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Pedro, para lo que haga falta

El canario sobrevive en el Barcelona a la sombra de Messi, Neymar y Luis Suárez

Pedro celebra un gol ante el Espanyol.
Pedro celebra un gol ante el Espanyol.Alberto Estévez (EFE)

No hay tipo más servicial que Pedro (Tenerife, 27 años), ese que llegó a la gloria desde la tierra de los campos de Tercera de la mano de Guardiola. Campeón de todo —dos Mundiales de clubes, dos Champions, cuatro Ligas, dos Copas, dos Supercopas de Europea, cuatro Supercopas de España y, con La Roja, una Copa del Mundo y una Eurocopa— con quien nadie cuenta pero siempre termina por estar en la escena como hizo el miércoles ante el PSG en partido grande de Champions. Hoy, sin Neymar pero con Pedro, juega el Barcelona en Getafe y, si Luis Enrique se lo pide, el canario se dejará el alma porque le da igual que el partido tenga mil focos o se juegue con luces de neón; él siempre está.

Tiene Pedro Rodríguez más sonrisa que apellido, pero si ha sobrevivido entre las luces de tanta estrella se debe a su esfuerzo, a su remate y a su desborde. Se ha ganado todo lo que tiene y a falta de padrinos lejos del vestuario, le basta y sobra con el respeto del camerino. Por honrado, le miran sus compañeros con respeto. “Reúne todos los valores de un jugador del Barcelona. Y futbolísticamente, no se le reconoce su grandeza”, afirma Xavi.

Vive de su entrega con alegría y gratitud y será por eso que en una presión marca de la casa, rebañó la pelota a Ibrahimovic el miércoles, contra el PSG, un balón que Iniesta entregó a Neymar y el brasileño convirtió en un golazo. Un gesto muy típico de Pedro: ofrecerse para hacer mejores a los demás. Ya lo dijo Guardiola: “Es un regalo”. Que se lo pregunten a Messi, que le debe 15 pases de gol.

Futbolísticamente, con frecuencia, no se le reconoce su grandeza” Xavi Hernández

Si la academia sueca admitió la palabra zlatanear para señalar la acción de imponerse por fortaleza física, en el barcelonismo a Pedro le deben un reconocimiento y debería aceptarse pedrada como el momento en que aparece el canario para decidir un partido, porque cuando él está en el campo, siempre pasa algo bueno. El problema es que le gustaría jugar más —lleva 567 minutos en Liga, seis partidos como titular— y aunque forma parte del equipo con más minutos acumulados en lo que va de Liga, se queja con voz suave —“a todos nos gustaría jugar más”, admite—, mientras gana peso en el vestuario. “Es listo, reflexivo, inteligente... La gente no le conoce bien, pero acabará teniendo mucho peso en este vestuario”, admiten en el staff del primer equipo.

Por Pedro habla su rendimiento traducido en números: 277 partidos y 87 goles desde la temporada 2008/2009. Son estadísticas que remiten a finales de la Champions, del Mundial de Clubes y de la Supercopa de Europa con la misma naturalidad que se le reconoce un desmarque, un buen pase o su hat-trick en Getafe el curso pasado. Nada es casual en Pedro, y todo remite a su reconfortante sonrisa y al sudor en la frente. Nunca defrauda y si lo supo primero Guardiola, no lo dudó Tito Vilanova, se lo reconoció Tata Martino y Vicente Del Bosque lo convirtió en recurso de garantía, como ya sucede con Luis Enrique.

Puede que no sea el mejor en nada, pero lo tiene todo y aparece para oxigenar al equipo, siempre trascendental. De Pedro se fía el Barcelona, que nunca le puso en venta, porque en el peor de sus días, sudará la camiseta y no buscará más gloria que la del grupo. El socio del Barça lo sabe y por eso el miércoles se coreó su nombre en el Camp Nou al ser sustituido, agradecidos por vivir de pedrada en pedrada.

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