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Pacto de no agresión en Córdoba

Empate sin goles entre el equipo de Djukic, que sigue sin ganar en casa, y un Levante que gozó de ocasiones, pero que se topó con un gran Juan Carlos

Rafael Pineda
Simao pelea un balón aéreo con el cordobesista Luso.
Simao pelea un balón aéreo con el cordobesista Luso.Rafa Alcaide (EFE)

Cuando se sufre tanto, un punto es suficiente botín en el universo de los necesitados. El cero a cero en una lluviosa tarde en el Arcángel premió a partes iguales a Córdoba y Levante, dos equipos llenos de limitaciones que avanzan a paso de tortuga en el complicado camino de la salvación. Estuvo más cerca el Levante del triunfo. Surgió el meta Juan Carlos para salvar al Córdoba. Apenas hubo juego ni remates. Mucha tensión y mucha pelea, lo que se suele traducir en aburrimiento.

Ha recuperado el Levante su sello. Competitivo y disciplinado, Lucas Alcaraz ha acelerado las constantes vitales de un equipo que empezó la Liga perdido. El Córdoba, que venía de obtener su primer triunfo en San Mamés, se encontró con un escenario muy distinto. El Levante se metió atrás y le cedió el protagonismo a los andaluces, incapaces de llevar el dominio del juego. Djukic trabaja con intensidad, pero tampoco puede hacer milagros.

CÓRDOBA, 0-LEVANTE, 0

Córdoba: Juan Carlos; Campadabal, Íñigo López, Pantic, Crespo; Deivid, Luso (Ekeng, m. 73); Borja García, Abel (López, Silva, m. 78), Fidel (Fede, m. 64); y Ghilas. No utilizados: Sáizar; Gunino, Ekeng, López Garai y Florin.

Levante: Mariño; Iván López, Vyntra, David Navarro, Nikos (Toño, m. 67); Diop, Simao; Morales, Víctor Casasedús, Ivanschitz; y Barral (Rafael Martins, m. 73). No utilizados: Jesús; Juanfran, Rubén, Gavilán y Sissoko.

Árbitro: Prieto Iglesias. Amonestó a Iván, Nikos y Simao.

El Arcángel. Unos 14.000 espectadores asistieron al encuentro. Llovió durante todo el encuentro. Ocho partidos del Córdoba en su estadio y ocho partidos sin conocer el triunfo.

Esperar del Córdoba un ejercicio de brillantez ante rivales tan cerrados es demasiado. El Levante se defendió con orden y llegó con cierto peligro al contragolpe. Hubo acercamientos, como los de Víctor o Ivanschitz, pero no ocasiones claras. Al Córdoba solo podía salvarle una acción aislada o un balón parado.

Y le llegó la ocasión. Deivid, solo en el área pequeña, no acertó ante Mariño después de un balón al área de Crespo con la cabeza. Sobró entonces alguna acción fea, como el manotazo de Íñigo López a Víctor Casadesús, y mientras la lluvia iba y venía sobre el Arcángel ninguno de los dos equipos era capaz de lograr un gol que hubiera supuesto un auténtico tesoro. Lo intentó más el Levante, sobre todo en el inicio de un segundo tiempo donde decidió cambiar el tempo del partido. Al menos así lo entendió Iván, quien con un cambio de ritmo dejó clavado a Crespo. Su centro al área lo remató Barral y Juan Carlos se lució enviando el balón a saque de esquina. Olió la sangre el Levante e Ivanschitz remató con saña un perfecto centro al área de Barral. Otra vez Juan Carlos, ahora todo reflejos, frustró al conjunto levantino, siempre más cerca del triunfo que los locales.

Fueron 20 minutos de agobio que el Córdoba supo capear con cierto oficio y las buenas maneras de su portero. Entró Fede, su jugador más talentoso, y el partido volvió a equilibrarse. El miedo atenazó a los dos equipos, que habían trabajado tanto que le cogieron miedo a la derrota. No todos. Fede agarró un rechace en la última jugada del partido y estuvo a punto de marcar. Djukic no se lo creía. Cuando menos se lo esperaba, su equipo había tenido la ocasión más clara para ganar el encuentro. Son ocho los partidos que el Córdoba lleva jugados en su estadio y ocho son los encuentros en los que no conoce el triunfo, todo un registro de la competición.

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