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El Athletic no se encuentra

Un error de Iturraspe propicia la victoria del Granada que fue un ejemplo de orden defensivo

Nyom y Balenziaga, en el Calderón.
Nyom y Balenziaga, en el Calderón.CESAR MANSO (AFP)

De pronto al Athletic le quema el balón y el campo se le empequeñece. De pronto, esa cosa redonda, noble, que generalmente responde al pie de los futbolistas, tiene vida propia y en vez de que los futbolista jueguen con ella, juega ella con ellos, harta de que la manden de un sitio para otro, sin alojamiento reservado ni pie en el que dormir. El Athletic durante 45 minutos escribió el tratado de la impotencia. Ya sabe lo que no hay que hacer, ya sabe cómo no se juega al fútbol. De cuánto tiempo tarde en asimilarlo, en digerirlo, dependerá su examen final, allá por junio. El Granada no le sorprendió, simplemente le fue estrechando los pasillos, bien armado en el centro del campo y con los centímetros suficientes en defensa para dejar sin agua al náufrago Aduriz, que veía pasar los barcos rojiblancos sin que ninguno le hiciera caso. Y allí, entre Babin y Castillo, dos chicarrones, rumiaba su soledad, remando a contracorriente, soñando que lloviera café en el área en vez de chaparrones de centros, unos rasos, imposibles, otros altos que miraban a las nubes en vez de a sus ojos.

El Granada lo tenía más claro. Sabía que contaba con la potencia del experto Córdoba y el casi juvenil Success para proponerle, una vez tras otra, carreras de velocidad a los defensas rojiblancos, nuevos por cierto por decisión de Valverde que eligió a San José y el casi desahuciado Etxeita para que descansaran Gurpegui y Laporte. En inferioridad de condiciones, no los ataron mal los centrales rojiblancos aunque en el uno contra uno se sabían perdidos. Pero en los partidos fatales, la fatalidad elige a sus víctimas. Y eligió a Iturraspe que se enredó con el balón, siendo el último de la fila, y dejó a Córdoba ante Iraizoz para que le batiera, eso sí, con apuros.

Athletic, 0-Granada, 1

Athletic: Iraizoz; Iraola, Etxeita, San José, Balenziaga; Erik Morán (Mikel Rico, m. 54), Iturraspe; Susaeta (Guillermo, m. 77), Unai López (Viguera, m. 45), Muniain; y Aduriz. No utilizados: Herrerín, Beñat, De Marcos y Gurpegui.

Granada: Roberto; Nyom, Babin, Murillo, Foulquier; Rochina (Eddy, m. 61),Yuste, Fran Rico, Piti (Juan Carlos, m. 66); Success y Córdoba (Javi Márquez, m. 73). No utilizados: Oier, Mainz, Iturra y Ortuño.

Gol: 0-1. M. 39. Error de Iturraspe y Córdoba bate a Iraizoz.

Árbitro: Teixeira Vitienes II. Amonestó a Iraola, Nyom, Rochina, Aduriz y Héctor Yuste.

Unos 50.000 espectadores en San Mamés

Valverde anda busca que te busca. Sabe lo que busca pero no lo encuentra. Sabe que busca al sustituto de Herrera y sabe que Beñat no lo es, lento, desubicado. Por eso lo dejó en el banquillo y optó por la generosidad juvenil de Unai López, de hechuras similares al jugador del United. Pero Unai Lópoez aún está en la cuna de la Primera División, despertando de un sueño.

Y lo que había ayer era una pesadilla. Hay muchas cosas reconocibles en Joaquín Caparrós, pero destaca sobre todas el armazón de sus equipos, una carrocería inconfundible de chapa de acero. Poco importa que cada año cambien las piezas, el color de las botas, la nacionalidad o la numeración de los jugadores. La firma siempre es legible. Y sabía Caparrós, porque lo ha vivido y lo ha propuesto como técnico rojiblanco que fue, que en la segunda mitad el Athletic iba a jugar a tumba a abierta, apelando más a la testosterona, a la genética, a la desesperada.

Valverde sacó la bandera negra con las tibias y la calaveras y metió en el campo a Viguera, otro delantero centro para iniciar el abordaje , luego a Mikel Rico, para que fuera con el fusil de asalto. Y el Granada decidió guardar el barco, metiendo a toda la tripulación en la popa, dispuesta a resistir el abordaje. Lo que el Athletic no conseguía con las piernas ni con la cabeza, lo conseguía con los pulmones. Era una carga rutinaria, un oleaje de esos que intimidan tanto por la forma como por el fondo. Pero que no hacen daño. Valen para surfear, pero permiten nadar

El Granada ya solo tenía en la cabeza defender lo que Iturraspe le había regalado. No siempre te dejan un tesoro en el felpudo de la puerta. Y el Athletic,venga a sumar delanteros centro: uno, dos, tres (con la entrada de Guillermo). Y el Granada, defensas (lo fueran o no actuaban como tales). Todos, locales y visitantes, con el cuchillo entre los dientes, pero todos con plomo en los pies. La suma de nueves en el Athletic solo supuso jugar con exteriores inoperantes: cuanto más se alejaban del punto de penalti, más ineficaces eran. Pero no había otra: sin fútbol en la cabeza, impera la desesperación. La calma, fue cosa del Granada que pasó apuros, pero no miedo. Todo el abordaje escénico del Athletic se tradujo en una peinada de Rico, tras un corner que salió rozando el poste, a un centímetro de la bota de un compañero. En realidad no hubo más heridas en la batalla. La proa del Athletic era roma, por más ruido de sables que hiciera, frente a una popa superpoblada del Granada que nunca perdió el orden. Y Caparrós salvó el barco sin demasiadas víctimas. El Athletic sigue buscándose a sí mismo y no se encuentra. Y, claro, los barcos, o se le hunden o se los quitan. O los regala.

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