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Diario del Palomero
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Disputas, egoísmos e inmortalidades

Como cada lunes y jueves, Juanma Iturriaga analiza los principales temas de la actualidad desde su peculiar óptica

Messi y Luis Enrique en un entrenamiento.
Messi y Luis Enrique en un entrenamiento.Albert Gea (REUTERS)

08/01 Jueves

Hoy habría cumplido 80 años Elvis Presley y la coletilla de muchos recordatorios es la de “si es verdad que murió”. Vivimos tiempos muy conspiranoides y esta es una de las clásicas, junto a la que afirma que Neil Amstrong no llegó a la luna o que la portada de Abbey Road nos da muchas pistas para concluir que Paul McCartney falleció hace casi 50 años. Al parecer los estadounidenses son los más dados a abrazar teorías alternativas, y algún estudio cifra, por ejemplo, que el 37% está convencido que el calentamiento climático es una tomadura de pelo (no cuenta el primo de Rajoy) un 35% que Obama no nació en Estados Unidos y un 25% que el 11-S fue una conspiración gubernamental. Por no hablar del asesinato de Kennedy, uno de los hechos históricos sobre el que se han desarrollado más teorías, desde las creíbles hasta las más descabelladas. A mí la que más me gusta es esa que asegura que son hombres lagarto los que gobiernan Estados Unidos y el mundo, teoría compartida por doce millones de imaginativos estadounidenses. Por aquí, aunque las invocamos a las primeras de cambio y las utilizamos cuando no tenemos otra defensa posible, no somos tan creativos. Salvando, claro está, a Iker Jiménez y su equipo.

Hablando de teorías, estamos en la semana grande de Messi, Luis Enrique y el Barcelona, todo un culebrón de amores y desamores. Al hilo del tema se discute sobre las prebendas de las grandes estrellas, debate inabarcable que reúne desde los firmes defensores de la igualad de trato, seas quien seas y te llames como te llames, a los que abogan por las jerarquías y reconocen derechos a las figuras que niegan a los actores secundarios. Como casi siempre, pienso que lo razonable debe andar en un punto medio, que suele ser el más difícil de encontrar. Pero lo que tengo cada vez más claro es que caminamos hacia el star system que impera en el deporte profesional americano desde hace ya mucho tiempo. Este inmenso poder que les otorgamos con los halagos desmesurados, las presentaciones multitudinarias, el seguimiento exhaustivo, los contratos multimillonarios y los constantes mimos tiene siempre el riesgo de terminar siendo mal utilizados por el personaje en cuestión. Pero en la dinámica en la que estamos, el no hacerlo pone en peligro continuidades que a la vez complicarían la vida de clubes y directivos, de ahí que se suela llegar casi hasta el servilismo. Por lo que parece, hacer carantoñas a la estrella sin traspasar algunos limites que ponen en peligro el funcionamiento colectivo resulta tarea harto complicada.

09/01 Viernes

Hace ya un tiempo que además de seguir investigando causas y remedios de los males que nos aquejan individual y colectivamente, buscamos cada vez con más ahínco las claves de la felicidad. De auscultar la enfermedad hemos pasado a diseccionar a aquellos que se confiesan satisfechos con la vida. Mirad, mirad, aquí hay un tío feliz, ponedle en la camilla, traed el bisturí a ver si averiguamos lo que tiene dentro. Hoy se ha hecho pública una encuesta realizada por el estudio WinGallup International sobre en qué países y continentes se encuentran los ciudadanos más y menos felices del mundo. No tengo muy claro la eficiencia de este tipo de conocimientos, aunque hay que reconocer que da mucho juego en los medios de comunicación. Esta vez los ganadores son Fiyi y Colombia y los perdedores los europeos, continente que al parecer cuenta con un mayor número de personas tristes. El estudio arroja alguna contradicción con las creencias más generalizadas, como el dato que sólo el 2% de los indios declara sentirse infeliz, lo que choca con algunas imágenes de pobreza en las calles o la discriminación con las mujeres a las que estamos acostumbrados a ver en ese país, o que África, con sus infinitos problemas, tenga un 83% de gente satisfecha. La explicación de estos datos, sin quererme meter en terrenos de Paulo Coelho, me inclina a pensar que el quid de la cuestión no está en la relación de la satisfacción con el tener, paradigma de muchas sociedades de consumo, sino con el estar a gusto con lo que tienes.

Martin ödegaard, en un partido con la selección absoluta noruega.
Martin ödegaard, en un partido con la selección absoluta noruega.DIARIO AS

El que debe estar más contento que unas castañuelas es Martin Ödegaard, promesa noruega de 15 años, que se entrenó ayer con el Real Madrid. El chaval, pretendido por varios ilustres clubes, no se ha decidido todavía por lo que el Madrid ha pensado que nada mejor que seducirle con un viaje cinco estrellas. Además de hacerle entrenar en Valdebebas con Ronaldo, Casillas y compañía, supongo que habrá incluido tour por el Bernabéu, ración de palco, comida en un restaurante vikingo y mucha promesa. Al hilo de esta noticia nos enteramos que hay jugadores españoles jugando en Noruega, y uno de ellos, Iván Martinez alias Pachu, dice que “los niños en Noruega quieren ser como Martin Ödegaard”. Y luego nos extrañamos que a algunos deportistas se les suba un poco a la cabeza la tontería.

10/01 Sábado

El tenista español David Ferrer golpea la bola en el partido frente al checo Tomas Berdych, el apsado 10 de enero.
El tenista español David Ferrer golpea la bola en el partido frente al checo Tomas Berdych, el apsado 10 de enero.EFE

Me declaro muy fan de David Ferrer. De Ferrer y de todos aquellos que se enfrentan a la vez y con éxito tanto a feroces rivales como al paso del tiempo. Llegados a ciertas edades, cada crisis de resultados nos invita a pensar en entierros definitivos. No han sido fáciles los últimos meses para Ferrer, donde perdió partidos, puestos en el ránking y lo que es más importante, la confianza necesaria para convertirse en ese tenista inasequible al desaliento, tanto que era capaz de doblegar raquetas quizás más talentosas pero no tan duras mentalmente como para soportar su irreductible resistencia. Nada más representativo de estas dudas que cambiar de entrenador, cosa que hizo hasta en tres ocasiones. Con 32 años, la pregunta era inevitable ¿será capaz de volver a ser el Ferrer con mayúsculas? El 2015 apunta, a falta de confirmación, a que sí. Su victoria en Doha ante rivales cualificados tiene que devolverle, sobre todo en lo anímico, lo que los malos anteriores le quitaron durante el curso pasado. Pero pase lo que pase a partir de ahora, lo que demuestra este resultado es que Ferrer sigue en la pelea, con sus piernas de acero y su mentalidad ganadora, desafiando a rivales y a lo que dice su carnet de identidad.

Mientras, en esa factoría inagotable de debates que es el fútbol, se discute sobre el posible egoísmo de Gareth Bale por no pasarle la pelota a Benzema en Valencia y a Cristiano en Madrid. Existen dos tipos de jugadores en los deportes de equipo. Aquellos que parecen entender que deben jugar para el equipo y aquellos que parecen entender que es el equipo el que debe jugar para ellos. Unos parecen estar al servicio de lo colectivo y otros que el colectivo está a su servicio. Básicamente es lo que separaría las individualidades, necesarias siempre, de los individualismos. De todos los componentes de un equipo deportivo, aquellos que tienen la responsabilidad de rematar los procesos, sean goleadores o anotadores, son los que lo tienen más difícil demostrar que están el lado correcto, pues están obligados a cierto egoísmo para cumplir con la tarea por la que les pagan millonadas. Lo han tenido todos los grandes anteriormente y lo tiene, por ejemplo, Ronaldo, precisamente el que reprochó con sus aspavientos la acción de Bale. Pero como es cuestión más de percepciones que de certezas, haría bien el galés en acallar este run run, pues una vez puesta la etiqueta, quitártela suele convertirse en tarea hercúlea.

Pau Gasol de los Chicago Bulls, en el partido contra los Milwakee Bucks en que anotó 46 puntos.
Pau Gasol de los Chicago Bulls, en el partido contra los Milwakee Bucks en que anotó 46 puntos.Kamil Krzaczynski (EFE)

11/01 Domingo

“He visto a Dios disfrazado de jugador de baloncesto”. Esta histórica frase la soltó el mítico Larry Bird después de que Michael Jordan metiese 63 puntos en el Boston Garden en un partido de playoff. Esta madrugada, Pau Gasol se ha disfrazado de divinidad jordaniana, jugando el mejor partido de su carrera en cuanto a números se refiere. 46 puntos y 18 rebotes. Para un tipo que estaba acabado, como dijo Shaquille O´Neal, no está nada mal. Con el puesto de titular de la Conferencia Este en la mano, Pau sigue desmontado prejuicios que le acompañan (y sospecho que le acompañarán) durante lo que le quede de carrera.

Si de madrugada Pau lo ha petado, horas después Barcelona y Unicaja nos han dejado de regalo el partido del año. Muy bien jugado por ambos equipos, intenso, acertado y competido. La candidatura del Unicaja al bipartidismo parece cada semana más sólida. Ante un Barça muy necesitado para no complicar mucho su camino en la Copa del Rey, en un ambiente caldeado y con la baja sensible de Granger, su respuesta fue magnífica hasta el último segundo del tiempo reglamentario donde cometieron un error al permitir el tiro de Abrines que luego les costaría el partido en la prórroga. Pero salió claramente reafirmado en su camino.

La jornada y la semana termina con dos noticias. Una, que Messi va ganando el pulso con claridad y otra, que Federer puede que sea incombustible. Su victoria número 1.000, estratosférico número, le supuso un nuevo título y una otra oleada de parabienes. La admiración que provoca parece no tener límites y la única sombra viene de saber que estamos disfrutando del final de su asombrosa carrera. Pero al igual que con Elvis, quizás cuando nos digan que se ha ido definitivamente, no nos lo creamos.

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