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Agüero dibuja el gol

El delantero argentino acapara elogios tras su triplete frente al Bayern

Agüero celebra uno de esos goles al Bayern.
Agüero celebra uno de esos goles al Bayern. Alex Livesey (Getty Images )

Debutó en Primera cuando acababa de cumplir los 15 años y enseguida le compararon con Romario. En el inagotable vivero del fútbol argentino nunca nadie había sido tan precoz como aquel pibe de Independiente. Óscar Ruggeri lo agarró del hombro y lo lanzó al ruedo con el número 34 a la espalda. Era callado sin balón y descarado con él. El chico que devoraba los dibujos animados japoneses Conan, el niño del futuro protagonizados por un travieso llamado Kum Kum tiene ahora un entrenador que se llama Manuel Pellegrini y que este martes le puso a la altura de Messi y Cristiano Ronaldo después de que le marcase tres goles al Bayern. Es Sergio Agüero, “nuestro Special One”, clamó tras el partido Vincent Kompany, su capitán en el Manchester City. “Excepcional. Es un honor jugar contigo”, le escribió el zaguero belga en el balón que el Kun se llevó a su casa. “Tres más en Roma, por favor”, le firmó en el esférico su compatriota Willy Caballero. En la ciudad eterna se jugará el City su continuidad en la Liga de Campeones, sabedor de que si el CSKA de Moscú gana en campo de Bayern no sólo se quedará fuera de la competición sino que precisaría al menos un empate para continuar siquiera en la Liga Europa.

Sólo las lesiones le han lastrado y la última temporada fue tan prolífica en ellas que semejaba que su estrella palidecía

No son pocas las cosas que se saben de Agüero, dueño a los 26 años de una biografía singular, nacido como segundo hijo de una madre que apenas tenía 18, padre a su vez a los 21 de un pequeño nacido en Madrid que lleva su apellido y el de Maradona, de cuya hija menor fue pareja hasta hace dos años. Pero jamás ese foco mediático deslumbró su fútbol, su gol. Sólo las lesiones le han lastrado y la última temporada fue tan prolífica en ellas que semejaba que su estrella palidecía. Incluso en ese mal momento mostró que conviene no darle por eliminado. En diciembre de 2013 estuvo un mes de baja por una distensión muscular en un gemelo, apenas regresó sufrió molestias en un muslo que le obligaron a parar de nuevo, que le invitaron a acelerar una puesta a punto para enfrentarse al Barcelona en la máxima competición continental y le acabaron por romper justo en ese partido en el que tenía la ilusión de medirse a su amigo Messi. Ya para entonces arrastraba una pubalgia que puso en duda finalmente su participación en el Mundial. No pudo con él, pero en Brasil cayó contra Nigeria, desgarrado en el bíceps femoral, en el partido que cerraba la primera fase. Dijeron que no volvería a jugar ni aunque Argentina llegase a la final. Disputó la semifinal.

Esta temporada es importante para Agüero. Buscaba buenas sensaciones y continuidad. El gol ya lo lleva de fábrica. Nunca le abandonó y siempre ha ido mejorando sus guarismos. Se fue de Avellaneda tras marcar 23 goles en 56 partidos para Independiente y dejar 23 millones de euros para su primer equipo profesional, en Madrid se sobrepuso a la suplencia inicial con la que adoctrinó el técnico Javier Aguirre y firmó cinco campañas ligueras con 6, 19, 17, 12 y 20 dianas. 101 tantos en 234 partidos. El Manchester pagó 45 millones por su fichaje, pero allí ha conseguido dar un paso más adelante y suma ya 92 goles para 140 partidos entre todas las competiciones. Uno de ellos le dio al City hace dos años su primer título liguero desde 1968 en un agónico descuento del último partido del campeonato. Contra el Bayern volvió a resolver al final para darle vida a su equipo. “Eran tres puntos vitales”, rescata antes de fijarse en lo personal. Que se lo digan a Pellegrini, cuyo puesto está en discusión. “Estoy contento con mi estado de forma, la temporada está viniendo bien”, recalca Agüero. Con 17 años recién cumplidos se fue con la selección sub 20 a jugar el Mundial en Holanda. Era un año menor que Messi. Ganó el título y el respeto de sus compañeros dentro y fuera de la cancha. Muchos de ellos todavía recuerdan como en la concentración agarraba los lápices y en unos minutos trazaba fidedignos retratos de lo que se le cruzase por delante. Pocos pintan el gol como él.

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