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Ferrer: “El tenis ha evolucionado a pensar menos y golpear más”

El tenista español, de 32 años, explica todo lo que ha cambiado para volver a ser el mismo: entrenador, cordajes, entrenamientos...

Juan José Mateo
David Ferrer.
David Ferrer. Julian Finney (Getty Images)

A los 32 años, David Ferrer es el décimo mejor tenista del planeta. Su tenis rocoso oculta a un hombre reflexivo, que mira hacia su interior para explicarse lo que le pasa en la pista. En 2014, y por primera vez desde 2009, no se clasificó para la Copa de Maestros, que reúne a los ocho mejores tenistas del curso. Durante la temporada, pasó de ser el número tres mundial a ser el diez. Ahora, justo antes de que arranque la temporada de 2015, explica todo lo que ha cambiado para volver a ser el mismo: entrenador, cordajes, entrenamientos...

Pregunta. En el sprint final del curso pasado, cuando luchaba por la Copa de Maestros, perdió partidos muy peleados, como la final de Viena, por la que llegó a sacar, contra Andy Murray; o los cuartos de París-Bercy, que tenía en sus manos, ante Kei Nishikori. ¿Qué le pasa en esos momentos?

En 2014 he dado un pequeño paso atrás en ansiedad, en tener más miedo

Respuesta. Influye mucho el nivel mental. La ansiedad. Este año he notado que en ciertos momentos he dado un pequeño paso atrás en ansiedad, en tener más miedo. Eso genera desconfianza. Dudas. Me acelero. No marco los tiempos. Es no tener cierta tranquilidad en momentos importantes. Este año he tenido pequeños baches ahí.

P. ¿Cómo se soluciona eso?

He cambiado de cordaje. No dominaba. Busco que me ayude a tirar más largo

R. Con tranquilidad. Con trabajo, trabajo y trabajo. Con un equipo en el que realmente confías. Sabiendo que lo que hago tiene un sentido, que no estoy trabajando solo por trabajar, que estoy haciendo las cosas bien. La ilusión la sigo teniendo, incluso más que antes. Siempre hay presión, pero tengo mucha más experiencia, entiendo mucho más el tenis, y las derrotas. Tengo la motivación de mantenerme en el top-10 y de llegar a la Copa de Maestros. No ha sido un mal año, pero me ha dolido no estar entre los ocho primeros en 2014.

P. En un año ha cambiado tres veces de entrenador: de Javier Piles pasó a José Altur y ahora a Francisco Fogués.

Españoles con más títulos

1. Rafael Nadal:64.

2. Manuel Orantes: 33.

3. David Ferrer: 21.

4. Carlos Moyà: 20.

5. Alex Corretja: 17.

6. José Higueras: 16.

7. Juan Carlos Ferrero: 16.

8. Emilio Sánchez Vicario: 15.

9. Sergi Bruguera: 14.

10. Alberto Berasategui: 14.

En negrita, tenistas en activo.

R. Javier y yo llevábamos muchísimos años juntos, había un desgaste. Todo lo que he conseguido profesionalmente, en gran parte, ha sido gracias a él: fue el primero que confió en mí, el primero que se sacrificó por mí. Siempre tendrá todos mis respetos.

P. ¿Por qué Fogués?

R. Confío mucho en él. Es muy honesto, muy claro en lo que me dice. Quiero gente que me pueda ayudar tenísticamente, por supuesto, pero también personalmente, en el día a día, en la convivencia, creando confianza a la hora de trabajar. Es muy importante para mí entrenarme y jugar sabiendo que soy yo, que hay confianza con el entrenador para debatir ciertas cosas.

P. ¿Con Altur había intranquilidad?

R. No. Vemos el tenis de manera diferente, y no pasa nada. Es un grandísimo técnico, pero su forma de trabajar y ver el tenis es diferente a la mía. Ningún problema, ni personal ni nada. Lo que pasa es que hay que confiar en lo que haces, en el trabajo y a mediados de año no teníamos ese feeling tenístico, en el planteamiento estratégico o de conocimiento personal, del circuito... Por eso viajó 11 semanas y no llegó a viajar más y acabó nuestra relación. Sé que Paco Fogués me conoce mucho personal y profesionalmente.

P. ¿Qué ha cambiado con él?

R. Tengo 32 años, y esta pretemporada he mejorado cosas que igual pensaba que jamás podría mejorar. Es mi evolución para poder jugar contra los mejores. Hay jugadores jóvenes que vienen muy fuertes físicamente, el tenis ha evolucionado a mucha más potencia, a pensar menos y golpear más fuerte la pelota. Aunque las pistas ya no son tan rápidas como antes y puedes contrarrestar, ya hay pocos jugadores que puedan medir 1,75m, como yo [a menos estatura, menos envergadura y más dificultades para tener un buen saque]. Por eso tengo que evolucionar en mi juego, en los pasos, para anticiparme. Juego más con los movimientos. Siempre he sido bastante coordinado, pero esta pretemporada he hecho hincapié en mejorar la coordinación para no correr tanto. He cambiado un poco el saque y el jugar a variar ritmos.

P. ¿Cómo?

R. Estoy entrenándome mucho en la playa. Con y sin raqueta, sobre la arena hago como si jugara al tenis: movimientos laterales, voleas, idas y vueltas, que es más anaeróbico, coordinación en playa. Nunca había hecho pesas de piernas y las estoy haciendo para apoyar más fuerte para volver antes. Funcionará o no, pero cuando llego a casa tengo la ilusión de que voy mejorando. He variado los entrenamientos, cuidando mucho la técnica.

P. ¿Y la raqueta?

R. Buscaba más juego profundo en mi golpe, no potencia. En 2014 he notado que en ciertos momentos no dominaba tanto el punto, que iba a remolque, que con cierto tipo de jugadores iba más a la defensiva. Busco que el cordaje me ayude a jugar más largo para tener más pista. He cambiado a un híbrido: un tipo de cordaje en las cuerdas verticales y otro en las horizontales, que despide un poco más la pelota.

P. Haga tenis ficción. ¿Y si hubiera tenido un revés paralelo mejor?

R. ¿Y si hubiera tenido un saque mejor? Me decía: “¿Por qué no pude tener dos o tres centímetros más?” Igual no necesitaba más... pero he llegado a ser número tres y me he adaptado. Lo que tengo es lo que hay. Cada año he intentado mejorar. Quizás 2014 ha sido el año en el que menos he evolucionado tenísticamente.

P. Lleva sin jugar la Davis desde 2012 y el nombramiento de Gala León como seleccionadora ha abierto una brecha con el vestuario ¿Volverá a jugar con España o con 32 años piensa en retirarse de la lucha por la Ensaladera?

R. Para mí, ir o no ir no depende de la polémica, de que esté Gala, Juan Carlos [Ferrero] u otro capitán. Tampoco puedo decir que me plantee dejar la Davis a corto plazo. Estoy diez del mundo. Estando bien tenísticamente no quiero acabar no jugando nunca más la Davis. Volveré a jugarla. El formato tiene que cambiar, cada año me cuesta más gestionarme el calendario, que es muy apretado, y hay que sacrificar ciertas cosas... cuando vea que no sirvo, que no estoy tenísticamente bien, seré el primero que diga que no vuelvo a jugar.

Un año clave para los Juegos

Los tenistas ya tienen las maletas hechas. Aunque la temporada arranca oficialmente la próxima semana, con los torneos de Brisbane (Australia), Chennai (India) y Doha (Qatar), las mejores raquetas masculinas, con Rafael Nadal al frente, tienen previsto participar en la exhibición de Abu Dabi (desde el 1 de enero) y todas viajan ya para adaptarse al cambio horario que implica la primera gira del año, que culminará con la disputa del Abierto de Australia (desde el 19 de enero).

No es, sin embargo, un año cualquiera. Cuenta, y mucho, para la clasificación de los Juegos Olímpicos de Río 2016. El reglamento de la Federación Internacional indica, entre otros requisitos, que si los tenistas quieren ser olímpicos deben haber estado disponibles para participar en la Copa Davis o en la Copa Federación al menos una vez entre 2015 y 2016. Esa es una de las distintas razones que precipitó que Garbiñe Muguruza se decidiera a oficializar que competirá con España en lugar de con Venezuela; y esa es, también, la pimienta que salpica la tensa relación que une a Gala León con las mejores raquetas nacionales. La seleccionadora masculina debutará en el banquillo en julio, en la primera eliminatoria en la lucha por ascender al Grupo Mundial y contra el ganador del Rusia-Dinamarca.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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