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El Dépor profana Ipurúa

Un tempranero gol de Juan Domínguez derrota a un Eibar que bajó el tono de su inicio liguero

Momento tras el gol de Domínguez.
Momento tras el gol de Domínguez.DIARIO AS

En medio de los anuncios de un Deportivo gustoso con la pelota, agradable para el espectador llegó Ipurúa y mostró la cara de un equipo abnegado, táctico y solidario. En la sucesión de perpetuas urgencias que fomenta el fútbol se había señalado por Riazor una de ellas ya en la jornada tres. El sábado llega a A Coruña el Real Madrid y el martes toca visita a Balaídos. Con un punto tras dos jornadas, el Deportivo y su gente sentían que había que hacer granero y lo consiguieron al sacar los tres puntos en Eibar, allí donde no solo las sensaciones sino también los números indican que no es sencillo ganar. En doce de sus últimos partidos como local el equipo de Garitano tan solo concedió tres goles, en los últimos cinco no le habían marcado. Uno más sirvió para derrotarle en un partido ante un rival directo en la pelea por la permanencia.

Eibar, 0-Depor, 1

Eibar: Xabi Irureta; Bóveda, Albentosa, Raúl Navas, Abraham; Capa (Dani Nieto, m. 45), Errasti, Dani García (Saúl Berjón, m. 75), Javi Lara; Arruabarrena y Ángel (Piovaccari, m. 56). No utilizados: Jaime, Ekiza, Lillo y Boateng.

Deportivo: Lux; Laure, Lopo, Sidnei, Luisinho; Álex Bergantiños; Juanfran (Canella, m. 84), Juan Domínguez (José Rodríguez, m. 69), Medunjanin, Cavaleiro (Cuenca, m. 58); y Hélder Postiga. No utilizados: Fabricio, M. Pablo, Diakité y Toché.

Árbitro: Melero López. Amonestó a Cavaleiro, Medunjanin, Helder Postiga, Lopo, Sidnei.

Goles: 0-1. m. 12. Juan Domínguez

Ipurúa. Unos 3.800 espectadores

La leyenda de Ipurúa se tejió en partidos como éste, de choque, disputa, empuje, barullo y esfuerzo. Faltaron el barro y la lluvia para acabar de componer el cuadro de un partido en el que señalaron más de treinta faltas. Al Deportivo le acompañó en todo momento una virtud: sabía lo que había. Estuvo incomodo porque no puede ser de otra manera, porque el Eibar edifica su fútbol a partir de un plan que ejecuta con impecable sencillez, el de acudir a encimar bien arriba al rival para obligarle a jugar en largo, recuperar y armar una respuesta inmediata. Va, recupera y golpea como un metrónomo, con toda la fuerza y la convicción que otorga la grandeza de saberse modesto. Torció el gesto el Deportivo ante tal despliegue, pero no volvió la cara. Antes al contrario, se creció. Afrontó la guerrilla pese a que en ella se despistaron peones como Medunjanin o Cavaleiro, trabajadores para el colectivo, pero desafortunados en las acciones individuales. Y se fue de inicio hacia el campo rival. Allí se jugó casi todo el primer cuarto de hora hasta que Laure y Juanfran conectaron por el perfil derecho del ataque deportivista y el interior procedente del Betis realizó una maniobra perfecta sobre Abraham para sacar un centro templado al corazón del área. Lo que pasó después ejemplificó lo que era y acabó siendo el partido, un rebumbio. Postiga y Albentosa se enzarzaron, la pelota cayó en los pies de Bóveda, que incapaz de gestionarla con corrección la dejó a los pies de un sorprendido Juan Domínguez, que a cinco metros del portero, fusiló a la red.

La leyenda de Ipurúa se tejió en partidos como éste, de choque, disputa, empuje, barullo y esfuerzo

De Juan Domínguez dijo su entrenador Víctor Fernández en pretemporada que no se le podía sacar excesivo fruto como mediapunta. Futbolista combinativo, con una capacidad para no perder la pelota y darle continuidad que llevó en su día a Lotina, el técnico que le dio la alternativa entre los grandes, a alertar a Guardiola sobre sus características, Domínguez jugó en Eibar de mediapunta en un equipo en el que solo se mantuvieron cinco futbolistas del once inicial de la jornada anterior, cuando Domínguez evolucionó por delante de la zaga, en la cabeza del área. El Deportivo está descubriéndose. El Eibar ya se conoce. Repitió once por tercera jornada consecutiva, pero no se gustó tanto como ante Real Sociedad o Atlético. Su estratega, Gaizka Garitano, había alertado sobre los peligros de una cierta descompresión. No los hubo por falta de intensidad, sí por el acierto en su aplicación. Se frenó el Eibar porque, abierto su librillo, no encontró la página en la que se marcaban los caminos hacia la portería. Antes del gol sufrió atrás y tras él lo hizo adelante, carente de una verticalidad que solo le dio tras el descanso, en efecto gaseosa, la incorporación de Dani Nieto. El Deportivo, que ésta temporada parece haber descubierto que hay veces que se puede defender al filo del reglamento, le cerró las opciones de esa réplica rápida en la que tan cómodo se encuentra y en la elaboración se obnubiló.

Sin perder su tendencia, el partido viró hacia el área de Lux porque es un martillo pilón y pasados los tres cuartos de partido al Deportivo le faltó aliento para hacer algo más que defenderse. Tuvo todo lo demás. Imposible vencer sin sudor en Ipurúa, pero hace falta algo más: tener la capacidad para marcar e impedir que el Eibar apenas genere ocasiones de gol por más que, a la desesperada, ponga al central Albentosa de delantero. Todo eso, que no es poco, fue lo que le dio el triunfo al Deportivo.

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