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El ‘Erasmus’ de Cadenas

El técnico, una institución en la Asobal, alterna la selección con la Liga polaca España se mide este miércoles a Dinamarca por una plaza en semifinales

Alejandro Ciriza
Cadenas da instrucciones a sus jugadores
Cadenas da instrucciones a sus jugadoresOliver Weiken (EFE)

De repente, en un abrir y cerrar de ojos, la vida de Manolo Cadenas (Valdevimbre, León; 58 años) dio un volantazo inesperado en 2013. “En el Ademar estábamos viviendo una situación muy difícil en lo económico y no me quedó más remedio que emigrar. Y, prácticamente a la vez, llegó la opción de la selección”, relata con voz reflexiva el técnico, un entrenador de raza, hombre de balonmano, de esos que dignifican la profesión de los banquillos a base de sacrificio. Por eso él, leonés de pro, el timonel ideal para la gestión de un equipo batallador como el de su tierra, no vaciló a la hora de hacer las maletas junto a su mujer Carmen e instalarse en Plok, una urbe localizada en el corazón de Polonia, enriquecida por las aguas del río Vístula y una refinería de petróleo que patrocina a su equipo, el Wisla.

“Allí soy completamente feliz. Para mí esta experiencia es como un Erasmus, pero a los 58 años. Está un poco desperdigada y al principio tuve algunos problemas con el idioma, pero es una ciudad de balonmano, el equipo es el referente deportivo y el alcalde preside el club. Además, la gente no es nada fría, sino encantadora. Yo vivo a las afueras, en pleno bosque y en plena naturaleza. No es fácil encontrar algo así”, matiza el preparador, indisociable en España del Ademar, al que dirigió 12 campañas y con el que conquistó la Asobal en 2001, pero que también desfiló por el Naranco, Teka, Valladolid, Granollers y el todopoderoso Barcelona, donde sólo celebró una Supercopa de España en dos años.

Cadenas da instrucciones a sus jugadores
Cadenas da instrucciones a sus jugadoresSrdjan Suki (EFE)

Si no obtuvo una cosecha mayor en el Palau tal vez fuera porque él se desenvuelve mejor en hábitats más modestos, a pesar de que ahora dirija también a la selección, que se enfrentará este miércoles en cuartos del Mundial a Dinamarca (19.00, Tdp). “Creo que encajo muy bien en el Wisla, porque es muy parecido en lo estructural al Ademar. Equipos de este perfil sintonizan muy bien conmigo. Entrené a grandes como el Teka o el Barça, pero parece que mi fuerza como entrenador ha venido más con bloques en fase de crecimiento, ascendentes. Me gusta ver crecer a los grupos, ver a jugadores jóvenes que evolucionan dentro de esos equipos. Esto me transmite una energía especial y me ha dado mi sello”, explica.

Un día, sin embargo, la selección llamó a su puerta para poner la guinda a su trayectoria. “Nunca estoy pendiente de los objetivos que no dependen completamente de mí, pero era una opción que siempre estuvo ahí, porque llevo muchos años en este mundo. Ahora, a través de este puesto, disfruto y trato de hacer disfrutar a todos aquellos que me han respaldado durante tanto tiempo. Es una responsabilidad enorme porque represento a todos los entrenadores y a todo nuestro balonmano”.

“Me gusta ver crecer a los grupos, ver a jugadores jóvenes que evolucionan. Esto me transmite una energía especial y me ha dado mi sello”, explica

Acostumbrado a llevar la batuta, en este caso tuvo que adaptarse a un equipo con inercia, moldeado previamente por Juan Carlos Pastor y después por Valero Rivera. “Siempre marcando la pauta”, dice, “pero como en la selección ya estaba marcada decidí dar continuidad a la forma de jugar. Yo nunca había jugado partidos internacionales, así que tuve que preguntar a mis jugadores muchas cosas para compensar esa inexperiencia. El Europeo del año pasado fue un aprendizaje. No marqué la pauta, sino que seguí la pauta. Ahora, en Qatar, creo que puedo hacer ambas cosas”.

El banquillo de España en el partido ante Brasil
El banquillo de España en el partido ante BrasilChristof Koepsel (Bongarts/Getty Images)

Allí, en el vestuario de la campeona, se encontró con un elenco de jugadores con los que se lo pasa pipa, “por la fluidez y la calidad de los entrenamientos y porque en poco tiempo puedes hacer muchas cosas”, asegura. Muchas caras conocidas para él. La mayoría, como en su caso, obligadas a buscar la gloria lejos de España. “Es una pena, porque la base y la materia prima es muy buena”, indica con voz tenue y gruesa, a la vez que escruta un folio con garabatos; “pero podemos darle la vuelta a la moneda. La selección es ahora un punto de reencuentro. Salir enriquece y nos ha permitido conocer otro balonmano, y en lo personal te enseña a superar situaciones adversas”.

Estratega, no le gusta dejar cabos sueltos. Sabe que en el deporte de élite, más allá de la base técnica y táctica, pesa mucho la mente. Por eso, de vez en cuando, incrusta una frase en la pizarra para motivar a sus hombres, como aquella del poeta francés Alfred de Vigny: “El hombre fuerte crea los acontecimientos, el débil soporta lo que el destino impone”. ¿Funcionan? “Creo que son muy adecuadas, sobre todo cuando diriges a equipos que tienen que romper barreras. Me gusta romper barreras. Nosotros tenemos la capacidad para remontar partidos, para no perder nunca el sitio en la pista”, remacha Cadenas, un estudiante de 58 años.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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