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Una odisea de 17 horas

Nani Roma fue remolcado 679 kilómetros por un camión de asistencia, detenido por la policía

G. Pérez
Nani Roma llora tras sufrir una avería en la primera etapa.
Nani Roma llora tras sufrir una avería en la primera etapa.DAVID FERNÁNDEZ (EFE)

La madrugada del pasado domingo quedará marcada en la memoria de Nani Roma como una de esas noches en las que la calamidad te abraza para no desaparecer. Pasaban tres minutos de la una y cuarto de la madrugada cuando un Mini cubierto por un manto anaranjado, fruto de un baño de arena insoportable, hacía su entrada en el vivac de Villa Carlos Paz. Arrastrado por un todoterreno, en su interior, al actual campeón de la prueba no se le escapaba ni una mueca del rostro. El tormento vivido hasta completar la etapa había acabado por agotarle física y mentalmente. Abandonado a su suerte en el kilómetro 10 de la primera especial, un problema con la bomba de aceite había tirado por tierra todas sus opciones de revalidar el título. "No es el mejor día de mi vida, ni mi mejor Dakar, pero es lo que hay. Es muy duro, el hecho de empezar la primera especial y que en el kilómetro tres tengas un problema...", resumía Roma con un tono de voz que se apagaba a medida que pronunciaba cada palabra. Minutos antes, tras ser consolado por Sven Quandt, director del equipo Mini, se echó a llorar. Este lunes, al menos, pudo disputar la segunda etapa y llegar 22º, 32º en la general.

Ha sido una paliza, pero se tiene que aceptar, es parte del juego" Nani Roma

El día anterior, el problema con el aceite había sido detectado siete minutos antes de que detuvieran el coche. Decisión que tanto Roma como Perin, su copiloto, tomaron como medida de precaución para tratar de evitar que la avería inicial generase males mayores. "Intentamos cambiar los sensores, no sabíamos exactamente lo que era y teníamos muchas dudas. Probamos todo y no salió nada", añadió el piloto de Folgeroles. Pasaron tres horas hasta que el camión de asistencia llegó. En ese momento, solamente habían recorrido los 144 kilómetros del primer enlace (el tramo que va desde la salida de etapa hasta el comienzo de la especial cronometrada) en un tiempo cercano a las tres horas.

Una vez amarrado al remolque, los daños del coche complicaron todavía más el traslado del Mini. Sin frenos ni dirección, controlar el movimiento del vehículo resultó una tortura. Además, durante el camino de vuelta, la nube de arena levantada por el camión envolvía totalmente el coche, complicando todavía más el regreso al vivac. "Hemos estado cuatro horas haciendo la especial con una nube de polvo. Nos han pasado camiones y no nos veían", se lamentó. Como culmen, la policía argentina detuvo el camión que remolcaba al español, que tuvo que ponerse en contacto con los organizadores del Dakar para que pudiera seguir su camino.

Los mecánicos repararon el coche del catalán 30 minutos antes del plazo límite

El resumen final de tiempo que completó Roma desde la salida hasta la llegada refleja la agonía vivida por el piloto español. De los 833 kilómetros totales sólo pudo completar por sí mismo 154, y fue arrastrado durante los 679 restantes, en un total de 16 horas y 58 minutos. "Ha sido una paliza, pero se tiene que aceptar, es parte del juego. Estos días hemos hablado de lo satisfechos que estábamos de este Mini, de las alegrías que nos había dado, pero a veces la mecánica es caprichosa y pasan estas cosas", se sinceró.

Antes de su entrada, todo el equipo Mini se había concentrado para desplegarse lo más coordinadamente posible alrededor del vehículo. Ocho mecánicos, completamente de negro, preparados para tratar de encontrar el problema en de un coche del que disponían muy poca información. Fue verlo y lanzarse bajo sus tripas. El tiempo corría en contra de los mecánicos que debían reparar el coche antes de que le llegase el momento de arrancar en la etapa de ayer. Finalmente los mecánicos de la marca alemana no repararon a tiempo el 300 del catalán, al que tuvieron que hacer un motor nuevo, por lo que salió una hora y media más tarde del tiempo que se había fijado. De hacerlo en el puesto 16, el objetivo inicial, pasaron a hacerlo desde el 88. “Ha sido muy duro. Nos íbamos encontrando con muchos coches parados pero más lo fue el otro día”, confesó el catalán, que llegó en 22º lugar a la línea de meta en un nuevo mal día.

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Sobre la firma

G. Pérez
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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