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Federer, la Copa Davis o nada

Lesionado en la espalda, el suizo renuncia a jugar con Djokovic la final de los maestros

Juan José Mateo
Federer, con la mano llena de ampollas, se despide del público.
Federer, con la mano llena de ampollas, se despide del público. Tim Ireland (AP)

Hay lesiones que golpean el cuerpo, y golpes que rompen algo por dentro aunque no se note fuera. Cuando Roger Federer anuncia ayer que los dolores de espalda le obligan a renunciar a jugar la final de la Copa de Maestros, lo que corona inmediatamente a Novak Djokovic (es el cuarto título final del serbio), el suizo está escribiendo solo la primera línea de una trama llena de misterios e interrogantes. De aquí al fin de semana, el campeón de 17 grandes, de 33 años, tiene que despejar tres dudas: ¿Llegará a tiempo de jugar la final de la Copa Davis, que enfrenta desde el viernes a Francia con Suiza? ¿Es cierto que su problema físico se agravó porque consumió la madrugada del sábado en una larguísima conversación con Stan Wawrinka, su compañero de selección, que la había emprendido a gritos con el banquillo del genio mientras perdía cuatro puntos de partido a favor? ¿Cómo se recompondrá esa relación y cómo se tomará el número dos suizo que su amigo le cortara el paso en una batalla de 2 horas y 48 minutos y luego renunciara a la final?

Quizás para eso último baste con repasar el Twitter de Wawrinka: Suiza llega a la final de Lille con la caseta incendiada.

-¿Sigue Stan en Londres?, escribió una periodista. Debería venir al bar de la prensa y emborracharse.

-Mándeme la dirección, contestó el campeón de Australia 2014.

No puedo competir a este nivel, es demasiado arriesgado a mi edad

La final de la Copa de Maestros nunca había dejado de disputarse. En torneos de la máxima categoría solo existe el precedente del encuentro decisivo del Masters 1.000 de Madrid 2002, que Andre Agassi ganó en ausencia de Jiri Novak. Para Federer fue la tercera renuncia en 1.221 partidos. Los esfuerzos de un final de temporada en el que el suizo apretó en la búsqueda del número uno mundial, que podía haber conseguido en Londres, castigaron el punto más débil de la armadura del campeón. En el último lustro, Federer combatió como pudo los problemas de espalda, que mediatizaron su 2013 hasta el punto de anunciar su ocaso. Tras una buena temporada en comparación con la anterior (pero sellada sin títulos grandes individuales), la vieja dolencia volvió a atacar.

Ya antes del fin de semana, Ivan Ljubicic, entrenador de Milos Raonic y amigo íntimo del suizo desde sus tiempos en el Consejo de Jugadores, filtró que algo no marchaba bien en esa espalda: presenció un entrenamiento de Federer y no le gustó lo que vio. La preocupación creció durante las semifinales. Algo pasaba para que el número dos mundial solo pudiera poner en juego el 52% de sus primeros saques. Finalmente, la lucha por el título fue imposible, y más con un caníbal como Novak Djokovic por delante.

“No puedo competir a este nivel”, dijo Federer sobre la pista, entre los aplausos del público y acompañado por Chris Kermode, el presidente de la ATP. “Es demasiado arriesgado a mi edad. No estoy en forma”, añadió. Luego, en un comunicado publicado en las redes sociales, abundó en el tema: “Ha sido una decisión extremadamente difícil. Desafortunadamente, mis problemas de espalda no me permiten jugar ahora mismo”.

A los 33 años tiene el reto de recuperarse para la final en menos de una semana

Federer llegará a la final de la Copa Davis (si llega) rodeado de dudas. El sistema competitivo, que permite a los seleccionadores cambiar a los jugadores hasta pocas horas antes de cada encuentro, permitiría que Severin Luthi, el técnico suizo, le reservara para el domingo, cruzando los dedos para que la eliminatoria siga viva en la última jornada. Es probable que el número dos arriesgue: la Davis es la única gran distinción que falta en su prestigioso currículo, junto al oro olímpico individual (ganó el dobles en los Juegos de Pekín 2008, precisamente formando pareja con Wawrinka).

Para Djokovic, que consigue su cuarto entorchado final y el tercero consecutivo, lo que no conseguía ningún tenista desde 1987 (Ivan Lendl), la lectura es muy distinta, aunque tampoco es plenamente satisfactoria. El serbio, de 27 años, cierra la temporada como el mejor del mundo, pero tras haber perdido dictado en los grandes escenarios. Su único título grande, logrado en Wimbledon, llegó por los pelos, en la quinta manga y frente a Federer. En su terreno preferido, el cemento, dos tenistas sin el pedigrí de los mejores le cerraron el paso (Wawrinka en cuartos de Australia y Nishikori en semifinales del Abierto de EE UU). En Roland Garros, que es el torneo que más ambiciona, su camino terminó donde casi siempre (frente a Rafael Nadal). Por eso Nole celebró a lo grande que se había asegurado acabar 2014 en el trono: las heridas que no se ven también se notan en las celebraciones.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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