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España gana un ‘9’ pero pierde estilo

La irrupción de Costa, un delantero clásico, disminuye la aportación del centro del campo

Diego Costa, Casillas y otros jugadores españoles a su llegada a Luxemburgo.
Diego Costa, Casillas y otros jugadores españoles a su llegada a Luxemburgo.chema moya (efe)

Ganó España tres títulos sin un nueve, sin un goleador, sin un rematador clásico, por mucho que a Luis Aragonés le salieran las cuentas cara a puerta en la Eurocopa de Austria y Suiza gracias básicamente a Villa y a Torres, y a Del Bosque le bastara con El Guaje en Sudáfrica, el mejor goleador de la historia de la selección, para llegar a semifinales, y que en Polonia y Ucrania, cuando se lesionó el asturiano, se inventara a Cesc Fábregas de falso nueve, a imagen y semejanza, salvando las distancias, de lo que hacía Guardiola en el Barcelona con Messi. Resulta que fue ganar un nueve, perder el estilo y conocer la derrota, en Brasil y, por vez primera en 36 partidos, en un encuentro de fase de clasificación, el jueves en Eslovaquia por 2-1.

Buscó Del Bosque darle una vuelta de tuerca a la máquina y dejó de funcionar. Ganó España al paso de Xavi, pero Xavi ya no está. Ni el volante del Barcelona ni Alonso, ni Villa. Pero con ellos en el equipo junto a Costa tampoco el engranaje carburó, así que debería de tener más que ver con la presencia que con las ausencias. En un equipo lleno de centrocampistas bajitos y peloteros, España amortizó los goles que marcaba sin un nueve ortodoxo a base de las llegadas de los centrocampistas y ganó tres títulos. Y resulta que ha sido tenerlo, encontrarlo, disponer de él, de Costa, cambiar la manera de atacar, y dejar de ganar. Se ha desdibujado de tal manera La Roja que no se parece a lo que fue. Puede que ataque más, pero ataca peor y cuando marca el gol no lo grita quien en teoría debía hacerlo.

“Estamos contentos por la emoción que pone”, le defiende Del Bosque

España se acostumbró a rentabilizar una solidez defensiva tremenda, consolidada en el control del balón como punto de partida del juego. La idea era defenderse desde la pelota; un axioma muy cruyffista, sublimado por el Barcelona de Guardiola, al que dio carrete Luis Aragonés, que siempre, ya como jugador, cuidó el balón, y después por Del Bosque, tres cuartos de lo mismo. Por esa senda hizo camino España hasta levantar tres títulos, un Mundial y dos Eurocopas, llenando el campo de toques. Circulaba el balón más que corría, y España sentó cátedra desde los centrocampistas, con más llegada al área que presencia en ella, con más pases interiores que exteriores, y por mucho que se abriera el campo por banda, no se trataba tanto de buscar centros como de encontrar pasillos por dentro. Decidió España en las áreas, pero ganó los títulos en la medular. Resulta que ahora que tiene un nueve de garantía, tira pero no chuta, y si ya no fue capaz de pasar la primera fase del Mundial de Brasil ha conocido la derrota por vez primera con Del Bosque en una fase de clasificación, algo que no sucedía desde 2006, con Luis, en Suecia.

El cambio de estilo lo simboliza mejor que nadie Fábregas, que ha pasado de ser uno de los finalizadores del juego de pase y control al escudero de Costa, de Quijote a Sancho Panza: en la final de la Eurocopa 2012, por ejemplo, Cesc, como falso delantero centro, participó en 42 jugadas, remató una vez a puerta, no marcó ningún gol y centró tres veces al área: España ganó a Italia 4-0. El jueves, en Eslovaquia, jugando de volante, tuvo liderazgo y presencia en el juego el 10 de España, pero el equipo perdió y empeñado en encontrar a Costa, su compañero en el Chelsea, Fábregas centró 19 veces, toco el balón 103 ocasiones, remató tres, y participó en 82 jugadas.

La Roja busca al ariete, máximo goleador en la ‘Premier’, pero no le encuentra

En los últimos cinco partidos, España ha marcado nueve goles. Ninguno lo ha firmado Diego Costa, y solo en uno, el de Alonso contra Holanda, estaba él en el campo (de hecho forzó el penalti que transformó el centrocampista).

Para un goleador de magnitud a cuyos tantos se encadenó el Atlético para ganar su primera Liga en 17 años (64 goles celebró con los del Calderón en 134 partidos), para un tipo que tardó 17 minutos en celebrar su primer tanto con el Chelsea, equipo con el que encabeza la lista de artilleros en la Premier League con nueve goles, el dato podría resultar desesperante. Un talento convertido en rémora para un equipo que le busca y no le encuentra. En 446 minutos que ha jugado con España en seis partidos, todos como titular, Costa no ha conseguido ver puerta.

"Yo no le veo obsesionado. Está poniendo mucho entusiasmo. Estamos contentos por su forma de comportarse y la emoción que pone", sostiene Del Bosque. Sus compañeros no dudan de que "a corto plazo y por el bien de la selección empezará a marcar goles. Son cosas que pasan con las rachas pero llegará pronto su gol", aseguró ayer Paco Alcácer, la otra cara de la moneda, dos goles en dos partidos.

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