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HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La NBA es como la vida

San Antonio, Kobe, Marc... La Liga está llena de líneas argumentales largas y lentas a lo largo de los años

Kobe Bryant, ante Phoenix en pretemporada.
Kobe Bryant, ante Phoenix en pretemporada.Jae C. Hong (AP)

Me he pasado un tiempo considerable de este periodo sin NBA usando la parte de mi cerebro dedicada a los deportes a pensar, no en el baloncesto, sino en el béisbol. El equipo de mi ciudad natal, los Royals de Kansas City, causó sensación en el mundo del deporte, lo que es algo raro para los Royals; la última vez que el equipo jugó en la fase más importante del béisbol yo todavía no había aprendido a dividir.

Aunque el inicio ha sido interesante, sobre todo porque este equipo de los Royals es muy atractivo, me he dado cuenta de que hay un fallo en el béisbol: no hay ni trama, ni línea argumental. Los Royals no eran especialmente buenos el año pasado, y probablemente no serán especialmente buenos el próximo año. Su éxito es un golpe de suerte.

En la NBA pocas veces se producen giros inesperados como ese en la historia; cada año es una continuación del anterior. Y este año está especialmente plagado de líneas argumentales con un largo desarrollo.

Veremos a los Spurs de San Antonio para comprobar si han convertido realmente al Padre Tiempo en un invitado opcional en la fiesta de la vida. Veremos a los Los Ángeles Lakers para averiguar qué explotará primero: el cerebro de Kobe Bryant o las rodillas de Kobe Bryant. Veremos a los Chicago Bulls porque tenemos la ligera sospecha de que la suma de Pau Gasol y Derrick Rose podría dar como resultado algo especial. Pero también porque tenemos miedo de que la misma ecuación pudiese acabar en una variable que no entendemos.

Veremos a los Los Ángeles Lakers para averiguar qué explotará primero: el cerebro de Kobe Bryant o las rodillas de Kobe Bryant

Veremos a los Brooklyn Nets porque el equipo ha encontrado un entrenador con un cerebro que funciona. Veremos a los Golden State Warriors para comprobar si lo mismo es verdad en San Francisco. Veremos a los Grizzlies de Memphis porque nos seguimos preguntando si Marc podría ser mejor que Pau. Veremos a los Dallas Mavericks porque no sabemos mucho del personaje de Chandler Parsons, pero seguro que tiene buena pinta.

Veremos a los Thunder de Oklahoma City tratando de solucionar el problema de tener dos estrellas con personalidades opuestas. Veremos a los Rockets de Houston tratando de solucionar el problema de tener dos estrellas con la misma personalidad. Veremos a los Trailblazers de Portland tratando de solucionar el problema de no tener estrellas con ninguna personalidad.

Veremos a los Clippers de Los Ángeles porque tenemos que pensar que ese elenco de personajes va a descubrir pronto la solución. Veremos a los Knicks de Nueva York porque Phil Jackson ha vuelto a la ciudad más importante de la NBA.

Y veremos a los Cleveland Cavaliers por la razón más importante de todas, que es que el mejor jugador de nuestras vidas ha cambiado de equipo otra vez, y todavía no estamos seguros de cuál es nuestra opinión al respecto.

Estas serán las historias que veremos: no se desarrollarán en un partido, ni en una semana, ni en un mes. En algunos casos, ni siquiera terminarán esta temporada. Son más largas que eso.

Y es la razón por la cual la NBA es más interesante que el béisbol: la NBA se parece más a la vida porque está llena de líneas argumentales largas y lentas que se desarrollan a lo largo de los años. A veces nos alegran, aunque la mayor parte del tiempo nos hacen llorar. Pero casi siempre merece la pena verlas.

Incluso si todavía no hay un equipo de Kansas City en ellas.

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