Yugoslavia en lo alto del medallero.

Los puntos de Barea para Puerto Rico, la eficiencia del nacionalizado Blatche para Filipinas, los rebotes de Haddadi en Irán y las asistencias de Koponen en Finlandia, entre otras fotografías, dieron lustre a un Mundial de aventuras exóticas y jerarquías clásicas. Una película que tuvo un argumento sugerente, un protagonismo coral, un patinazo inesperado y un final previsible.

España, seis fiestas y un funeral

Tras una primera fase impecable y un partido de octavos resuelto con solvencia, España se desplomó ante Francia en cuartos (52-65) con un partido espantoso en el que firmó la peor anotación en 44 años. El reto mundial de la mejor generación del baloncesto español comenzó con un brillante maratón de seis victorias en ocho días por una media de 26 puntos de diferencia, incluida una tunda en Granada a los franceses (88-64). Pero siete días más tarde, un equipo irreconocible sucumbió sin argumentos. La estadística final no ofrece escapatoria: 20 de 62 en tiros de campo (18 de 40 en tiros de dos y 2 de 22 en triples); 28 rebotes por 50 del rival, y nueve jugadores, los que participaron, incapaces de sumar para el equipo. Del 0 de Pau (el mejor a pesar de todo con 17 puntos y 8 rebotes) al -12 de Ibaka y el -14 de Marc. "No es momento de tomar decisiones", cerró el presidente de la Federación, José Luis Sáez, aplazando la reestructuración.

Serbia y Francia, revelación y consagración

La campeona de Europa se hizo mayor en Madrid. Sin la tutela de Parker y con un equipo afeitado por las renuncias y las lesiones, Francia consiguió mantenerse en el podio. Compitió con solvencia liderada por Batum e impulsada por una prometedora camada formada por Heurtel, Diot, Jackson, Lauvergne y Gobert. Francia será anfitriona del próximo Eurobasket. Alcanzaron el bronce ante una Lituania notable, que, con Valanciunas como estilete, se sobrepuso a las ausencias de Kalnietis y Kleiza para seguir entre la nobleza europea. Sólo Serbia se cruzó en su camino. Los de Djordjevic llegaban con Teodosic y Krstic entre algodones y con la incertidumbre de una colección de jugadores inexpertos. Pero durante el campeonato afilaron su instinto competitivo y confirmaron la eclosión de Bogdanovic, la potencia de Raduljica, el talento de Markovic y Kalinic y la solvencia de Bjelica. Se conformaban con los cuartos y se plantaron en la final con la sobresaliente dirección de Teodosic, espoleado por la presencia en el banquillo de un referente de su oficio, Sasha Djordjevic.

Finlandia y Filipinas, mercados emergentes

Ninguna de las dos pasó de la primera fase. Ninguna se acercó a la frontera de la sorpresa. Ambas cerraron su torneo con una victoria y cuatro derrotas. Pero Finlandia y Filipinas anunciaron al mundo su pasión por el baloncesto a través de sus aficionados en Bilbao (8.000 finlandeses) y Sevilla (2.000 filipinos), respectivamente.

El decidido respaldo del magnate y presidente de la Federación filipina, Manuel Vélez Pangilinan, puso en el escaparate mundialista sus ambiciones. Propietario de una televisión y una compañía telefónica, MVP, como se le conoce en el mundillo de la canasta, lleva años extendiendo sus tentáculos comerciales en la NBA y ahora se ha propuesto lanzar a su país en el parquet. Unos 2.000 filipinos, muchos de ellos en excursión desde la Costa del Sol respaldaron su apuesta en Sevilla.

Brasil y Argentina, vidas cruzadas y penas comunes

Se encontraron en el escalón de octavos y Brasil apagó la vela de la generación dorada argentina. Dos días más tarde, fueron los de Magnano los que descabalgaron en cuartos ante Serbia. Al contrario que en torneos precedentes, en España se citaron los cuatro nba brasileños (Splitter, Varejão, Hilario y Barbosa) con la mejor predisposición, pero la misma inconsistencia. No les bastó el arsenal para llegar a la cima. Por el camino certificaron el final de trayecto épico de Argentina. Tres lustros en los que la generación dorada no abandonó los cinco primeros puestos y coleccionó un oro y un bronce olímpicos y una plata mundialista. Tres lustros en los que su rocoso núcleo de jugadores no encontró relevo y fue languideciendo con dignidad competitiva con Prigioni, Nocioni y Scola como últimos exponentes.

Balance para el optimismo

Hasta el sábado, 650.000 aficionados habían acudido a los seis pabellones con una media de 8.700 espectadores por partido. Durante la fase de grupos, 477.617 espectadores acudieron a los encuentros a una media de 8.000 por partido. El de mayor asistencia fue el Finlandia-Nueva Zelanda (15.483) en el BEK de Bilbao. Cuatro continentes estuvieron representados en la fase final (solo faltó Asia, con Irán eliminado en el grupo más potente y Filipinas perdiendo tres partidos por cuatro puntos o menos). El torneo se ha televisado en 175 países con el España-Francia de cuartos como partido estrella. En España, 4,5 millones vieron esa derrota, con un pico de audiencia de más de 6 millones.

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Sobre la firma

F. SÁEZ
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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