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Una victoria contra la depresión

Un gol de Etxeita impulsa al Athletic y mantiene al Almería sin ganar en su estadio

Thomas Partey, del almería, y los jugadores del Athletic Susaeta y De Marcos.
Thomas Partey, del almería, y los jugadores del Athletic Susaeta y De Marcos.EFE

En las crisis futbolísticas, las analíticas del problema son siempre las mismas: análisis de actitud, sobrecarga de esfuerzos, debate sobre el sistema y estado de jugadores y/o entrenador. Sin embargo, todos saben que la curación más urgente (y la única) pasa por una victoria. Entonces se vuelve a confiar en el sistema, en la capacidad física, en los jugadores y en el entrenador. Todo pasa por una victoria para saber si la crisis es tan profunda que ganar no es sino un efecto placebo o si, por el contrario, es lo único que faltaba para volver a ser quien se fue.

El Athletic ganó de la misma manera que había perdido o empatado tantos partidos: con un juego plano, muy previsible, sin imaginación y con más voluntad que acierto. Y ganó por un gol que fue una suerte de accidentes favorables: un despeje de cabeza que cae en Muniain, que le pega mal, pero va hacia Mikel Rico, que la pega como puede sin esperar; el balón, que da en un defensor y cae a los pies de Etxeita, que llega a meter la puntera entre un defensor y el portero. El balón lo tocó mucha gente, pero nadie elaboró la jugada, salió sola y afortunada.

ALMERIA, 0-ATHLETIC, 1

Almería: Ruben; Ximo Navarro, Trujillo, Dos Santos, Dubarbier: Verza (Corona, m. 75), Thomas; Welington, Azeez (Thievy, m. 60), Edgar (Soriano, m. 68); y Hemed. No utilizados: Cuesta, Macedo, Zongo y Fran Vélez,

Athletic: Iraizoz; De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga; Iturraspe; Susaeta (Bustinza, m. 81), Rico, Beñat (De Marcos, m. 52), Muniain (San José, m. 89); y Aduriz. No utilizados: Herrerín, San José, Viguera, Guillermo e Ibai Gómez.

Gol: 0-1. M. 57. Etxeita

Árbitro: Martínez Munuera. Amonestó a Iraola y Verza

Unos 11.000 espectadores en el estadio Juegos del Mediterráneo.

El gol redujo la adrenalina negativa del equipo bilbaíno, que si alguna lectura positiva pudo sacar, más allá de la victoria, fue la de haber vuelto a ser un equipo con capacidad para recuperar el balón. En ello colaboró el Almería, más rutinario que su rival, solo animado por los gambeteos de Silva y el correr frenético de Azeez. En eso, en actitud, en energía positiva, sí ganó el encuentro el Athletic, aunque esa energía no encendiera luces de bohemia. Al menos le bastó para apagar momentáneamente las luces de alarma.

Eran dos rivales planos que ejecutaron un partido plano en el que pasaron solo dos cosas: el gol de Etxeita y un zurdazo al larguero de Thievy, amén de una salida en falso de Iraizoz por aquello de convivir con las emociones fuertes hasta el final. Del Almería hubo pocas noticias. El equipo de Francisco explicó alto y claro por qué no ha ganado aún en su estadio: le falta ilusión y capacidad para asumir riesgos. Eso le hizo más fáciles las cosas al Athletic. Nada mejor para un rival acuciado, como el de Valverde, que deducir con prontitud que su oponente no le mete miedo. Los abrazos parecían el festejo de un éxito. Y en cierto modo lo era: para ellos, piensan, la temporada empieza ahora, salvo que todo haya sido un efecto placebo.

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