_
_
_
_
_

El Dépor prorroga su desdicha

El equipo gallego cae en Riazor frente al Málaga (0-1) y se asoma con peligro al abismo

Pancarta contra la violencia ubicada en la grada que ocupan habitualmente los Riazor Blues en el estadio de A Coruña.
Pancarta contra la violencia ubicada en la grada que ocupan habitualmente los Riazor Blues en el estadio de A Coruña.Cabalar (EFE)

Volvió a la victoria el Málaga, que llegaba a Riazor tras caer ante Atlético y Real Madrid después de haber encadenado cinco triunfos consecutivos y ya otea antes de Navidad su objetivo inicial de la permanencia. Sueña el combo andaluz, pleno de mérito, con un regreso a Europa en ésta ocasión sin la chequera por delante. Su triunfo fue la derrota del Deportivo, habitante de la cola de la clasificación, zarandeado por la desgracia, nada afortunado siquiera en las acciones determinantes de un partido que le castigó y que le sitúa ante un peligroso abismo. "Llevamos un camino de autodestrucción como nunca he visto en ningún equipo", dijo después el técnico del equipo coruñés, Víctor Fernández.

Hay ante todo una víctima real e irreparable, pero la trifulca del Manzanares ha ocasionado numerosos daños colaterales que afectan al Deportivo y le pueden dañar de manera irreparable. Se trata de una entidad que ya atravesaba una situación delicada y extremadamente comprometida y que ahora está sometida a unas tiranteces sociales que no le ayudan. La ciudad y el deportivismo debaten sobre lo ocurrido en una pelea callejera y las decisiones que se han tomado a raíz de ello, sobre el tratamiento mediático germina una cierta sensación de maltrato y desamparo y se apuntan las eternas dicotomías entre capital y provincia, siempre lindantes con la razón y la demagogia según criterios que poco tienen de empíricos. Además un sector de la afición que ya tenía al presidente en el foco ha encontrado motivos para clamar por su dimisión y han suscitado, en esa batalla, algún apoyo más. El ambiente es áspero y se pide a la directiva, cuya gestión se ha aprobado hace dos semanas con una abrumadora mayoría superior al 95%, que se vaya a sus casa porque ha decidido que Riazor Blues debe ser pasado y el futuro pasa por otra forma de animación en el estadio. Se debate sobre si los chicos que fueron a Madrid son violentos o no, se ha dejado de hablar de fútbol.

DEPORTIVO, 0 - MÁLAGA, 1

Deportivo: Fabricio; Juanfran, Insua (Cuenca, m. 45), Lopo, Sidnei, Luisinho; José Rodríguez, Wilk, Medunjanin (Juan Domínguez, m. 62); Helder Postiga (Toché, m. 62) y Cavaleiro. No utilizados: Lux, M. Pablo, Canella y Álex Bergantiños.

Málaga: Kameni; Rosales, Angeleri, Weligton, Antunes; Camacho, Darder (Boka, m. 83); Samuel (Horta, m. 56), Duda (Recio, m. 70), Samu Castillejo; y Santa Cruz. No utilizados: Ochoa, Torres, Juanpi y Luis Alberto.

Árbitro: Gil Manzano. Amonestó a Luisinho, Cuenca, Toché, Kameni, Antunes y Samuel

Goles: 0-1. M. 22. Darder.

17.662 espectadores en Riazor.

Y del balón hay mucho que hablar porque el Deportivo sigue dando tumbos y necesita la Primera División para sobrevivir, porque la gestión que llevó al club a la bancarrota ha convertido la permanencia entre los grandes en una obligación, no en una opción. Y el equipo no sólo va justo sino que no ha crecido: en diciembre es tan accesible para los rivales como lo era en agosto. Y, sin embargo, tan diferente. El Deportivo ha pasado de querer la pelota a convertirse en un equipo de contragolpe, que defiende atrás con una línea de cinco y concede el mediocampo al rival pese a que obliga a hombres como sus laterales o José Rodríguez, el más adelantado en la presión defensiva, a realizar esfuerzos descomunales. Así comenzó ante el Málaga, que sabía lo que había porque ya había estado entre semana en Riazor. Y en el fútbol profesional nadie espera a que el rival resuelva sus debates. Quiso hacer daño el Málaga de inicio con velocidad, despliegue e iniciativa, también con alguna imprecisión. Cometió dos groseras y pudo pagarlo, concedió dos contragolpes que pudieron ser dos goles. Ambos murieron en Postiga y en Kameni, en el primer lance con un penalti que acabó deteniendo el meta a Cavaleiro, en el segundo con otra meritoria parada del camerunés.

Fue toda la producción del Deportivo antes de que en el descanso Víctor Fernández diese otro viraje y cambiara el dibujo. Le obligó el gol del Málaga, que llegó en un error de Fabricio en el golpeo aprovechado por el emergente Darder en una respuesta excepcional desde treinta metros. Pero siempre dio sensación de peligro el equipo de Xabi Gracia, que sacó fruto de los espacios y de un rival que se los creaba porque defendía muy atrás. Entre reproches sobre cuestiones ajenas al césped y entre reproches al reprochador, el Deportivo se mantuvo en pie como pudo. No cayó al filo del descanso porque su portero respondió con una fenomenal parada a un remate de Samuel, llegó vivo al final porque Duda marró la sentencia.

Le dolió el partido al equipo de Fernández y Fernández. Entró Isaac Cuenca en el receso por Insua para formar una línea de cuatro atrás y adelantar al equipo. Con media hora por delante agotó los cambios el Deportivo. Se fue Medunjanin, el hombre de más confianza para Víctor Fernández, uno de los termómetros de su momentáneo fracaso. El bosnio no apareció ni para tirar el penalti que en lógica le correspondía chutar y que acabó a los pies del equivocado Cavaleiro. Éste, siempre bullidor y nunca pausado, lanzó incluso al palo un remate desde el corazón del área. Toché tuvo el empate nada más salir al campo. Se fue hacia arriba con más tesón que ideas el Deportivo, con la candidez y el temblor de los equipos tocados mientras el sector juvenil disperso por la grada, exiliado de su fondo clausurado y tapado con una lona, jalaba el nombre de Fernando Vázquez sin suscitar tampoco un apoyo generalizado. Tuvo una última oportunidad Toché ante Kameni, imperial de principio a fin. Venció el Málaga y en Riazor hará falta un cargamento de tiritas para tapar tantas heridas.

Reproches de los Riazor Blues a jugadores, técnicos y directiva

Alrededor de un millar de personas se concentraron dos horas antes del partido en una plaza próxima al estadio de Riazor tras la llamada de los integrantes de los Riazor Blues. Su idea era rendir homenaje a Francisco Javier Romero “Jimmy” y hacer público un comunicado con su versión de los hechos sucedidos el domingo en la ribera del Manzanares. En ella aseguran que se toparon, “sin cita previa”, con “una emboscada de neonazis y ultraderechistas de varios países que buscaban repercusión global”. “En vez de huir intentamos defendernos”, se explican los radicales deportivistas, que censuran además la actitud de jugadores, cuerpo técnico y directiva de su equipo. “Los futbolistas no tuvieron ni la más mínima muestra de afecto a la familia del asesinado”, concluyen en un duro comunicado.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_