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El último poeta del balón

Brasil reclama un icono social como sustituto de Ayrton Senna y lo busca en Neymar

Neymar salta de alegría en la celebración de un gol de falta en un amistoso con Brasil.
Neymar salta de alegría en la celebración de un gol de falta en un amistoso con Brasil.EFE

“Ayrton. Aceleramos juntos. O tetra é nosso [Artyon. Aceleramos juntos. El tetra es nuestro]”, rezaba la pancarta que enseñó al mundo, en el Rose Bowl Stadium, la selección brasileña tras lograr la cuarta estrella en Estados Unidos. Era el homenaje al último gran ídolo deportivo de Brasil, que murió en el circuito de Imola camino de su cuarto título mundial en un accidente en el Gran Premio de San Marino tres meses antes. Brasil quedó huérfano en una curva del circuito italiano, sin tótems, sin héroes a los que emular, sin nadie que hiciera soñar a los garotos de las favelas. Durante años amagaron con ponerse el traje de referente Romario o el tenista Gustavo Kuerten, pero todo quedó en meras tentativas, incluso cuando apareció Ronaldo. Más de 20 años después de la desaparición de Senna, Brasil buscó heredero en la Copa del Mundo que jugó en su casa y miró a Neymar. Alemania rompió el sueño y hoy sigue buscando a la espera del 11 Barcelona.

“Después de Senna no hubo nadie más. Si Neymar gana el Mundial en Brasil, el trono de Ayrton es suyo”. La frase la formuló Luca Caioli (Milano, 1958) antes de la disputa del campeonato. El periodista italiano que realizó un extenso viaje alrededor del mundo de Neymar sabe de qué habla. Charló con sus entrenadores en el Santos, en los juveniles, con su descubridor, Betinho, con Scolari, Robinho… y hasta conversó con su pastor. Sin embargo, ni pudo ni quiso inmiscuirse en el seno de la familia del futbolista. “Sólo permitían biografías autorizadas. Entonces recordé a Gay Talese, que en su Sinatra está resfriado traza un estupendo retrato de Frank Sinatra hablando con su entorno. Esto te da objetividad”, dice el periodista que firma el libro de Planeta O Rei Neymar. El último poeta del balón. Caioli, que acumulaba en su currículo las biografías de Cristiano Ronaldo, Messi y Ronaldinho, entre otros, llegó a Neymar casi por casualidad, por culpa de sus hijos, que le enseñaron vídeos en Youtube de un jugador del Santos que hacía malabares con el balón en las botas.

“Nunca lo había visto. Y lo que más me llamó la atención fue que un futbolista que todavía estaba jugando en Brasil tuviera tanta repercusión mediática en Europa. La Gazzetta, El País, L'Équipe... todos hablaban de él. Antes esto no pasaba, ¿cuántas veces habíamos visto una jugada de Kaká o Robinho en el fútbol brasileño? La grandeza de Ney empieza en las redes sociales”, recuerda. “Es un chico que tiene carisma. Y eso es algo que no se compra en un supermercado, se tiene o no se tiene. Además, marca una diferencia respecto a otros futbolistas: es un tipo que comunica y le divierte hacerlo. Instagram, por ejemplo, se lo maneja él”, analiza el italiano. “Tuvo una proyección global que ni Messi ni Cristiano tuvieron a su edad. Y entiendo que eso es fruto del Proyecto Neymar”, añade.

Tiene carisma y eso no se compra en el supermercado. Comunica y le divierte hacerlo” Luca Caioli, autor de la biografía de Neymar Junior

Ese Proyecto Neymar fue un plan ideado por el responsable de mercadotecnia del Santos para retener a su joven estrella en Brasil. Con muchas novias en el fútbol europeo y los millones del Chelsea sobre la mesa, el cuadro paulista diseñó una estrategia para convencer al padre del jugador de que renovara el contrato de su hijo con el Santos. “Hubo una reunión en el club y en la sala dejaron una silla vacía. Y entonces, le advirtieron: ‘¿Ve esa silla? Desde la muerte de Senna está desocupada. Su hijo se sentará en ella algún día. Jugará en Europa pero primero tiene que conquistar todos los títulos posibles en Brasil. Entonces se irá a Europa con otro cartel’. Y les funcionó”, explica Caioli.

De la mano del 11, el Santos cosechó tres campeonatos paulistas, una Copa de Brasil y la Libertadores. “Pasó de ser un crío a un ídolo nacional. Un país entero esperaba a su mesías y ganó la Copa América. Quizás demasiado apremio para un chico de menos de 20 años. “Neymar recibió un palo muy grande cuando en Brasil lo llamaron monstruo”, cuenta Caioli. En un partido intrascendente entre el Santos y Atlético Goianiense el delantero montó un berrinche tremendo cuando su entrenador no le dejó lanzar un penalti: “Se enfadó tanto que insultó al Dorival, el técnico, a sus compañeros, y lo abroncó la grada. Tras el partido, Simões, entrenador del rival, dijo: ‘Con la excusa del jogo bonito estamos creando un monstruo’. Hasta su madre se enfadó: ‘Al que vi no fue mi hijo’, dijo. “Marcó un antes y un después en su carrera y él recapacitó”, asegura el escritor. Se refugió en el fútbol —lo ama, dicen que acumuló 54 balones en su habitación siendo un adolescente— y recapacitó. “Fue consciente de todo lo que pasó. Es muy joven, pero no es tonto”, asegura Caioli, que añade: “Es un futbolista de verdad. Estoy convencido de que representa al último poeta del fútbol, un tipo que aún pinta graffitis en los estadios”.

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