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“Ganar es una droga muy chunga”

Nani Roma se subió a una moto hace 20 años para correr por primera vez el Dakar

G. PÉREZ
Buenos Aires -
Nani Roma posa encima de un Mini de serie.
Nani Roma posa encima de un Mini de serie. Luis Sevillano

Nani Roma (Folgueroles, Barcelona; 42 años) conversa con aire de piloto calculador, concienzudo y directo. Hace dos décadas que se subió a una moto para emprender por primera vez la aventura del Dakar, que hoy arranca desde Buenos Aires para atravesar Chile y Bolivia y regresar 13 días después a la capital argentina tras recorrer 9.000 kilómetros. Antes de subirse a su Mini, All4 Racing, el ganador de la pasada edición en la especialidad de coches hace un alto para hablar de su pasado, presente y futuro.

Pregunta. Luce por primera vez el 300 en su coche [el dorsal que lleva el vencedor de la pasada edición]. ¿Le provoca ansiedad?

Respuesta. Será bonito llevarlo, pero siempre he salido con la presión de ganar. Esto es parte del deporte. La parte dinámica es la carrera, pero hay más cosas. Lanzar mensajes en las entrevistas, por ejemplo. Llevo 24 años en esto, y los mensajes de unos y otros puede que alguna vez te molesten más, pero al final lo importante es gastar la energía con lo que merece la pena. A estas alturas, tenemos que demostrar pocas cosas. Sabemos lo que sabemos, intentamos ser siempre competitivos, somos profesionales y trabajamos lo máximo. O eres muy bueno en esto o tienes que gastar mucha energía para intentar sacar algo de ventaja.

P. ¿Se usa más el desgaste psicológico para mermar al rival?

R. Es posible. Tienes que aprender a ser muy egoísta. Descansar, comer y dormir en cuanto te bajas del coche. Hay otros pilotos a los que les gusta caminar por el vivac. Yo soy más tranquilo, además ahora tenemos la auto caravana en el vivac. Llego allí, estoy tranquilo, voy a mirar mi coche, hablo con mi ingeniero.

P. ¿Puede desconectar?

Hay que aprender a ser muy egoísta. Comer y dormir en cuanto bajas del coche”

R. Cuando terminas a las cinco o seis de la tarde tienes tiempo para masaje, limpiar el mono, cenar y dormir. A la que te despistes un cuarto de hora, ya vas tarde. Y los días que llegas más temprano lees un libro, escuchas música, ves alguna película. Yo tengo más suerte que los de las motos, para ellos es más difícil desconectar.

P. ¿En qué le ha cambiado el Dakar como persona?

R. Ahora tengo 20 años más que cuando empecé. He adquirido una disciplina que me ha aportado muchos valores personales. También con respecto a la experiencia. Aquello que te decía tu padre de los años, pues es verdad. Esto no quiere decir que no cometamos errores. La suerte de la vida que llevamos es que tengamos la posibilidad de admitir los errores. Al final, competimos para buscar una victoria y sabemos que nos vamos a equivocar. Pero ahí es donde está el valor. No sé si soy peor o mejor que antes, pero me da igual. Toda esta experiencia del deporte la he podido aplicar a la vida personal.

P. ¿Lo disfruta más ahora?

R. He tenido un disfrute general siempre. Cuando empecé lo hacía de una forma, pero luego la vida te cambia y valoras las cosas de una forma diferente. Lo más importante es tener pasión por lo que uno hace, seas albañil, carpintero o piloto de carreras.

Esta carrera aún mantiene unas raíces de aventura puras. Sigue siendo un reto”

P. ¿Qué le ha quitado?

R. A los amigos que he dejado en el camino. Cada semana pasan cosas, pero cuando dejas amigos que están haciendo lo que tú haces, con quienes has hablado por la mañana, que están viviendo su pasión, su sueño... Esto es lo que más me ha afectado. También la familia. Tengo tres hijos y los veo poco, no los veo crecer. Pero al final es parte de este juego, tienes que saber aportar cosas que una familia normal no hace. Es una vida distinta, pero cuando estoy, intento estar. Hay padres y madres que no viajan y cada día están en casa con los hijos, pero no están.

P. ¿Cómo es la familia Mini?

R. Las relaciones personales con la gente son muy importantes. Sin un buen mecánico, un buen copiloto, un ingeniero, en definitiva, un buen equipo, sería muy difícil competir. Estar en el sitio adecuado ayuda a conseguir victorias y objetivos.

P. ¿En qué ha cambiado el coche respecto del que le hizo campeón?

Lo que más me afecta son los amigos que he dejado en el camino”

R. Sigue siendo un coche muy robusto y con una gran durabilidad. En el 2014, los diez Mini que se inscribieron para el Dakar acabaron todos. Hemos mejorado sobre todo en aerodinámica y refrigeración. Introducimos un paquete de radiadores para que el aire que entra salga más rápido. También reforzamos las suspensiones. Ahora es más confortable y tiene mayor tracción.

P. ¿Y el Dakar?

R. Ha cambiado lo que el mundo ha cambiado. Lo ha hecho desde el punto de vista de la tecnología, pero aún mantiene unas raíces de aventura puras. Sigue siendo una carrera interesante como reto, por pasar por sitios desconocidos y vivir situaciones difíciles.

P. ¿Hay algún objetivo que le quede pendiente?

R. Volver a ganar. Ganar es una droga muy chunga, lo he vivido. En 2013 gané todas carreras que hice. En 2014 también el Dakar, la Baja Aragón, el Inca Rally, pero en Marruecos rompí el cambio e hice una mala carrera y me supo fatal. Ahí me di cuenta de que esto de ganar es chungo. El hecho de cabrearte cuando las cosas no van bien es lo interesante.

P. ¿Hasta dónde quiere llegar?

R. Me quedan muchos Dakar. Voy a intentar no correr por correr, por el dinero, o porque es mi trabajo. Lo dejaré cuando no me apasione. Esa es mi intención, aunque a lo mejor sigo compitiendo sin darme cuenta de que voy arrastrándome. Pero seré sincero conmigo mismo y el día que diga hasta aquí hemos llegado, lo dejaré. Aunque ahora no veo ese día.

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Sobre la firma

G. PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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