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El Neymar del surf

Con solo 20 años, el brasileño Gabriel Medina sigue los pasos del mítico Slater, logra la corona mundial y apunta a estrella mediática

Gabriel Medina.
Gabriel Medina. jason o´brien (cordon)

Hace un mes, cuando Gabriel Medina bajaba a entrenarse a la playa de Maresias (San Sebastián, litoral norte del estado de São Paulo), reunía diariamente a 1.000 ó 2.000 espectadores. Varios agentes de seguridad debían abrirle paso hasta el agua entre una muchedumbre de niños y jóvenes fascinados por aquel chico moreno y fibroso, de San Sebastián como ellos, que podía convertirse en el primer brasileño campeón mundial de surf. Le faltaba sólo la prueba final, en Hawái, entre las olas tubulares que hicieron célebre a la playa de Pipeline. Esta semana ha regresado a su pequeña ciudad convertido definitivamente en un ídolo de masas; acaba de proclamarse campeón del mundo con solo 20 años (el 22 de diciembre cumplió 21), la misma edad a la que lo logró el mítico Kelly Slater, el mejor surfista de la historia.

Cara a cara con la leyenda

El estadounidense Slater ha ganado once campeonatos mundiales entre 1992 y 2013. El brasileño Medina acaba de celebrar el primero.

Slater tiene 42 años y Medina ha cumplido los 21 este mes. Comparten el récord de precocidad en la celebración del título mundial: 20 años. Slater, además, tiene el del surfista de más edad (39).

El estadounidense ha ganado más de tres millones de euros por sus resultados. El brasileño ha pasado del millón.

El ASP World Tour, Campeonato del Mundo de Surf profesional, se compone de 11 pruebas en la rama masculina y lo disputan 34 deportistas. Medina ganó la Quiksilver Pro Gold Coast en Australia en marzo, la Fiji Pro en junio y la Billabong Pro Tahití en agosto, adelantando en la clasificación a los grandes favoritos (el estadounidense Slater y el australiano Mick Fanning).

Podría haber agarrado el campeonato a mediados de octubre, en la Moche Rip Curl Pro portuguesa, pero fue eliminado (junto a Slater) en la ronda preliminar. Fanning terminó primero y obtuvo el derecho a disputarle el trono en el examen final. Medina no escurrió el bulto: “No depende de ellos; es todo cosa mía”, declaró sin perder la calma ante la prensa especializada del circuito profesional surfero.

La semana pasada, en Hawái, mientras Medina se preparaba en el agua para su batería de olas en los cuartos de final, Mick Fanning fue eliminado por otro competidor brasileño, Alejo Muniz (“Alejo fue un ángel venido del cielo”, diría minutos después su compatriota campeón). La locura explotó en Pipeline, una de las catedrales del surf mundial: Medina salió del agua y fue aupado en hombros por la torcida eufórica, mientras se unían por satélite a la fiesta personajes como la presidenta del país, Dilma Rousseff, el exfutbolista Ronaldo o su amigo Neymar, capitán de la selección brasileña de fútbol. “¡El mejor del mundo! Chaval, estoy muy feliz por ti... ¡Felicidades! Que Dios continué haciéndote brillar, hermano... Disfruta de ese título que te mereces mucho”, expresó en Twitter el delantero del Barcelona, evangélico como Medina, criado también en el litoral paulista e igualmente proclive a agradecer públicamente a Dios sus victorias. “Gracias, Dios mío, por un año más de vida y por proporcionarme tantas cosas”, escribió en Twitter hace pocos días el nuevo ídolo del surf.

Esta es una profesión decente, no de vagos que fuman marihuana

El australiano Joel Parkinson, sexto en el ránking mundial de este deporte, ha afirmado que Medina “es el surfista más talentoso del circuito. Su surfeo free es increíble…”. La estrella de San Sebastián ganó su primer título nacional a los 11 años y es profesional desde los 15. Mide 1,81 metros y pesa 74 kilos. Según ha contado su madre, Simone, a los cuatro años se sostenía ya en pie sobre una tabla. Tiene poco contacto con su padre biológico, Claudio Ferreira, habiendo sido criado por su padrastro y entrenador, Charles Rodrigues, un triatleta jubilado que vio el “enorme talento” de aquel niño y empezó a formarlo “en una ciudad pequeña, en una playa pequeña, sin mucha influencia de otras personas”. Gabriel empezó a llamarle papá a los nueve años, cuando empezó a surfear en la misma playa de Maresias donde dentro de unas semanas se levantará una estatua en su honor.

“Muchos surfistas tienen talento, pero son pocos los que consiguen ser tan inteligentes en plena competición. Su concentración es extraordinaria, no tiembla ante los grandes nombres”, dice Adrian Kojin, redactor-jefe de la revista online The Surfer´s Journal Brasil. Gabriel Medina tiene fama de ser un chico muy centrado. Un joven muy religioso que, según su madre, “sigue siendo humilde y buena gente” a pesar de las numerosas tentaciones que seguramente le asalten a partir de ahora: si los periódicos brasileños le otorgan fotos de primera página, los patrocinadores (Gillette, Rip Curl, Guarana Antarctica, Mitsubishi, Oakley o Samsung, por citar algunos) inundan la televisión y la web con anuncios y homenajes. Medina arrastra una multitud a su paso; de hecho, en Hawái pasó la mayor parte del tiempo en casa de uno de sus patrocinadores para escapar del asedio. Esta semana canceló el desfile por su ciudad natal (en un camión de bomberos) previsto para el día 24 debido a las inundaciones registradas en la provincia.

Siempre se ha alejado de las drogas y las fiestas, afirma su padrastro y técnico

El joven campeón tiene ya programas televisivos especialmente consagrados a su figura (Mundo Medina, en el canal Off, y Medina 360 en la TV Globo). Es el surfista que más dinero ha obtenido este año en el circuito mundial: casi medio millón de dólares (410.408 euros). En Internet arrasa: más de 700.000 seguidores en Facebook y casi un millón en Instagram.

Su familia vigila de cerca para evitar los riesgos asociados a la fama: “Él siempre se ha alejado de las drogas y las fiestas”, ha afirmado ante la prensa su técnico y padrastro, Charles Rodrigues; “se enfoca en los entrenamientos y respeta las normas familiares. Tiene mucha conciencia y madurez”.

Su abuela materna, de origen chileno, cuyo apellido usa Gabriel, lo califica de “espartano”. “Siempre bromeé con que era el [bailarín ruso Rudolf] Nureyev de los mares”.

Hay dos programas televisivos consagrados a su figura

Desde 2012, su agente, César Villares, y su entrenador-padrastro promueven encuentros con otros deportistas brasileños de éxito para acostumbrarle a ese mundo exclusivo y “completar su instrucción”. Con uno de ellos, Neymar Jr., ha entablado amistad (en octubre, poco antes de la prueba portuguesa donde ya pudo coronarse campeón, pasó dos días en la casa del futbolista en Barcelona). En el avión que lo trajo de Hawái a São Paulo cumplió 21 años. “Quiero ser mejor que Kelly Slater”, dijo enfundado en una bandera verdeamarelha tras aterrizar. Medina es firme candidato a convertirse en icono popular de un país con casi 8.000 kilómetros de costa y larga tradición surfera, obsesionado por el deporte y la playa, ansioso por producir nuevos cracks y recuperar en el banquete polideportivo de los Juegos de Río en 2016 parte del orgullo herido por el 7-1 de Alemania durante el pasado Mundial. Según Adrian Kojin, “tiene potencial para ocupar en el imaginario del público brasileiro el lugar que tuvieron Ayrton Senna, Guga Kuerten y Anderson Silva”.

Es el surfista que más dinero ha ganado en 2014: casi medio millón de euros

Gabriel Medina afirmó en una rueda de prensa reciente que la profesión de surfista ya no es la del “vago que se pasa el día fumando marihuana... Eso ha cambiado. Es una profesión decente y de deportistas serios. Yo voy a Estados Unidos o Australia y veo niños de nueve años con la tabla llena de patrocinadores. Aquí veo niños con el mismo talento y ningún patrocinio”.

En la coqueta playa carioca de Arpoador, a escasos metros de Ipanema, una de las cunas del surfismo brasileño, un vendedor de agua de coco sonríe ante la pregunta de si sabe quién es Gabriel Medina. “¿Gabriel Medina? Claro, hombre… Es el Neymar del surf”.

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