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La Maradona del hockey se despide con un legado para las argentinas

Luciana Aymar, la argentina más medallista de la historia, y sus compañeras de la selección han popularizado la disciplina sobre hierba entre sus compatriotas

Luciana Aymar conduce la pelota ante la holandesa Maartje Paumen
Luciana Aymar conduce la pelota ante la holandesa Maartje Paumen ANDRES LARROVERE (AFP)

La Maradona del hockey ha dejado este domingo los campos de hierba. Luciana Aymar, la mujer argentina con más medallas olímpicas (cuatro) y elegida ocho años como la mejor jugadora de su disciplina en el mundo, se ha despedido a los 37 años tras ganar en Mendoza el Champions Trophy, el torneo que reúne a las ocho mejores selecciones del momento. Pero el legado de Aymar va más allá de sus éxitos personales y los de sus compañeras de una selección que por lo aguerridas y triunfadoras han sido bautizadas como Las Leonas. Con Lucha, como la apodan por una derivación de su nombre, pero también por su coraje, las sexies albicelestes, jugadoras en general amateurs que viven con becas estatales, no solo han logrado penetrar el mercado publicitario argentino sino también han conseguido que un deporte antes considerado pijo en su país penetrara en clubes y escuelas de clases medias y hasta bajas.

A finales del siglo XIX, ingleses se instalaron en Argentina para comerciar y construir ferrocarriles que exportaran la carne vacuna y el trigo a Reino Unido y al resto del mundo. En aquellos tiempos de hegemonía económica británica, estos inmigrantes trajeron al país sudamericano las costumbres de la vida de club, el fútbol y el rugby. Mientras que el fútbol se tornó popular, el rugby se mantuvo para la élite. Y precisamente en los clubes aficionados al balón ovalado fue donde las mujeres comenzaron a practicar hockey sobre hierba. Oriunda de Rosario, como Lionel Messi, Aymar agarró el palo a los siete años para jugar el Club Atlético Fisherton, un club de clase media acomodada, y a los 13 se enroló en el aristocrático Jockey Club de su ciudad.

Aymar, que también ha jugado al fútbol, miraba de adolescente los vídeos de Diego Maradona y se ilusionaba con jugar en la selección de hockey y cantar el himno nacional antes de un partido, cuenta el periodista Luis Calvano en la biografía de la jugadora, Luciana Aymar. Corazón de leona. A los 18 años estuvo cerca de ir a sus primeros Juegos Olímpicos, los de Atlanta 96, pero fue excluida a último momento por su falta de experiencia. Argentina acabó séptima aquella vez. En cambio, cuatro años después comenzó una serie de victorias que llevaron a que su selección, con Aymar siempre presente, ganara dos medallas de plata (Sydney 2000 y Londres 2012), dos de bronce (Atenas 2004 y Pekín 2008) y dos mundiales (2002 y 2010). Así es que que comenzaron a apodarse Las Leonas y, aunque en Sydney Lucha no era la máxima estrella del seleccionado y se mostraba tímida, con el tiempo se convirtió en su líder, según Calvano. Aymar ha sido la única leona que participó en las cuatro conquistas olímpicas y ha igualado la marca histórica del deportista argentino que hasta 2008 había logrado más preseas, el velista Carlos Mauricio Espínola.

La cantidad de jugadores de hockey sobre hierba en Argentina se triplicó desde los 90

Ya en 2001 Aymar fue elegida por primera vez como mejor jugadora del año. Volvió a serlo en 2004, 2005, en el periodo 2007/2010 y hasta en 2013. Ninguna otra mujer en el mundo ha sido tantas veces condecorada así. Como el hockey es amateur en Argentina y las jugadoras de la selección solo cobran becas de la Secretaría de Deportes, Aymar se marchó en 1998 a jugar al Rot Weiss Köln, de Alemania, y en 2004 al Real Club de Polo de Barcelona, donde ganó la liga y la Copa de la Reina. Pero ella prefería jugar en su país y consiguió que el Quilmes, club de la periferia de Buenos Aires, la fichara a cambio de un contrato publicitario. Después jugó en el Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), aunque en los últimos años dejó la vida de los clubes para entrenar solo para Las Leonas. Su fama y su belleza la llevaron a incursionar en una corta carrera de modelo y presentadora de televisión, pero finalmente optó por asociar su imagen solo al deporte, de la mano del mismo representante que el baloncestista Manu Ginóbili, Carlos Prunes. Así es que ha vivido de anuncios para Nike, Gatorade, Rexona o el banco chino ICBC. Si bien ella es la que más aparece en el mundo publicitario, otras leonas también se han hecho tan conocidas que también han incursionado en anuncios o programas de televisión. Hace diez años, Aymar había pensado en retirarse porque veía que el hockey le impedía desarrollar una carrera profesional o una familia. Deportista completa a la que alguna vez le propusieron entrenar para correr los 400 metros llanos, comenzó en aquel entonces a practicar tenis para competir a sus 27 años en torneos challenger y ganar algo de dinero, pero finalmente optó por seguir tras la bocha.

“Aymar es la deportista más grande de la historia argentina”, comenta Calvano. Más que la tenista Gabriela Sabatini, que ganó un Grand Slam, o la nadadora Jeanette Campbell, medalla de plata en 1936.

“Luciana y Las Leonas provocaron un contagio muy fuerte”, opina su biógrafo. “Antes el hockey en Argentina era un deporte elitista. Si bien Lucha es de clase media, ahora pasa que cualquiera puede jugar al hockey. Antes en las escuelas las chicas jugaban al vóley o al cestobol (variante argentina del baloncesto femenino), y ahora juegan al hockey, hasta en las públicas”, describe el también editor del periódico Olé.

Pocos países tienen tantas jugadoras de hockey como en Argentina, donde se ha convertido en el deporte de equipo preferido de las mujeres. Aquí hay 160.000 jugadores federados de hockey sobre hierba, la mayoría mujeres, según el presidente de la confederación local, Aníbal Fernández, un senador kirchnerista que también es vicepresidente del Quilmes y quiere postularse a presidente argentino en 2015. La cantidad se triplicó respecto de los 90, antes del fenómeno de Aymar y el resto de Las Leonas, y el objetivo de Fernández es duplicarla. “Para jugar, solo se necesitan un par de zapatillas y un palo. Si no lo tienen, se lo damos nosotros. Hoy tenemos un montón de integrantes de Las Leonas y Los Leones que son de barrios humildes”, destaca Fernández.

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